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En el Valle del Pas, el entorno rural se presenta por sorpresa paralizando al viajero con la irrupción impresionante de sus montañas, el olor y verdor de sus campos o la banda sonora de sus animales. Después de la primera bocanada de aire puro entrando a espuertas en el pecho, uno descubre que una buena dosis de naturaleza es capaz de curar cualquier desgaste urbano. En el alojamiento ‘Cabañas de Pax’ esta reconexión con la tierra está garantizada. El proyecto de la familia Botín es una apuesta muy especial por el entorno rural y la protección del mismo.
Rodeadas de praderas y montañas, las cabañas cuentan con su propio rebaño de ovejas carranzanas cuidadas por un pastor del pueblo, Isidro Crespo Fernández, y custodiadas por unos sociables mastines; un gallinero con gallinas pedresas; e, incluso, un huerto. Con la idea de ser sostenibles, el cordero lechal, los huevos y algunas verduras de temporada no pueden ser más kilómetro 0.
Al proyecto de sostenibilidad se suma que las cabañas son sinónimo de puro descanso. Para su reconstrucción se ha respetado la arquitectura tradicional de la zona usando piedra y madera, resultando acogedoras en el interior por la combinación impecable de vigas vistas, alfombras cálidas y modernas chimeneas en todas las casas. Los cuidados colores, las obras de arte, la selección de libros y otros muchos detalles que salpican cada estancia hacen de las cabañas un abrigo atrayente en el que guarecerse.
La cabaña más grande, llamada Arce, dispone de tres habitaciones de matrimonio; dos cuartos de baños (uno de ellos en la suite principal), un salón con chimenea, una cocina perfectamente equipada y un comedor con capacidad para diez personas. Después, las otras dos, Espino y Serbal, pensadas como estudios para parejas, también con cocina, baño y chimenea, muestran cada una su propia personalidad coqueta, imperceptible ante la sencillez de la estructura. Un añadido cautivador de Espino: en un lateral, bajo una ventana, una bañera ofrece la posibilidad de una baño con vistas únicas a la montaña.
Aunque las cocinas de cada alojamiento están equipadas, si no te apetece cocinar durante tu escapada rural, Carolina Laso Pelayo, encargada del alojamiento y cocinera excepcional, prepara desde un cocido montañés, hasta un cordero lechal de Pax al horno pasando por un guiso de ternera, entre otros platos pensados para regalar a los huéspedes todo el sabor de esta tierra. Un espacio al aire libre, con barbacoa y mobiliario de jardín, abre la maravillosa posibilidad -cuando el tiempo lo permite- de comer fuera o despedirse del día observando el paisaje cántabro.
Por último, y solo si llegaran unas irremediables ganas de salir del cálido escondite, también se puede hacer turismo por la zona. Visitar el pueblo Vega de Pas o alejarse un poco hasta la Cueva del Soplao, el parque de Cabárceno, Santillana del Mar, las Cuevas de Altamira o Valderredible, entre otros muchos lugares. Cerca de las cabañas, por mantenernos cerca, se puede hacer senderismo o sentarse tranquilamente en el porche de las casas a leer o a escuchar el monte. Si hay una certeza absoluta en este lugar es que aquí con cualquier plan acertarás.
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