{{title}}
{{buttonText}}
Ruta Tebaida Berciana campanario

Ruta por la ‘Tebaida Berciana’ (León)

Refugio de anacoretas en el Valle del Silencio

24/01/2024 –

Actualizado: 30/11/2023

Fotografía: Miguel Cuesta

Un cable inesperado y ancestral conecta las montañas boscosas del Bierzo con el desierto africano. La Tebaida Berciana toma su nombre de la vieja Tebas egipcia, donde los primeros eremitas cristianos viajaron en busca de silencio. Sus seguidores hispanos encontraron su particular “desierto” en las zonas más remotas de los montes de León. Hoy su legado pervive en ejemplos fascinantes de arte prerrománico o mozárabe, y en pueblecitos encantadores de pizarra y madera. La paz sigue reinando y el Valle del Silencio todavía atrae a anacoretas, versión siglo XXI.

Compartir

Al sur del Bierzo, las cumbres de los Aquilianos son unas de las más elevadas de los montes de León. Conforman una abrupta frontera natural, a veces insalvable, que separa las cuencas del Duero y el Sil, así como las comarcas históricas de La Cabrera, Valdueza y El Bierzo. Pero, una vez allí arriba, uno tiene la sensación de estar en el centro del universo. Es “la tierra monástica más ilustre de España”, en palabras del célebre berciano Ramón Carnicer, por donde durante siglos “hormigueaba una legión de anacoretas”.

Montes de Valdueza
Los montes del Valle del Silencio cobijan el patrimonio cultural de la 'Tebaida Berciana'.

Partiendo desde Ponferrada, tan solo el trayecto hasta los Aquilianos justifica un viaje, especialmente si el tiempo acompaña y podemos hacerlo por la carreterita de montaña que, desde San Esteban de Valdueza, remonta el valle junto al río Oza. La acosan inmensos castaños y robles, y pasa junto a pueblecitos encantadores con tejados de pizarra y balcones de madera. José Jiménez Lozano lo describió como “un camino estrecho y abrupto como el de una senda mística defendía el silencio y la plegaria”.

Montes de Valdueza
Sin las cubiertas de la construcción, la vegetación se ha ido apoderando del edificio.

Las dos joyas monumentales del llamado Valle del Silencio son el pueblo de Montes de Valdueza, con su monasterio en ruinas, y el pueblo de Peñalba de Santiago, con su iglesia mozárabe, ambos declarados Bien de Interés Cultural. El primero es más agreste y romántico; el segundo más coqueto y afamado, con un puesto de honor en la lista de los Pueblos Más Bonitos de España. Pero, como la belleza es cuestión subjetiva y, además, Peñalba nunca habría podido ser sin Montes, conviene comenzar a descubrir la Tebaida Berciana por el Monasterio de San Pedro de Montes.

Montes de Valdueza
Sus vetustos muros fueron el hogar de monjes de forma ininterrumpida hasta hasta la desamortización de Mendizábal, en 1835.

Lo remoto entre lo remoto

A 1.000 metros de altitud, pero con una exquisita orientación sur, la ubicación y vistas del monasterio de San Pedro de Montes seguramente tenía graves efectos paliativos entre los eremitas que acudían hasta aquí para mortificarse. Los orígenes de la construcción se remontan a mediados del siglo VII, cuando San Fructuoso entregó sus pertenencias a los pobres y se retiró a esta zona para llevar una vida de penitencia. Su fama atrajo discípulos, junto a los que fundó el extinto monasterio de Compludo, pero luego quiso ir un paso más allá, buscar algo más apartado, y fue cuando fundó un pequeño oratorio en este rincón.

Montes de Valdueza
El hermoso entorno de Montes de Valdueza se cuela por cada ventana del monasterio.

Buena parte de lo que hoy sigue en pie, que no es poco, data de momentos bastante posteriores a la fundación: el templo románico fue construido entre los siglos XII y XII, y el monasterio se reconstruyó entre los siglos XVII y XVIII. Sin embargo, se conservan algunos elementos que datan de la refundación del siglo X que llevó a cabo San Genadio. Es posible que incluso se hayan conservado algunos elementos visigóticos de la época de Fructuoso o de sus primeros discípulos, aunque no está del todo claro.

Montes de Valdueza
Pilar (izq.) ejerce de guía en las visitas que se llevan a cabo en el monasterio de San Pedro.de Montes.

Desde la refundación de Genadio, aproximadamente en el año 896, y hasta la desamortización de Mendizábal, en 1835, el monasterio estuvo permanentemente habitado por monjes que se regían por La regla de San Benito. Tras la exclaustración, el monasterio se convirtió en una suerte de almacén y taller para los vecinos del pueblo. Cuentan que en el año 1846, a un cestero se le fue la mano con el fuego y acabó incendiando el monasterio. “Al perderse las cubiertas, la naturaleza volvió a tomar posesión del lugar”, nos cuenta Pilar, la guía y guardesa del monasterio.

Montes de Valdueza
El monasterio de San Pedro de Montes de Valdueza se remonta hasta el siglo VII.

Visitas guiadas y un alojamiento monacal contra la despoblación

La Real Fundación Hospital de la Reina es una institución con más de cinco siglos de trayectoria que promovieron los mismísimos Reyes Católicos. A día de hoy, entre otras muchas cosas, lleva a cabo programas de desarrollo cultural y turístico en la Tebaida Berciana, entre los que se encuentran la gestión de este monasterio y hospedería. Una de sus políticas consiste en que las visitas y la gestión del monasterio corran a cargo de gente del pueblo, con la idea de que el monumento sirva para fijar población.

Montes de Valdueza
El conjunto alberga una hospedería desde 2017.

Pilar nació lejos de aquí, en la gran ciudad, pero ahora suma como vecina de pleno derecho y por partida triple: ha alumbrado a los dos únicos retoños que el pueblo haya ha visto nacer en un buen montón de años. Descubrió Montes de Valdueza mientras hacía el Camino de Santiago: “es un desvío que no hace mucha gente, pero al cabo del año sí aparecen cuatro o cinco peregrinos por aquí”. El caso es que se enamoró perdidamente de este paraíso que ha estudiado en profundidad hasta convertirse en una llave fundamental para descubrirlo y sin la cual la visita quedaría coja.

Montes de Valdueza
La Real Fundación Hospital de la Reina delega la gestión del monasterio y el alojamiento en los vecinos del pueblo.

El aspecto semiruinoso de buena parte del complejo puede hacernos pensar que no hay mucho que rascar, pero cuando empezamos a escudriñarlo de la mano de su ojo experto, afloran estructuras e ingenios fascinantes. “La característica principal del monasterio son sus arcos”, cuenta señalando a las lajas de pizarra suspendidas de un arco aparentemente caótico, del que no queda claro cuál es su dovela. Luego pasa a desvelarnos secretos menos evidentes, como el del sistema de agua corriente atemperada, la piscifactoría o la letrina con biblioteca.

Montes de Valdueza
La iglesia de San Pedro, del siglo XII, es el elemento más antiguo del monasterio.

La iglesia de San Pedro es el elemento más antiguo del monasterio, del siglo XII, donde encontramos la lápida fundacional de un templo anterior que fue consagrado en el 919. Al entrar, descubrimos que la Tebaida Berciana no solo conecta con África, sino también con América, y es que en las misericordias de su coro alto encontramos rostros con rasgos indígenas. Puede que las estas figuras tengan algo que ver con el vecino retablo churrigueresco del siglo XVIII dedicado a la virgen de la Guiana, del que se ha descubierto que su madera llegó desde América; en su universo de tallas y policromías, nos cuenta Pilar, “está representado casi medio Testamento”.

Ruta Tebaida Berciana iglesia retablo
La madera del retablo de la iglesia procede de América.

A medida de afloran los tesoros de entre las ruinas, uno se pregunta de dónde saldría tanta riqueza y tanto empeño por erigir un monasterio en un lugar donde hay que pelear por cada metro. Todo se explica mejor cuando nos enteramos de que San Fructuoso es el patrono de los ingenieros del Instituto Católico de Artes e Industria. Lo es por haber fundado una serie de herrerías con las que se sufragaron los gastos del monasterio y por haber impuesto en su regla el buen mantenimiento de estas, algunas de las cuales todavía se pueden visitar.

Montes de Valdueza
Las misericordias indígenas.
Montes de Valdueza
Aquí se han encontrado auténticos tesoros.

Arte fusión en la Iglesia de Santiago en Peñalba

El origen de la Tebaida Berciana no habría podido ser sin San Fructuoso, pero tampoco sin San Genadio. Después de la invasión musulmana, el monasterio de San Pedro Montes había quedado abandonado y en ruinas, y fue Genadio quien lo refundó. Después, el rey Alfonso III de Asturias lo forzó a convertirse en obispo de Astorga, pero aquella vida no iba con su espíritu anacoreta y, en el año 919, renunció al puesto y regresó a su querido valle del Oza, donde fundaría el monasterio de Santiago en Peñalba.

Peñalba Santiago
Peñalba de Santiago se encajona en un paraíso natural leonés.

El pueblo de Peñalba de Santiago, a menos de siete kilómetros de Montes de Valdueza, es uno de los núcleos de arquitectura rural popular más valiosos que se conservan en España. Su monasterio solo estuvo en funcionamiento hasta finales del siglo XIII y hoy ya no queda nada de este, salvo la iglesia consagrada a Santiago. Sin embargo, se ha conservado casi intacta y se considera uno de los mejores exponentes de arte mozárabe prerrománico.

Peñalba Santiago
El tiempo parece haberse detenido hace décadas en este pueblo.

En el momento de la construcción de la iglesia, León era territorio fronterizo que bebía de influencias de los mundos cristiano y musulmán, y eso ha quedado reflejado en un templo de carácter mestizo. Es probable que lo construyeran cristianos arabizados procedentes de Al-Ándalus, ya que, por ejemplo, se han encontrado motivos y recursos casi idénticos a los de la Medina Azahara de Abderramán III, una construcción coetánea a casi 1.000 kilómetros de distancia. No hace mucho, se encontraron en el templo los “bolos de San Genadio”, es decir, las fichas de ajedrez más antiguas de Europa que probarían que este juego se importó al Viejo Continente desde el mundo árabe.

Peñalba Santiago
Detalles como los arcos de la iglesia de Santiago sugieren su construcción por parte de crsitianos arabizados.

Senderismo por el Valle del Silencio y los montes Aquilianos

El pálpito eremita de San Genadio era intenso así que, no contento con haber abandonado el obispado de Astorga por el Valle del Silencio, durante los últimos días de su vida se retiró a una gruta lejos de las “comodidades” del monasterio de Peñalba. La Cueva de San Genadio se ubica a un par de kilómetros del pueblo, bajo un cortado calizo. Tras su muerte se convirtió en un lugar de culto y ahora es, fundamentalmente, el destino más popular de quienes quieren hacer una pequeña excursión por la zona. Pero la Tebaida Berciana ofrece muchas más posibilidades senderistas y ciclistas.

Peñalba Santiago
Su buen estado de conservación permite observar elementos de arte mozárabe prerrománico.

Los montes Aquilianos toman su nombre de su cumbre más icónica, aunque curiosamente no más elevada: la Guiana o Aquiana. Todo apunta a que el topónimo proviene del aquilae latino, es decir, “águila”, sin embargo, el tiempo ha hecho que el término se acabara relacionando con el significado de “guía”, y así la Virgen de la Guiana es la que “guía las almas hacia la gloria”. Sea como sea, su cumbre o los canales romanos que llevaban agua hasta Las Médulas, pueden ser buenos guías para hacernos disfrutar de unos días jugando a ser eremitas en los montes de León.

Peñalba Santiago
Desde aquí parten algunas de las rutas más populares de los montes Aquilianos.

Te puede interesar