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Inés Arrimadas y su cola cao.

Lo que comen los políticos entre mítines

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Actualizado: 13/06/2016

Fotografía: Sofía Moro

Una pegada de carteles por aquí, un mitin por allá, 'selfies' a cascoporro, carretera para arriba, autobús electoral para abajo. ¿Les queda tiempo a los políticos para comer en los 15 frenéticos días que dura la campaña? ¿A base de qué se alimentan?

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Si hay algo que no perdona Inés Arrimadas es su cola cao diario. Puede que no le quede tiempo para comer pero a media tarde parece que le falta algo si no lo toma. Algo parecido le sucede con el queso, al que se confiesa adicta, o a un buen mel i mató –queso fresco típico de Baleares y Cataluña con miel– para el que siempre está dispuesta. La líder de Ciudadanos en Cataluña presume de hacer cinco comidas al día. Aunque estas fechas lo tiene crudo. Por la mañana desayuna con ganas, por si acaso no se vuelve a dar la oportunidad en demasiadas horas. Fruta, a poder ser fresas, kiwi o naranjas, pan tostado con aceite, queso fresco o pavo, además un zumo de naranja o leche desnatada. Le gusta la casquería y los platos de cuchara, pero también la verdura y los huevos fritos con patatas. Como recurso suele llevar encima un par de tortitas o de galletas para acallar el estómago si se alarga el mitin.

Con Albert Rivera comparte la afición a la comida japonesa, algo de lo que se olvidan en campaña. Rivera se alimenta como puede estos días. Lo mismo se compra algo en el McDonals de la estación del AVE de Santa Justa en Sevilla, que tira del bocadillo en avión, en coche o donde pille. Lo que nunca le verás catar son las aceitunas. No las soporta. Ahora, que un buen arroz le vuelve loco. Reconoce que en los escasos momentos en los que se sienta a 'comer comer', igual se tiene que tragar un estupendo pescado en menos de 20 minutos como le pasó hace nada en Baleares.

A Íñigo Méndez de Vigo, ministro de Cultura en funciones, se le nota que no solo le divierte el ajetreo de ir de pueblo en pueblo, sino que hasta le relaja: "Soy diputado por Palencia que es una zona muy agradable para comer. Aunque la verdad es que en campaña se come poco. Como ya lo sé, procuro desayunar fuerte para hacer un almuerzo ligero. Tomo té, zumo de naranja, fruta y, o bien pan tostado con aceite o dos porras. Por la noche ceno escasamente. Si acaso le doy un mordisco a un tentempié, qué bonita palabra, tentempié. En Palencia, que es muy rural, la generosidad de la gente te hace compartir un vino o una caña con una buena tapa en cualquier bar". No se sabe quién ha tomado ejemplo de quién pero lo cierto es que Rajoy ha decidido entrar en los bares y departir con los electores en torno a una caña o a un chato acompañado de una tapita para rebajar la distancia y ganar en cercanía.

Con mucha menos tranquilidad que el ministro de Cultura, encara el jefe de campaña de Podemos, Íñigo Errejón, las exigencias y la falta de horas para encajar tantos actos en un solo día, en los que lo último es comer: "Lo peor de la campaña es el desajuste. Antes de un acto conviene comer poco o nada. Lo malo es que los horarios son fatales lo que nos empuja a alimentarnos como las boas. Igual no tengo tiempo de tomar nada al mediodía y por la noche me zampo todo lo que me pongan. Por ejemplo, el otro día subimos a Barcelona y me tomé un bocadillo a las tres de la tarde y luego por la noche me inflé. Comemos lo que pillamos. Aunque debo confesar que soy supercarnívoro. Siempre elijo carne".

Hay que tener una habilidad especial para aprovechar entre selfie y selfie y meterse un bocado en la boca para no pasar hambre. Esto lo borda Pedro Sánchez en campaña. Aprovecha para comer en el coche, sobre todo cuando vuelve a casa a las tantas después de un mitin y tiene por delante varias horas de carretera. Los bocadillos de salchichón y queso son sus preferidos y también los helados, sobre todo el magnun de fresa a por el que se bajó el otro día en una estación de servicio. Durante el día solo bebe agua, sin pasarse, porque si hay algo que está difícil en campaña aparte de comer, es encontrar un servicio a mano. Si se tercia y dispone de un ratín para sentarse, suele tirar por la cocina mediterránea, ensaladas, verduras, pescados o carnes a la plancha. No es de picar entre horas pero los frutos secos, como las almendras o los pistachos, sirven para aplacar el gusanillo.

Otro político que reconoce tirar del bocadillo es Patxi López, presidente del Congreso en funciones. "No tengo un menú especial. Depende de donde me pille. Si hay suerte de pinchos, pero si me pilla en el coche pues un bocadillo. Durante la campaña como mal, pero luego termino el acto y me siento con los compañeros que han convocado a descansar un rato. Si estás en Soria, como el otro día, tomo lo que ellos piden. No desayuno fuerte, lo único distinto es que si voy a coger un vuelo solo tomo un café". El peligro de abusar del café para mantenerse despierto es un riesgo que algunos tratan de evitar. César Luena, jefe de campaña de Pedro Sánchez, es de los que miden la cafeína que ingieren. "No tomo más que un café al día. Hago un desayuno informal y procuro beber mucho agua. En campaña lo normal es que el grueso de los menús se componga de bocadillos". Meritxell Batet, candidata del PSC a las Generales asegura que no pierde el hambre en campaña y que procura hacer las tres comidas. Suele echar mano del chocolate a menudo y su equipo de campaña le provee de dulces porque le encantan.

Hay quienes prefieren encarar con humor la campaña como José Luis Centella, secretario general del PCE que declara que "como kit de campaña me llevo una petaca pequeña de ron. Como lo que hay con los compañeros. No soy muy comilón, me cuido porque la verdad es que sí que me entreno" .

A la hora de comer, se ve que los políticos se comportan de manera muy similar sean del partido que sean. Deberían tomar nota y en lugar de reunirse para pactar en el Congreso de los Diputados, sentarse juntos en torno a una mesa bien provista. Pocos acuerdos se resistirían ante un plato y un vino excelentes.

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