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Una ruta digna de un emperador

Villanueva de la Vera, Cáceres

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Son múltiples las zonas de baño que salpican la comarca cacereña de La Vera, unas veces entre gargantas represadas y otras tantas en rincones más íntimos desperdigados por sus pliegues, con el rumor constante de las aguas y el marco de la naturaleza. Pero también La Vera tiene en sus pueblos serranos otro de los grandes rasgos de su personalidad. Pueblos que se esconden en el valle o que se agarran a la cresta de las lomas con una bella panorámica. Juntos conforman una magnífica muestra de esa arquitectura tradicional verata que decora sus cascos históricos, con sus entramados de madera y sus pintorescos soportales con robustas columnas de piedra.

Conviene no perderse Villanueva y Valverde de la Vera para apreciar ese tipismo auténtico que se resiste a los embates del tiempo. Pero tampoco Losar, Jaraíz, Pasarón, Garganta la Olla, Guijo de Santa Bárbara o Cuacos de Yuste, donde Carlos V en sus horas más bajas dejó la huella de su presencia. Porque La Vera fue el lugar en el que emperador puso sus ojos para saborear su retiro. Su viaje final por estas tierras de agua y piedra hasta alcanzar el Monasterio de Yuste (previo paso por el Castillo de los Condes de Oropesa, reconvertido hoy en el Parador de Jarandilla), conforma la ruta del emperador, uno de los cientos de recorridos turísticos de esta comarca impregnada de Historia.

Localización

monasterio de yuste