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Lerma

Lugar de relax de la aristocracia española

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En un monte al lado de la vega del río Arlanza nos recibe Lerma, una de las tres puntas del Triángulo de Arlaza y una localidad que puede presumir de ostentar un precioso casco histórico, creado durante la época de gobierno del duque de Lerma. Lo comprobamos en cuanto accedemos a él por el único recuerdo de la muralla medieval, el Arco de la Cárcel, y caminando por la calle Mayor aterrizamos en los pórticos de la enorme plaza homónima, presidida por el Palacio Ducal, sede del Parador de la villa.

Esta fue una de las construcciones que el duque aprovechó para levantar gracias a su posición cercana a Felipe II, en un estilo herreriano que también se aprecia en la antigua Colegiata de San Pedro, de interior barroco con su retablo y los conciertos ofrecidos por sus dos órganos de 1615-16. De la misma elección estilística beben los monasterios y conventos de las cercanías, como el de San Blas. Y dado que la localidad no es sólo bella por su patrimonio arquitectónico, el Mirador de los Arcos de la plaza de Santa Clara, situada junto al Ayuntamiento y el Monasterio de la Ascensión de Nuestro Señor, nos permite disfrutar de las vistas del río junto a las colinas y los campos de Castilla de fondo. Y sentirnos como duques. 

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