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Euskadi con niños.

Del pesebre a la realidad

Pastor por un día

Actualizado: 29/12/2016

Si lo más cerca que ha estado tu hijo de unos pastores ha sido mientras colocabais el portal de Belén en navidades, aquí tienes la oportunidad de acompañarles durante el pastoreo, darles el biberón a los corderos recién nacidos o ver cómo se esquila una oveja.

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Maider mira el rebaño a lo lejos y da instrucciones en euskera. El rebaño la observa pero no se mueve. Es un aviso. "Saben que si no vienen, va el perro", me dice. Y efectivamente, con una simple orden el perro sale corriendo hacia ellas y las moviliza rápidamente. Es el día a día de los pastores, pero para los que somos de ciudad resulta impresionante ver a cientos de ovejas dirigiéndose juntas hacia un mismo lugar. Este movimiento del rebaño es capaz de hipnotizar tanto a niños como a mayores y es que, parece un truco de magia que con una sola palabra se consiga desplazar a tal cantidad de ovejas con esa facilidad. Una sabiduría que se trasmite, generalmente, de padres a hijos y de abuelos a nietos.

Maider aprendió el oficio viendo a su madre en su caserío de Oleta (Álava), a 25 kilómetros de Vitoria y a los pies del Parque Natural de Gorbeia. "De esa época recuerdo que lo que más me gustaba era probar la masa y tomar el suero que sale del queso". Y el olor familiar, el mismo olor a queso que sigue impregnando cada rincón de la casa.

Ella hace junto a su familia una producción de casi 4.000 quesos D.O Idiazábal al año, que ella misma vende bajo el sello 'Atxeta', el nombre del caserío. Esta pastora, además, tiene una peculiaridad que la hace única; Maider Unda es conocida más allá de las montañas que la rodean por haber ganado la medalla de bronce en lucha libre en los Juegos Olímpicos de Londres. "Empecé en la escuela porque era el deporte que se enseñaba y al final la vida te va llevando a hacer lo que a ti te gusta".

De las ovejas de Maider sale un excelente queso D.O. Idiazábal. Foto: Beatriz Vigil.
De las ovejas de Maider sale un excelente queso D.O. Idiazábal. Foto: Beatriz Vigil.

Son muchos los pastores de Euskadi que ofrecen la experiencia de 'Pastor por un día' en la que se puede acompañar al pastor y a su rebaño y ver una demostración de cómo se hace el queso Idiazábal.

Aunque quizás los que más se hayan profesionalizado en este tipo de turismo familiar, alejados de las masas, sea el caserío de Alluitz Natura, en Abadiño, en el Parque Natural de Urkiola. Muy acostumbrados a recibir a gente, ofrecen una experiencia única durante todo el año. La actividad dura unas 4 horas, "aunque yo el reloj no lo miro", nos advierte Patxi Solana, un pastor urbanita que hasta hace 15 años no tenía ni idea de este oficio. "Yo era de los que perseguía a las ovejas con un trozo de pan por el monte a ver si venían a comer". Ahora, ya plenamente integrado en el oficio, propone a los visitantes desde hacer con sus propias manos una cuajada hasta entrar a las cuadras y dar el biberón a los corderitos u ordeñar las ovejas. "Lo que a mí me hubiera gustado hacer hace años es lo que intentas que la gente haga".

De esta manera tan peculiar empiezan sus visitas: enseñando cómo hacer unas cuajadas con leche cruda ordeñada el día anterior, "porque para hacer queso, primero hay que hacer cuajada", señala. "Se hierve, se pasteuriza y normalmente, los niños echan unas gotas de cuajo: tres gotitas en cada bote, mientras voy contando cómo se hace el queso". Se hacen dos tipos de cuajada. La actual, con un poquito de canela, y las que se hacían antiguamente con los utensilios y herramientas que utilizaban en esa época: el kaiku, la abatxa, un colador de madera y la malatxa. "En restaurantes elegantes te sirven la cuajadas en estos recipientes", presume. Las cuajadas tradicionales saben a leche quemada, "y aunque a la gente le gusta probarlas, porque es la tradición, a la mayoría le gusta más la de canela", reconoce el pastor.

Los niños y mayores pueden dar el biberón a los corderitos. Foto cedida por Alluitz Natura.
Los niños y mayores pueden dar el biberón a los corderitos. Foto cedida por Alluitz Natura.

Patxi enseña cómo trabajan los perros y nos confiesa que un pastor "normal" no dejaría entrar a la gente a la cuadra con las ovejas, porque la oveja latxa es huidiza por naturaleza, acostumbrada a estar en el monte cuatro meses sola, si ve gente en la cuadra se puede estresar. "Pero nosotros nos hemos adaptado y nuestras ovejas ya se han acostumbrado: como damos un poco de pienso a las familias para que se acerquen y las puedan tocar, ya no tienen miedo. Aunque yo siempre advierto a los visitantes que pueden pasear entre los animales, pero sin correr ni chillar. "Si nace alguna corderita se puede ver, tocar y hasta darle el biberón". Una experiencia que emociona tanto a mayores como a niños y donde, al final, "todo el mundo que quiere, consigue ordeñar".

Y cuando vuelvas a casa y al cabo de las semanas comas el queso Idiazábal que te llevaste, te sabrá mucho más rico porque te transportará automáticamente a Maider y sus cientos de ovejas. Buenos recuerdos difíciles de borrar.

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