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Hondarribia está situada en el extremo oriental de la provincia, justo donde el río Bidasoa se encuentra con el Cantábrico, marcando la frontera natural con Francia. El Casco Antiguo con las Murallas y Puertas (como la de Santa María), y la Plaza de Armas, con el Castillo de Carlos V, resultan un paseo imprescindible. El pintoresco Barrio de La Marina (Portua), un antiguo núcleo de pescadores famoso por sus casas pintadas con vivos colores y sus balcones floridos, constituye el corazón social y gastronómico de la ciudad, donde se degustan los populares pintxos y el pescado fresco a la parrilla. Para descubrir su naturaleza, nada mejor que la Playa de Hondarribia, el Santuario de Guadalupe en el cercano Monte Jaizkibel con sus impresionantes vistas panorámicas y la Isla de los Faisanes, un islote fluvial situado en el río Bidasoa, entre las orillas de Hondarribia y Hendaya y la soberanía se comparte entre España y Francia cada seis meses, de manera amistosa y alternativa.
Este pueblo costero guipuzcoano es conocido mundialmente por el Flysch, un fenómeno geológico único que consiste en una formación rocosa sedimentaria que se ha plegado y levantado verticalmente debido a la acción tectónica. En la costa de Zumaia, estas capas de roca de distintos colores y durezas se extienden sobre el mar como páginas de un libro gigante, revelando 60 millones de años de historia geológica de la Tierra. Este fenómeno se muestra en su máxima expresión en las playas de Itzurun y de Santiago. Zumaia está construido en la desembocadura de los ríos Urola y Narrondo. Su centro histórico, con calles empinadas y estrechas, conserva un aire medieval donde la Iglesia de San Pedro Apóstol domina el paisaje urbano. Aunque si se prefiere un ambiente tranquilo, la zona del puerto y las marismas del Urola son perfectas para desconectar. En plan cultural, el Museo Zuloaga, casa-taller del pintor Ignacio Zuloaga, alberga una importante colección de arte.
El rasgo más distintivo de Getaria es el Monte San Antón, popularmente llamado como “el Ratón de Getaria” por su silueta característica, una antigua isla unida a tierra por un malecón que, además de proporcionar un puerto natural, sirve de parque para senderistas que buscan vistas panorámicas excepcionales. El Casco Histórico se desarrolló a lo largo de una empinada calle y conserva aún restos de sus murallas y edificaciones medievales, como la Iglesia de San Salvador. En cuanto a playas, Getaria cuenta con la Playa de Malkorbe, más familiar, y la de Gaztetape, frecuentada por surfistas. Getaria a dado al mundo dos figuras importantes, por un lado, Juan Sebastián El Cano, el primer hombre en dar la vuelta al mundo y que cuenta en el puerto con una importante estatua. Por otro lado, Cristóbal Balenciaga, uno de los diseñadores más influyentes de la alta costura, con el Museo Cristóbal Balenciaga que alberga de las colecciones de moda más importantes a nivel internacional.
Bergara se encuentra en el interior de Guipúzcoa, en la comarca del Alto Deba. El núcleo urbano de Bergara es un paseo por el arte y la historia, con una gran concentración de palacios y casas señoriales como el Palacio de Errekalde, del siglo XVIII; el Palacio de Irizar, destacado ejemplo de arquitectura palaciega; la Casa Jauregui, un ejemplo de arquitectura tradicional vasca; el Convento de Santa Clara; y la Torre de Olaso, una de las casas-torres mejor conservadas de la etapa medieval. Aunque Bergara es un pueblo de interior, está rodeado de un entorno natural de valles y montañas con varias rutas de senderismo como la vía Verde del Urola, que sigue el antiguo trazado del ferrocarril de vía estrecha que conectaba el País Vasco con Navarra. Esta ruta es ideal para senderismo suave, bicicleta o simplemente pasear; la Senda del Río Deba, ofrece agradables paseos que conectan Bergara con otros municipios cercanos como Antzuola, siguiendo el curso del río. Permite observar la flora y fauna de ribera, así como los antiguos molinos, caseríos y puentes que cruzan el río.
Tolosa fue antigua capital de Guipúzcoa y conserva un valioso casco histórico medieval lleno de edificios de interés como la Basílica de Santa María, la Casa Consistorial, Palacios señoriales como el de Idiakez (residencia de Félix Samaniego), el Palacio Atodo y el Palacio Aramburu. También Tolosa destaca por su entorno natural ya que está situada en el valle del río Oria, flanqueada por montañas como Uzturre y el macizo de Hernio, que ofrecen rutas de senderismo y vistas panorámicas preciosas de la comarca de Tolosaldea. El encanto de Tolosa también está en su ambiente, su gastronomía y tradiciones por lo que no hay que dejar de visitar el Mercado del Tinglado (Zerkausia) donde cada sábado se celebra un mercado de productos locales, el TOPIC (Centro Internacional del Títere de Tolosa), único en Europa y el Museo del Chocolate de Gorrotxategi. Por supuesto, no dejen de probar sus reconocidas alubias.
En la costa guipuzcoana se encuentra esta localidad que combina arquitectura marinera, historia y naturaleza. Su puerto, protegido por un dique centenario, es el corazón de la localidad. Las coloridas casas de los pescadores, muchas de ellas con balcones de madera, se apiñan en la ladera del monte, mirando al Cantábrico. Mutriku también tiene un casco histórico muy relevante con su trazado medieval de calles estrechas, palacios y casas señoriales que datan de los siglos XV al XVIII o la Iglesia Nuestra Señora de la Asunción de Mutriku, de estilo neoclásico. En cuanto a su riqueza natural, ya que forma parte del Geoparque de la Costa Vasca, un lugar de gran valor geológico por sus impresionantes formaciones de flysch o capas de roca que se pliegan sobre el mar, revelando millones de años de historia geológica. Además de las playas de Saturraran, para el baño son muy frecuentadas también las piscinas naturales de Mutriku, en el puerto. Estas pozas se crean en las rocas, que se llenan de agua del mar, perfectas para un baño refrescante.
Pasaia significa ‘paisajes’ y la belleza de esta localidad la encontramos en su bahía natural y el contraste de sus dos barrios históricos: Donibane (San Juan) y San Pedro. Lo más característico del distrito de Donibane (o San Juan), en la orilla oriental, es el casco histórico peatonal; las casas-puente, que son casas marineras con pequeños túneles y arcos que hay que atravesar; y la Casa de Víctor Hugo, el escritor francés, que se hospedó aquí en 1843 y ahora es un Museo. En el barrio de San Pedro, se encuentra Albaola, una factoría marítima donde se reconstruye la réplica del ballenero vasco del siglo XVI, la Nao San Juan. Pero Pasaia tiene mucho más, sobre todo para los amantes del ocio al aire libre. Se puede visitar el Faro de la Plata, situado en el promontorio de San Pedro (Monte Ulía). Desde aquí, se puede tomar el tramo del Camino de Santiago que va a San Sebastián, con vistas de acantilados y paisajes verdes.
Azpeitia es bonita sobre todo por su combinación única de patrimonio histórico y natural. Para los más espirituales, es una visita esencial el Santuario de Loyola con su arquitectura barroca, incluyendo la Casa-Torre medieval donde nació San Ignacio de Loyola. Pero hay más cosas que conocer más allá del Santuario de Loyola. El núcleo del pueblo mantiene el encanto de una villa vasca tradicional, con puntos emblemáticos como la Plaza Mayor, la Iglesia Parroquial de San Sebastián de Soreasu y varias casas-torre y palacios que atestiguan su pasado como Palacio Antxona y la Casa Urdaneta. Uno de sus atractivos culturales es el Museo Vasco del Ferrocarril que muestra una gran colección de vagones y locomotoras. También ofrece la posibilidad de viajar en un tren de vapor a lo largo del valle del Urola hasta Lasao. Los que prefieran desconectar en la naturaleza, Azpeitia ofrece la posibilidad de hacer senderismo en el Monte Izarraitz.
Zarautz es uno de los enclaves con más fama de la costa guipuzcoana gracias a su glamour high class, su vibrante cultura surfera y gastronómica y su playa de ensueño: La Playa Larga o Zarautzko Hondartza con más de 2,5 kilómetros de longitud. Un rasgo distintivo de Zarautz son las hileras de toldos de rayas de colores situadas en la arena. Esta imagen le da un aire elegante y de tradición balnearia de lujo que se remonta a la época aristocrática, entre finales del siglo XIX y principios del XX. El paseo marítimo recorre toda la bahía justo a pie de playa, donde está el Palacio de Narros, que fue residencia de la reina Isabel II en el siglo XIX. Pero hay más enclaves naturales que descubrir como los famosos Viñedos de Txakoli, el Biotopo Protegido de Iñurritza, un humedal de gran valor ecológico, o el Ratón de Getaria, uno de los famosos y más fotografiados paisajes. Se trata de una montaña (el Monte San Antón) que antes era una isla pero con el tiempo, se ha ido uniendo a Getaria con un istmo de tierra, como si fuera la cola del ratón.
El pueblo se asienta en la desembocadura del río Oria, donde el río se encuentra con el Cantábrico. El puerto pesquero, activo y lleno de vida, es su corazón. Ver las embarcaciones, especialmente los txalupas (barcas tradicionales), es espectacular aunque lo es más sentarse en alguno de sus asadores a degustar alguno de sus famosos platos de pescado, como el Besugo al estilo Orio. El casco antiguo de Orio tiene un encanto especial y cuenta con edificios históricos como la Casa-Torre de Atxaga o la Iglesia Parroquial de San Nicolás de Bari. Se ubican alrededor de una calle empinada, la Aritzaga kalea, que sube desde el río hacia la parte alta y desde donde se aprecian unas panorámicas hermosas de la desembocadura del río, el puente y la costa. En cuanto a playas, la semi urbana de Orio (Akarregi) es popular entre bañistas y surfistas. Además, Orio cuenta con una arraigada pasión por el remo por lo que siempre se puede alquilar un kayak y navegar por el Oria.
Hernani enamora por su historia, su naturaleza y su fuerte identidad cultural. Conserva gran parte de su trazado y edificios de la Edad Media con monumentos notables como la Iglesia de San Juan Bautista, el Ayuntamiento y el Arco de Zapa, una de las pocas puertas de entrada que queda de la antigua Muralla Gótica del siglo XIV. Pero también es valiosa su riqueza natural. Hernani se encuentra a los pies del monte Santa Bárbara y a orillas del río Urumea, rodeado de montañas y paisajes naturales. Es entrada, además, al Parque Natural de Aiako Harria, con rutas de senderismo que pasan por dólmenes y otros restos prehistóricos. Hernani es cuna del famoso escultor Eduardo Chillida, cuyo museo, Chillida-Leku, se encuentra en la localidad. El Frontón Gallareta Jai-Alai es uno de los templos del deporte vasco donde poder disfrutar de algunos de los encuentros de pelota a mano. Y, como no, Hernani es un municipio famoso por la elaboración de sidra tradicional, así que no hay que irse sin probarla.
A tan sólo 5 kilómetros de Donosti, Astigarraga mantiene su encanto rural y tranquilo. Cuenta con un importante patrimonio monumental como el Palacio de Murguía, que hoy se utiliza mucho para bodas; la iglesia de la Asunción; el Ayuntamiento, que destaca por su diseño barroco y su arquería porticada en la planta baja; y el Puente de Ergobia sobre el río Urumea, que fue un punto crucial en el Camino Real que unía Castilla con Francia y, durante siglos, fue un tramo del Camino de Santiago. Ubicada en un entorno natural único, cuenta con excelentes rutas de senderismo y vistas panorámicas como la ladera de Santiagomendi, con su ermita, su antigua sidrerías-lagar y sus manzanos autóctonos; y el Fuerte de Txoritokieta, del siglo XIX, con restos megalíticos cercanos. Astigarraga es conocida como el epicentro de la tradición sidrera del País Vasco por lo que es imprescindible visitar sus sidrerías (Sagardotegiak) especialmente en la temporada de txotx (de enero a mayo), se degusta la sidra directamente de las grandes barricas (kupelas). Además, la visita al Museo de la Sidra Vasca (Sagardoetxea) para conocer la importancia de la sidra en la región.
La historia de Leintz-Gatzaga (o simplemente, Gatzaga, que significa “salinar” en euskera) ha estado siempre ligada a la sal. Leintz-Gatzaga fue la única salina de todo el territorio de Guipúzcoa durante siglos, lo que la convirtió en un lugar de gran poder económico y político, por eso es interesante visitar el Museo de la Sal (Gatz Museoa) para entender cómo obtenían la sal mediante el calentamiento del agua en calderas (dorlas), un método laborioso que fue crucial hasta el siglo XX. Leintz-Gatzaga ha mantenido su fisonomía medieval, incluso aún conserva cinco de los siete portales originales de la muralla (Rosario, Santiago, San Ignacio, Pilar y Barandapea), que dan un aire de cuento a la entrada del pueblo. Leintz-Gatzaga está situado en el corazón del Alto Deba, cerca de la frontera con Álava, una zona de hermosos hayedos. Muy cerca del pueblo se encuentra el Santuario de Dorleta, patrona de los ciclistas. Es un lugar de peregrinación para deportistas y ofrece un hermoso paseo. Otro paseo natural que no hay que perderse es el Nacimiento del Río Deba, como punto de partida de rutas de senderismo en un entorno privilegiado.
Es el pueblo con más extensión de Guipúzcoa. Ubicado a los pies del monte Aloña, cuenta con uno de los cascos históricos más impresionantes de Euskadi. La Universidad de Santi Spiritus, es uno de los atractivos más destacados de Oñati, pero no el único. También destacan la Iglesia de San Miguel, el Monasterio de Bidaurreta, la Plaza de los Fueros, el santuario de Arantzazu, la Plaza de Santa Marina o la torre Palacio Lazarraga, todos imprescindibles. Pero también se puede disfrutar de la naturaleza, como el Parque Natural de Aizkorri-Aratz, que, desde el Santuario de Arantzazu, parten varios recorridos de impresionantes vistas. Las Cuevas de Arrikrutz es un sistema de galerías subterráneas, un tesoro geológico y paleontológico que no hay que perderse. Por último, el Centro de Interpretación del chocolate de Oñati, más conocido como Txokolateixa, está situado en la antigua sede de la Chocolatería Orbea, un espacio que muestra la tradición chocolatera de esta villa vasca.
Bajo el monte Jaizkibel y junto al puerto de Pasaia se encuentra Lezo, cuyo casco urbano esconde algunos tesoros históricos como la Basílica del Santo Cristo que, por cierto, guarda una de las pocas tallas de Cristo sin barba en Europa. También la Iglesia de San Juan Bautista, con numerosas gárgolas en su fachada. El Parque Markesane se llama así por su anterior propietaria, la Marquesa de Cartago, es un tranquilo entorno verde urbano para dar un relajante paseo. Es muy buena idea echarse al monte, porque el Jaizkibel se encuentra salpicado de restos arqueológicos como dólmenes y cromlech, además de torreones de las Guerras Carlistas y numerosos acantilados que descubrir. En cuanto a cultura popular, Lezo cuenta con un personaje propio del Carnaval llamado Trapujale que es una figura simbólica creada en una época de hambruna, cubierta de trapos y con rasgos de hombre, caballo y betizu (vaca salvaje vasca), que lidera los festejos.
Su casco antiguo, a orillas del río Oria, conserva buena parte de su diseño medieval. Sus calles están salpicadas de palacios y casas nobles como el Palacio Barrena, que hoy funciona como Casa de Cultura y que cuenta con unos magníficos jardines diseñados por Juan de Herrera. El palacio Zabala, la Casa Torre de Muxika y la Plaza Mayor, donde se celebra el famoso Mercado Tradicional de Ordizia que se celebra todos los miércoles desde 1512. Es una institución histórica tan importante, que los precios que se establecen cada semana en Ordizia sirven como referencia para los productos agrícolas de toda Euskadi. Otro de los productos estrella de Ordizia es el Queso Idiazabal y en septiembre, celebra el Concurso de Quesos de leche de oveja Latxa, donde se subastan a precios astronómicos los quesos ganadores. Ordizia es eminentemente gastronómica y aquí se encuentra el Centro D'elikatuz, que no es sólo un museo sino también un Centro de Interpretación de la Alimentación, la Gastronomía y el Territorio del Goierri que busca poner en valor la riqueza de la zona con visitas guiadas y catas y degustaciones. Además tiene tienda donde adquirir productos locales.
Azkoitia se distingue por su rico patrimonio arquitectónico y su ubicación en el valle del Urola, un entorno natural de gran belleza paisajística; su casco histórico es una muestra viva de su pasado destacando las imponentes casas torre y palacios como la antigua Casa-Torre de Balda, la Casa Rekalde, el Palacio Insausti, la Torre Idiakez y el Palacio Floreaga, junto a la majestuosa Iglesia de Santa María la Real de la Asunción que realza el núcleo urbano; además de su valor monumental, Azkoitia tiene una fuerte identidad cultural y es considerada una de las cunas de la pelota vasca con los Frontones Jorge Oteiza como referente, y cabe destacar también la Biblioteca Aizkibel, que antaño era la estación de tren del Urola y aún conserva elementos de aquella época. Al estar situada a los pies del Monte Izarraitz y junto a la Vía Verde del Urola, que ofrece excelentes oportunidades para el senderismo y el contacto con la naturaleza, sirviendo además como punto estratégico por su cercanía al célebre Santuario de Loyola en Azpeitia.
Errezil se encuentra en el interior de Guipúzcoa, rodeado de montañas y valles en un paraje de intensos verdes. Es una zona que ha sabido mantener su patrimonio rural, salpicado de caseríos (baserriak) integrados en el paisaje. Estos caseríos no sólo son viviendas, sino el corazón de la explotación agrícola y ganadera tradicional vasca. El pequeño núcleo urbano de Errezil se articula en torno a la plaza y la Iglesia de San Martín de Tours. Las casas son de estilo tradicional, con fachadas de piedra y madera. Al estar muy ligada a la tierra, Errezil cuenta con unas festividades interesantes, como la Fiesta de la Manzana de Ibarbi, que se celebra a principios de diciembre, y está dedicada a la famosa manzana local, la Errezil Sagarra, con una feria popular, venta de la fruta y sus derivados (sidra, postres). Este evento es una gran celebración de los productos del baserri (caserío).
A pesar de su reducido tamaño, Baliarrain alberga varias piezas de interés histórico y cultural como la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, un gran frontón, el Caserío Lopetedi -un majestuoso caserío del siglo XVII, reflejo de la arquitectura señorial rural-, el Antiguo Molino que aún conserva su infraestructura hidráulica original y hasta una Meta (o almiar, en castellano) que era un pajar al descubierto de forma cónica. Su ubicación privilegiada, en las laderas del monte Altzagamendi, en las estribaciones de la Sierra de Aralar y cerca del río Oria, le confiere un entorno de campos verdes, tranquilidad absoluta y magníficas vistas panorámicas. Baliarrain ofrece excelentes oportunidades para el senderismo, como la ascensión al enclave de San Juan Iturri, desde donde se puede disfrutar de un balcón natural con vistas a municipios vecinos y a las sierras de Aizkorri y Aloña. También destaca el cercano Embalse de Ibiur.
Gracias a la preservación de su villa medieval amurallada y de su rico patrimonio arquitectónico, Segura es una de las mejores representaciones del urbanismo de la Baja Edad Media en la provincia. Su casco histórico cuenta con una impresionante colección de palacios y casas blasonadas (de los siglos XV al XVIII), como la monumental Casa Jauregi, el Palacio Guevara, el Palacio Lardiazabal y la histórica Casa Arrue, que dan testimonio de su pasado de esplendor. Un elemento de gran interés es la Casa Ardixarra, que funciona como un Centro de Interpretación de la Edad Media, permitiendo al visitante sumergirse en la vida y la estructura económica de la villa; a este conjunto se suma la Iglesia de la Asunción, notable por su hermoso pórtico barroco. El pequeño Museo Erraztiolatza abrió sus puertas en 2008 de la mano de Rafa Berasategui y es un espacio para conocer las tradiciones y costumbres de nuestros antepasados a través de herramientas de herrería o de labranza.
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