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Níjar

Diversidad ante la adversidad

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La diversidad es parte de Níjar y el parque natural Cabo de Gata-Nijar lo que une a todos sus núcleos poblacionales o pedanías como Las Negras, La Fabriquilla, La Isleta del Moro, Aguamarga, Rodalquilar, San José, San Isidro, Atochares, Campohermoso, El Pozo de los Frailes... Si queremos dejarnos llevar por caminos errantes, áridos y agrestes al tiempo que estar acompañados de la frescura que otorga la costa de su litoral hemos de perdernos en este municipio. Una vez que hemos llegado al pueblo situado en la zona de interior, a unos 25 kilómetros de la costa, aparquemos bártulos y comencemos a andar por el entresijo de sus calles blancas y bajas decoradas con macetas y flores, haciendo un alto en la plaza de la Glorieta, centro neurálgico administrativo y religioso, para tapear cualquier aperitivo que elijamos, siendo siempre contemplados por su Atalaya que sobrevive después de cinco siglos en la cumbre del pueblo.

La necesidad ha convertido en virtud las peculiaridades de este municipio, así pues del esparto, los utensilios de artesanía y alfarería, los trapos viejos, hasta el agua de los aljibes y pozos, todo se reserva y se aprovecha para cuando vienen mal dadas. De origen árabe, el siglo XIII empuja su crecimiento para ser repoblada de cristianos tiempo después. Lugareños y visitantes forman un solo paisaje intercambiando impresiones en las calles, la gente es acogedora y no dudan en ayudar a localizar los lugares de interés que hemos señalizado en nuestro itinerario. Su gran extensión precisa de varios días para conocerla y aun así nos queda tiempo para tomar notas y recalcular otro viaje que nos atrape entre huertas, pantanos, monumentos, lugares emblemáticos, calas y playas, sin faltar un buen plato de gurullos –pasta de sémola de trigo- o unas patatas a lo pobre que a todo acompañan.