Texto: ROSA TOVAR | Fotos: DAVID DE LUIS
En primavera y verano las ensaladas crujientes son de las más ricas para acompañar los platos fríos o a temperatura ambiente que más gustan en estas temporadas. Admiten en general toda clase de aliños, más o menos grasos, pero mejor si son de contrastes fuertes, bien por ofrecer matices picantes –mostaza, rábano picante, wasabi, jengibre, guindillas de diversa condición, granos de especia picantes— bien por sus sabores robustos –quesos azules, salsas fermentadas, vinagres potentes— o bien por sus aromas muy perfumados. También les van bien los contrastes de texturas, por lo que los frutos secos son estupendos para añadir su contrapunto al crujiente de las verduras.
Estas ensaladas permiten el uso de los muchos aceites que hoy se encuentran en el mercado. Sin dejar de lado el aceite de oliva, que también se puede perfumar con toda clase de hierbas y plantas, como el ajo o la cebolla, es posible acudir a los de girasol de primera presión en frío, de argana, de ajonjolí sin tostar –el tostado es mejor utilizarlo en la cocina caliente, en salteados de inspiración oriental— de arroz, de nuez, de aguacate, hasta de cártamo, aunque este no tiene mucho sabor y es más propio para la repostería y la confitería.
ENSALADA DE ZANAHORIA CON ACEITE DE ARGANA |
ENSALADA DE PEPINO, DAIKON Y SALMÓN AHUMADO |
ENSALADA DE ENDIVIA, CALABACÍN Y MANZANA |
ENSALADA DE MANGO VERDE, SOJA Y GAMBAS |
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