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Ruta en moto por Menorca

Una isla prehistórica llena de sabores

Actualizado: 24/03/2018

Distancia: 121 Kms

Duración: 3 horas 20 minutos

Visitas: 4 paradas

  • 40.0889;4.0923
  • 39.9651;4.1541
  • 39.9971;4.2667
  • 39.8913;4.2619
Menorca es perfecta de muchas formas y recorrerla es siempre un placer. Sin embargo, hacerlo con la libertad que dan las dos ruedas mientras uno disfruta y siente los olores del Mediterráneo puede resultar una experiencia insuperable.

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Una de las islas con la cultura más original y mejor conservada de las Islas Baleares es, sin duda, Menorca. Se trata de la más oriental, la segunda más grande y la tercera más poblada del archipiélago. Para disfrutar de esta isla –de poco más de 700 km2– la moto es el transporte ideal; permite recorrerla en poco tiempo y disfrutar de todos sus contrastes en un solo día. A pesar de que hay cientos de empresas que alquilan scooters de 125 cc (perfectos para el recorrido) también puedes trasladarte desde los puertos de Valencia y Barcelona en un ferri con tu propia montura.

Comenzamos en Ciudadela, donde un paseo por sus calles ya avanzan el estilo inglés de la isla: edificaciones con las típicas contraventanas y construcciones en la piedra de marés, sobre la que descansa gran parte de esta ínsula. Para reponer fuerzas y no salir con el estómago vacío, nada mejor que empezar disfrutando de la gastronomía típica comiendo un bocadillo de sobrasada en uno de los bares que más fama tienen de la plaza mayor: el 'Bar Imperio', situado en una de sus esquinas.

Algunas de las vistas que ofrece la ciudad: el Ayuntamiento junto al mar. Foto: Shutterstock
Algunas de las vistas que ofrece la ciudad: el Ayuntamiento junto al mar. Foto: Shutterstock.

Con las papilas gustativas bien despiertas, arrancamos nuestra ruta hacia el oeste por la Me-1. La vía principal de la isla (la única que tiene y que la atraviesa de una punta a otra) es lo más rápido, aunque no debes dejar de perderte por alguno de sus caminos paralelos, que nos llevan por estrechas carreteras con los típicos cercados de piedra hasta los yacimientos de pequeños pueblos talayóticos de la Prehistoria, siempre bien señalizados y perfectamente conservados. Pero antes de pensar en desvíos, el camino exige detenerse en un lugar increíble e irreal: las canteras de piedra de marés. Pagando una pequeña entrada podrás dejar las dos ruedas y pasear por la cantera nueva y la antigua: Lithica.

Lugares para perderse, como el laberinto de Lithica. Foto: Shutterstock
Lugares para perderse, como el laberinto de Lithica. Foto: Shutterstock.

Aquí las paredes de piedra excavada en el suelo han permitido dos cosas: la primera, ser una inmejorable caja de sonido (puedes escuchar durante las noches de verano actuaciones de todo tipo de música en directo); y la segunda, formar parte de la historia antigua de la isla. Y el viajero puede ser parte de esto visitando los jardines, huertos y paseos de un asentamiento humano que aprovechó el agua que se filtra por su roca y el espacio que dejaba su extracción, para dar vida a un paisaje verde, escondido, repleto de pozos, frutales y huertos. Y todo, a buen resguardo del fuerte viento de la tramontana.

Olor a mar

Continuamos la ruta menorquina disfrutando del olor del Mediterráneo; ese que regalan los pinos y la humedad marina. Sumamos a estas sensaciones, que en moto el aire se torna más agradable y el calor desaparece del cuerpo. Nos dirigimos hacia uno de los extremos: el Faro de Cavallería, en el punto más septentrional de la isla. Una carreterita estrecha, casi sin asfalto, nos lleva hasta su puerta. De nuevo, bajando de la moto, podemos disfrutar de un paseo alrededor del faro con la precaución de no caer por sus acantilados, muchos de más de 15 metros. Este lugar guarda un tesoro: una cueva desde la que contemplar la Isla de Porros o la puesta de sol si nos acercamos por la tarde. El faro se puede visitar y hay una pequeña cafetería donde refrescarse.

Rodando por la isla con el mar como compañero fiel. Foto: Alicia Sornosa.
Rodando por la isla con el mar como compañero fiel. Foto: Alicia Sornosa.

Retomamos el camino de la Tramontana dirección Els Mercadal para acceder desde esta localidad a la Me-13, que muere en la parte más alta de Menorca: el Monte Toro. Una carretera revirada –con un asfalto impecable– nos hace disfrutar, después de tanta línea recta, del placer de las curvas hasta llegar a su cima, a 358 metros. Dejando el vehículo a un lado, podemos contemplar la isla entera girando 360 grados a nuestro alrededor. Al lado del santuario de la virgen de este monte se encuentra una cafetería para, de nuevo, tomar algo de líquido e, incluso, almorzar con vistas al mar.

Uno no puede pasar por la isla y dejar de probar sus quesos. Foto: Shutterstock.
Uno no puede pasar por la isla y dejar de probar sus quesos. Foto: Shutterstock.

Paralela a la principal, la Me-9 nos dirige entre las típicas vallas de piedra con forma de muretes hasta la finca de Subaida. Vamos a degustar y ver el proceso de curación de uno de los mejores quesos del mundo (según el último concurso de 2017); además, podemos comprar productos típicos y ver una casona de la época inglesa en perfecto estado de conservación. Si no te gusta el olor a ganado o el de la fermentación de la paja que las vacas comen, resguárdate en su bodega y prueba los tres tipos de queso que te ofrecen, ¡no querrás salir de ahí nunca!

Regresamos a la Me-9 para encontrarnos con un cruce donde nos desviamos por la Me-7 para disfrutar de las curvas que nos llevan a uno de los lugares más fotogénicos: el Faro de Faváritx. Si no tienes prisa, te invito a que te desvíes por alguno de los camí que discurren paralelos a la carretera entre fincas, pinos y piedras rosadas. Pequeñas calles de asfalto que dan acceso a fincas particulares por las que disfrutar sin tráfico y tranquilamente. Llegados a esta parte de la isla, el paisaje cambia totalmente, dejando atrás las piedras de marés y entrando en una albufera siempre arañada por la tramontana.

El Faro de Faváritx es uno de los lugares más fotogénicos de la isla. Foto: Shutterstock.
El Faro de Faváritx es uno de los lugares más fotogénicos de la isla. Foto: Shutterstock.

Este faro se distingue por su banda azul que sube en espiral por su torre, la pizarra negra del suelo y una gran balsa de agua a veces llena y otras vacía que forma un lago donde muchas aves se alimentan. Estás en una zona de parque natural, donde la riqueza marina y terrestre es espectacular y la diferencia de paisaje con el resto de la isla llama mucho la atención. Cuenta la leyenda que si vas al faro en noches de luna llena y tu imagen se refleja en uno de sus charcos, la fertilidad y la energía te llenarán el cuerpo.

Uno no puede marcharase de la isla sin disfrutar de sus calas. Foto: Shutterstock.
Uno no puede marcharase de la isla sin disfrutar de sus calas. Foto: Shutterstock.

Calas de aguas turquesa

Nos va quedando menos camino, y no podemos dejar de visitar otros lugares típicos de Menorca: las destilerías de ginebra Xoriguer, donde uno puede hacerse con una pequeña botella de este destilado tan de moda y comprar algo de calzado típico en el taller que hay en la misma calle a pocos metros. Las menorquinas o albarcas, fabricadas artesanalmente, las encontrarás en una tienda que se distingue por unas enormes albarcas colgadas en la fachada de su entrada. El dueño y artesano, que está allí fabricándolas a mano, es un gran motorista y estará encantado de charlar contigo de cualquier cosa que tenga que ver con las dos ruedas. En el mismo paseo del puerto puedes visitar ambos lugares, además de tomar un vermú en alguna de sus terrazas, comer algo o simplemente mirar la cantidad de yates y veleros que se amarran en su orilla. Todo un espectáculo.

Rodando con olor a mar. Foto: Alicia Sornosa.
Rodando con olor a mar. Foto: Alicia Sornosa.

Ya caída la tarde, cuando el calor pierde fuerza, podemos visitar y cenar en una bodega. Si bien es cierto que Menorca no es tierra de vinos, hay varias bodegas que con esfuerzo (y cavando en el suelo de piedra y rellenando con tierra) han conseguido que las viñas agarren, ofreciendo en pequeñas producciones, vinos tintos y blancos. Las bodegas de Binifadet (en el pueblo con el mismo nombre) son unas de las más novedosas, y donde es posible realizar una visita guiada en la que nos enseñan el proceso de crecimiento de la vid e, incluso, a distinguir por las hojas las diferentes variedades. Podemos tomar un taxi de vuelta al hotel o dejar la cata para otro día, pero no podemos dejar de cenar en sus jardines, bajo las parras y los racimos en un ambiente único. Si, además, eres de los que se cuidan, en Binifadet tienen cosmética y jabones fabricados con las uvas que cultivan.

En calas como esta puedes practicar una amplia variedad de deportes acuáticos. Foto: Shutterstock.
En calas como esta puedes practicar una amplia variedad de deportes acuáticos. Foto: Shutterstock.

Esta ruta te llevará todo un día, pero puedes dividirla en el tiempo que quieras y disfrutar durante su recorrido de descansos en unas preciosas calas de aguas turquesas y arena fina, que están esparcidas por toda la isla; alquilar pedalines o pequeñas embarcaciones a motor en las mismas calas; pasear en un velero por sus costa o practicar otro de los deportes estrella de Menorca: el buceo. Te recomiendo una escuela donde realizar un bautismo o, si ya eres un experto, visitar cuevas o fondos increíbles: Diving Menorca, en la playa de Fornells. Allí pregunta por Nicolás, un instructor que te hará volar debajo del agua.

Nuestra ruta

DÓNDE COMER

Sobrasada: 'Bar Imperio': Plaça des Born, 5. Ciutadella de Menorca. Tel. 971 38 22 20.

Comida y cata de vinos: 'Bodegas Binifadet'.

Comida mediterránea a la brasa: 'Ca na Marga'

NO TE PUEDES PERDER

Cantera de Marés- Lithica.

Cata de quesos típicos- Finca Subaida: Ctra. Alaior-Arenal Castell, Alaior. Tel. 606 32 66 13.

Bucear en Menorca: Diving Menorca.

Visitar una bodega típica de Ginebra- Xoriguer: Carrer Andana de Ponent, 88. Maó.

Las fiestas del Jaelo: desde el mes de julio en cada población.

Las fiestas del jaleo hay que vivirlas una vez en la vida. Foto: shutterstock.
Las fiestas del jaleo hay que vivirlas una vez en la vida. Foto: Shutterstock.

Tomar al anochecer la típica "pomada" (ginebra, limón, hierbabuena y hielo granizado) en el bar del pequeño puerto de Es Cau en la población de Els Castell, con música en directo todas las noches.

DÓNDE DORMIR

Hotel Jardi de ses Bruixes (Mahón) Casa señorial del siglo XIX.

Hotel Agroturismo San Joan de Binissaida (Es Castell) Casa Señorial siglo XVIII.