Texto: ROSA TOVAR | Fotografías: SOFÍA MORO
Sobre el paisaje imponente de la Costa Azul, sentada en uno de los automóviles más bonitos de la historia –el Mercedes 160 descapotable–, una Grace Kelly vestida de un color rosa que sugiere falsa inocencia intencionada, como todo en Hitchcock, le pregunta a Cary Grant como quien no quiere la cosa: "¿Qué prefiere, muslo o pechuga?". De la cesta de pícnic que llevan, preparada en el hotel, saca las piezas de un pollo asado, unas cervezas… Con toda esa información, o sugestión, como prefieras, se puede componer un menú de costa, de playa, de mar.
El cine de entonces no mostraba a los protagonistas buenos y guapos mientras comían, solo aparentaban que lo hacían, y con una delicadeza casi mojigata. En aquellos tiempos solo los malos y feos comían, y lo hacían en su mejor papel de malvados repugnantes: abriendo la boca y enseñando el bolo alimenticio mientras hablaban sin ninguna compostura.
Eso nos impide saber qué otras viandas llevaban en la cesta los guapos y buenos de la película, o al menos yo no las recuerdo. Pero no importa. Supondremos que la comida se hace con las manos, con platos como soportes y cucharas pequeñas para el cuscús, pero sin tenedores ni cuchillos. La cerveza será la mejor compañía de este menú perfumado y un poco picante. Así lo decidió Hitchcock.
· Montaditos de tomate sobre patata asada
· Pollo asado
· Merengues de limón con frambuesas
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