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Ruta en bici por Molina-Alto Tajo (Guadalajara)

Ruta en bici por el Geoparque Comarca de Molina-Alto Tajo (Guadalajara)

Ruta a pedales por el 'eastern' de Guadalajara

Actualizado: 07/11/2025

Esta senda cicloturista explora el corazón del Geoparque Comarca de Molina-Alto Tajo (en la provincia de Guadalajara) atravesando el cañón de la Hoz del río Gallo y la paramera.

Buntsandstein. Es el nombre del capricho geológico en forma de areniscas que dominan esta zona atrapada entre las sierras del Alto Tajo y el altiplano del Señorío de Molina. Estamos en la cara oriental de la provincia de Guadalajara, donde se despliega un territorio que se ha ido formando desde hace 250 millones de años a través de cauces fluviales y páramos de color rojo. Es la unidad cromática de un paisaje cambiante, áspero e inspirador, que hace de la bicicleta el mejor medio para explorarlo y del otoño la mejor época. Cañones y desfiladeros de paredes verticales que irrumpen en la llanura vasta y ventosa; pueblos olvidados y coronados por fortalezas medievales, además de caminos polvorientos que nos abren este mapa geológico en tres dimensiones. No todos se atreverán a tratar de domar la paramera cuando arrecia el frío estepario o el calor estival en la meseta. Planteamos una ruta a pedales por el corazón del geoparque de Molina de Aragón.

Barranco de la Hoz (Guadalajara)
Estas formaciones rocosas se formaron hace 250 millones de años.

Cañones, castillos y fósiles

Estamos a medio camino entre Madrid y Zaragoza donde, poco a poco, va desapareciendo la civilización a merced de la llanura árida que envuelve la ciudadela de Molina de Aragón. Su imponente castillo medieval, declarado Bien de Interés Cultural, ofrece al viajero unas vistas privilegiadas desde la colina sobre el valle del Tajo. Toda esta zona forma parte del Geoparque Mundial Comarca Molina-Alto Tajo (4.186,9 km²) reconocido oficialmente como tal por la UNESCO en septiembre de 2014 por conservar maravillas telúricas como los yacimientos fósiles y los afloramientos rocosos singulares tallados por el curso del Tajo y sus afluentes. Han modelado a su antojo cañones colorados que a los más peliculeros trasladarán al oeste americano.

Castillo de Molina de Aragón (Guadalajara)
El imponente castillo de Molina de Aragón.

Pero no todo es desierto aquí, en el eastern de Guadalajara, pues esta área protege a su vez una gran biodiversidad con bosques de pino y sabina y una fauna variada que incluye aves rapaces y esteparias además de mamíferos como el ciervo, el corzo o el jabalí. Esta riqueza biológica se alterna con castillos, atalayas, murallas y puentes medievales como muestra de un patrimonio cultural ligado a pueblos históricos como Checa, Orea, Peralejos de las Truchas o Molina de Aragón, nuestro punto de partida en esta ruta a pedales. Además del barranco de la Hoz, el viajero descubre en el Geoparque un extenso catálogo de maravillas naturales como la laguna de Taravilla, la sierra de Caldereros, la sima de Alcorón o el Hundido de Armallones. Pero eso será otra ruta por hacer. Ahora ponemos el foco en el epicentro de esta tablero de juegos del Paleozoico para explorar el territorio cambiante que rodea la localidad de Molina de Aragón.

“Lo ideal es hacerlo en la modalidad gravel, pues el itinerario alterna senderos pedregosos, de tierra, gravilla o asfalto, haciendo de la MTB (mountain bike) una opción también muy válida”. Así lo considera Sergio Grande, ciclista experimentado en esta zona del Alto Tajo. Aquí los desniveles son constantes, pero nunca extremos y el tráfico es casi inexistente cuando se pedalea por el baldío. Nuestro recorrido en bici se plantea como un itinerario circular que parte y culmina en el castillo de Molina de Aragón para adentrarse primero en el cañón de la Hoz del río Gallo para después ascender hasta la famosa paramera que atrapa pequeños pueblos donde el tiempo se ha detenido hace 50 años. Ponemos rumbo al desierto de Guadalajara.

Parking del cañón de la Hoz
Los acantilados rojizos del cañón de la Hoz.

“Un paisaje de otro planeta”

“Molina de Aragón cuenta con uno de los conjuntos históricos más importantes de la región”. Así lo explican desde el Geoparque. “Destacan su castillo, la Torre de Aragón, el barrio de la judería o sus iglesias”. En la oficina de turismo se realizan visitas por su ciudadela y casco antiguo. Pero alejémonos por un momento del medievo para empezar a pedalear en dirección al barranco de la Hoz. Cruzamos el puente románico mientras poco a poco vamos dejando atrás la villa por la carretera GU-958, que plantea un recorrido solitario entre los campos de cultivo que acompañan el curso del río Gallo. Una señal indica “Molina de Aragón, localidad tipo del Aragonito”. Es el mineral más característico de la zona, formado por carbonato cálcico cristalizado, que aparece entre las arcillas y yesos del triásico superior. “El nombre se debe al mineralogista alemán Abraham Gottlob Werner, quien en 1788 lo describió por primera vez en Molina de Aragón creyendo que se encontraba en tierras aragonesas. Desde entonces, es conocido por este nombre en todos los países del mundo”, como informan desde el Geoparque Comarca de Molina-Alto Tajo.

Ventosa es el último pueblo que pasamos antes de divisar los acantilados rojizos del cañón de la Hoz. De repente, sin aviso, la llanura se corta. Estamos ahora dentro del Parque Natural del Alto Tajo (105.721 hectáreas) donde el río Gallo y sus afluentes han tallado aquí, en el borde de la paramera, una serie de cañones y hoces con paredes verticales que alcanzan los doscientos metros de altura. El aire seco y abierto del altiplano se transforma en la frescura umbría de los bosques de ribera que persiguen los trazos del río encajonado. Pedaleamos en ligero descenso mientras vamos bordeando los pináculos de arenisca y otras formaciones rocosas como el Tormo Alto o la Piedra de la Campana, testigos de la erosión selectiva que ha ido esculpiendo este lugar durante millones de años. “Parece de otro planeta, es un paisaje único”, apunta Sergio Grande. “Lo que más llama la atención es la luz, cómo va cambiando y filtrándose en el bosque ahora en otoño y cómo se refleja tanto en el asfalto como en las laderas del río Gallo”, añade el ciclista, originario de La Alcarria. Hemos llegado al Santuario de la Virgen de la Hoz.

Llegada al Santuario de la Hoz (Guadalajara)
El Santuario de la Virgen de la Hoz está a los pies de las rocas.
Virgen de la Hoz
Un pastor encontró la talla en el siglo XII oculta entre las rocas.

Según la tradición, en el siglo XII un pastor de Ventosa encontró una imagen de la Virgen oculta entre las rocas del barranco mientras buscaba un animal extraviado. Hoy ese lugar alberga este pequeño templo bajo el precipicio, que combina elementos del románico tardío y del gótico primitivo y atrae a viajeros de toda España. Un grupo de motoristas aparca sus vehículos para visitar el santuario, unas señoras, que acaban de llegar desde Madrid, quedan asombradas por el entorno mientras una pareja de excursionistas continúa su travesía por la Ruta del Santuario de la Virgen de la Hoz (PR-GU 02). Desde esta iglesia parten caminos inaccesibles en bici que ascienden por el barranco hasta los miradores que se asoman al mismo. El santuario cuenta con un pequeño bar y zona de descanso, pero la mayoría de los ciclistas continúan un kilómetro más por la senda fluvial hasta el merendero del barranco de la Hoz, una explanada tranquila junto al río, rodeada de árboles y mesas. Es el lugar ideal para hacer una pausa y reponer fuerzas antes de comenzar la subida de regreso.

Travesía por los páramos del señorío

El contraste entre la humedad del fondo de valle y la aridez de las laderas superiores marca el primer cambio de escenario. Abandonamos el cañón de la Hoz para seguir por senderos pedregosos que recorren huertos austeros, prados dorados e hileras de chopos. A la izquierda divisamos el castillo de Santiuste. No muy lejos se encuentra Rillo de Gallo, que conserva las primeras huellas de dinosaurio encontradas en España. Continuamos pedaleando por carreteras vacías como la CM-2015 y la CM-210 rumbo norte hacia la paramera del Señorío de Molina.

La paramera del Señorío de Molina.
La paramera del Señorío de Molina.

En este altiplano, elevado a 1.200 metros sobre el nivel del mar, el horizonte se abre sin obstáculos, salpicado por algún bosquete de sabina y encina donde encontramos sombra ante el sol del otoño y el duro asfalto. Se inicia aquí uno de esos “falsos llanos” que advierten los ciclistas pues, poco a poco, avanzamos en ascenso por esta llanura sembrada de campos de cereal y vertebrada por pistas de grava que exploran el terreno. A lo lejos se divisan las alineaciones del Sistema Ibérico, con el Alto Tajo al sur y las sierras del Ducado al oeste y de Albarracín al este.

“Es una zona desolada, evocadora, como si estuviera detenida en el tiempo”, apunta Sergio Grande. “Las casas de piedra abandonadas ayudaban a verlo así”, comenta nada más llegar al pueblo de Rueda de la Sierra para una parada estratégica. Al norte, entre las pequeñas localidades de Hinojosa, Torrubia y Embid, la paramera conserva las charcas del Señorío de Molina. En estas lagunas endorreicas, sin salida natural al río, el agua se acumula creando un santuario de biodiversidad frecuentado por aves esteparias como la avutarda o la alondra. Sin embargo, estos humedales muchas veces se secan debido a la evaporación o infiltración, especialmente en temporada de pocas lluvias, como la que precede a la actual. El itinerario de retorno a Molina de Aragón serpentea entre los navajos (pequeñas depresiones), las areniscas erosionadas y los sabinares, hasta que divisar las murallas que protegen el castillo. La vuelta a la villa se lleva a cabo por una pista descendente que atraviesa la campiña seca a toda velocidad para deleite del ciclista. Se lo había ganado.

Pináculo
Pináculos de arenisca y otras formaciones rocosas como el Tormo Alto o la Piedra de la Campana.

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