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Torre Moya de Benajarafe

Vélez-Málaga, Málaga

Durante los siglos XVII y XVIII, la vida en la zona de la Axarquía –que hoy nos parece idílica- era de todo menos fácil. Epidemias y guerras eran las mayores amenazas a las que se enfrentaba la población. En aquellos años la enfermedad se combatía con una medicina rudimentaria y, sobre todo, con oración. Para las guerras, sin embargo, había más recursos de los que aún queda sólidos recuerdos: las torres vigía. Y para muestra de aquellos fortines que defendían de turcos y berberiscos la línea costera de Málaga: la Torre-Moya o Torre Gorda de Benajarafe. Actualmente sirve de pintoresco decorado de la tranquila vida de los vecinos y visitantes de esta pedanía de Vélez-Málaga, célebre por sus 2 kilómetros de playa. Pero a mediados del XVIII, era un punto importantísimo de recogida de información para la Capitanía General de la Costa. Sigue imponiendo ver su robusta silueta sobre un promontorio que se eleva 15 metros sobre el mar, aunque lo único que se aviste hoy desde su punto más alto sean las embarcaciones pesqueras y deportivas que surcan las aguas del mar de Alborán.

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