
REDACCIÓN GUÍA REPSOL (@GuiaRepsol)
Tras dos horas de caminata, primero por pista forestal y luego por senda pedregosa y empinada, se arriba al ibonet, donde hay un ambientazo de alta montaña y unas vistas que quitan el sentido y reducen drásticamente la memoria de las cámaras, porque para los fotógrafos Batisielles es un vicio, casi una droga.
Desde el ibonet, la ruta se puede prolongar hasta el ibón grande de Batisielles (una hora) o hasta los de Escarpinosa (tres cuartos). Ambas opciones están señalizadas con letreros.
Las palabras del conde francés Henry Russell, que recorrió en la segunda mitad del siglo XIX estas soledades de piedra, agua y cielo, siguen valiendo para expresar lo que siente hoy el montañero: ¡Qué paraísos terrenales, los ibones de Escarpinosa, los inmensos bosques que los rodean y el encanto irresistible de estos lagos perdidos en los lejanos desiertos de los Pirineos, escondidos entre los abetos, desconocidos por la masa, en los que se reflejan pirámides salvajes de 3.000 metros, campos de nieve inmensos y el mundo misterioso de las estrellas! Ojalá pueda la naturaleza conservar aquí durante mucho tiempo, e incluso siempre, su manto de flores, su gracia y su virginidad.
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