Ruta por las Lagunas de Villafáfila y la estepa de Zamora

Bienvenido al reino de la avutarda en la Tierra de Campos

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Actualizado: 04/06/2025

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Nos perdemos en un horizonte campestre que parece no tener fin. Aquí, en la estepa de Zamora, donde la luz de la tarde da un respiro del calor incipiente y colorea el cereal de tonalidades doradas, mientras las aves emprenden el vuelo. Pues este es un aeropuerto, un auténtico hub ornitológico donde cada día llegan viajeros emplumados desde el norte de Europa y el sur de África para hacer escala en estos humedales que vamos a explorar. un auténtico oasis de biodiversidad. Buscamos las Lagunas de Villafáfila.

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Primero, ubiquémonos. Estamos en la provincia de Zamora, a la altura de Villalpando, parada obligada en cualquier itinerario hacia el norte peninsular, donde tomamos la salida 234 para adentrarnos en la llamada Tierra de Campos. Es esta una comarca de villas históricas y llanuras infinitas desde aquí hasta los territorios de Valladolid y de Palencia.

Estas lagunas se convierten en el hogar de miles de aves en su viaje desde el norte de Europa y el sur de África.

Más allá de los vestigios del Románico y del Gótico y de las señales que nos guían por la Vía de la Plata, encontramos entre las planicies arcillosas una zona lacustre que envuelve la población de Villafáfila y que guarda para el viajero una extensa colección de aves que vienen y van cada día. ¿La reina? La avutarda, el animal volador más pesado del mundo que tiene aquí su santuario.

Nos perdemos en un horizonte campestre que parece no tener fin.

“La avutarda (avu tarda) toma las cosas con tiempo. Levanta pesadamente, eso sí, pero sin prisas, cuando el hombre no es más que un punto oscuro en el horizonte”. Son palabras de Miguel Delibes sobre esta ave que se ha convertido en el símbolo de esta reserva natural que ocupa una superficie de 32.682 hectáreas y comprende once términos municipales. Vamos a descubrir un itinerario en coche para explorar los principales miradores y lugares imprescindibles de esta zona singular, además de dos rutas ideales para recorrer la reserva a pie.

Los espías de la estepa zamorana

No se ven árboles, ni montañas y la carretera es una línea recta trazada con escuadra y cartabón en esta campiña solitaria donde el ser humano ha creado un rico patrimonio arquitectónico de tapial y adobe. Hablamos de la “cultura del barro” y su principal exponente: el palomar. Avanzamos por la ZA- 715 rumbo oeste, dejando atrás la pequeña localidad de Tapioles donde nos detenemos en el mirador de su llanura homónima en busca de la avutarda.

Muchas cigüeñas aprovechan los tejados en ruinas para construir sus nidos.

“Las estepas cerealistas son un ecosistema diverso que combina cultivos de cereal, como el trigo y la cebada, y de leguminosas, como alfalfa de secano, pastizales naturales que bordean arroyos y regados con zonas de barbecho y baldíos”. Así lo informan desde la red de Áreas Naturales Protegidas de Castilla y León. “Todo este complejo forma un ecosistema muy rico en fauna, que se mantiene con la intervención humana”.

La llamada Tierra de Campos se ha convertido en uno de los espacios predilectos para la observación de aves.

Alondras, garzas, cigüeñas, cogujadas, terreras, trigueros, perdices, aguiluchos, cernícalos… Más de 25 especies de aves esteparias se congregan en la Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila. Entre todas ellas destaca la avutarda, que cuenta aquí con una población de cerca de 2.000 ejemplares y que representa una de las zonas con mayor densidad de esta ave de toda su área de distribución. “No obstante la situación actual de la especie está sufriendo un lento pero continuado declive”, según el equipo de la red de Áreas Naturales Protegidas de Castilla y León.

Ruta Lagunas Villafáfila mirador restaurado

Algunas edificaciones han sido restauradas mientras que otras se conservan en ruinas.

Probamos aquí el birdwatching, un ejercicio de paciencia y contemplación, sea uno experto o no, que invita a fundirse con el entorno y hacerlo en silencio para no alterar la escena pajarera y escuchar esta jam session interpretada por flautines variados o aves que unas veces se ven y otras no. Pero siempre rondan por este complejo lagunar de carácter temporal y salino formado por tres humedales principales, Salina Grande, Barillos y Salinas, y otra serie de humedales más pequeños, enclavado en la cuenca semiendorréica del Río Salado. “Concentra casi el 50 % de las aves acuáticas de Castilla y León”, como explican desde la reserva.

Siempre hay algún experto que ayuda en la identificación de las aves.

No tardamos en encontrar la primera laguna, la de la Fuente, que cuenta con un estratégico observatorio de aves junto a un área de aparcamiento donde descansa una autocaravana frente al camino donde circulan ciclistas. Las rutas a pedal son muy populares en este territorio, sin apenas desnivel e incontables estampas como esta. Una bandada de ánades se da cita en la laguna mientras los cuervos escapan de nosotros al tratar de acercarnos hasta el límite de la zona vetada al paso. Aviso: “En los últimos años las molestias generadas por turistas y fotógrafos que intentan acercarse a pocos metros de las avutardas se han convertido en un gran problema de conservación al obligarlas a gastar grandes cantidades de energía en vuelos innecesarios”. Así lo alerta el equipo de la Red de Áreas Naturales Protegidas de Castilla y León.

Las estepas cerealistas son un ecosistema diverso.

Sin embargo, esta especie no aparece en el humedal o la laguna, sino en las parcelas de secano, el otro ecosistema referente de la Tierra de Campos. En esta reserva natural lo ideal es acudir con prismáticos o teleobjetivo, aunque los observatorios, casi siempre elevados, suelen disponer de telescopios para disfrutar del escenario pantanoso y sus actores a distancia. Esto es ideal para lo senderistas que quieren explorar la zona a pie y sin equipo pesado. Un excelente lugar para detenerse en el camino es el mirador de la Laguna Rosa, donde acuden desde ornitólogos expertos a familias con niños a contemplar las aves migratorias. De todas formas, el mejor lugar para empezar a tomar conciencia de la riqueza en biodiversidad del lugar es el Centro de Interpretación de la Reserva.

La Casa del Parque

Este se localiza en la carretera que une Villafáfila con Tapioles y está constituido por varios espacios. Por un lado, está la Casa del Parque, con un diseño arquitectónico que reproduce el tradicional palomar y que conserva en su interior recursos expositivos y audiovisuales para informar de las características de la Reserva y su riqueza ecológica. El Centro cuenta también con el Parque de Fauna, que “está constituido por tres lagunas artificiales con una extensión de 23 hectáreas que recrean el ecosistema lagunar”, apunta el equipo del complejo.

Ruta Lagunas Villafáfila centro de interpretación

El Centro de Interpretación es el mejor espacio para entender la importancia de este enclave.

“Dispone de un recorrido de unos 1.500 metros con observatorios para poder ver las aves”, añaden. Es importante saber que el Centro de Interpretación de las Lagunas de Villafáfila abre los viernes, sábados, domingos y festivos de 10:30h a 14:00 horas y de 16:00h a 19:00 horas. Conviene, de todas formas, consultar la web del parque antes de venir aquí porque en verano e invierno, estos horarios pueden tener modificaciones.

Miradores y palomares

Seguimos nuestro recorrido para atravesar el pueblo de Villafáfila y continuar rumbo al de Otero de Sariegos, bordeando así la Laguna Salina Grande. Desde el observatorio de Otero, divisamos buena parte del mayor humedal de la zona donde el encharcamiento, la salinidad y la climatología extrema del lugar han propiciado la aparición de especies botánicas típicas de zonas continentales y marinas. “Entre las muchas especies de plantas existentes en el humedal de interés botánico, destaca la juncia o castañuela”, explican fuentes de la reserva.

A lo largo de la ruta se distribuyen diversos miradores.

Nuestra ruta en coche desde Villalpando se plantea como un itinerario circular de cerca de 30 kilómetros con paradas estratégicas y otras muchas sin planear para buscar a las tímidas avutardas, que huyen de la presencia humana. Es fácil divisarlas en la lejanía, pero nunca cerca. A las cigüeñas, en cambio, no parece importarles demasiado ya que observan nuestro paso desde lo alto de los campanarios y desde los palomares que se reparten por toda la estepa. Este tipo de construcción es quizá la más tradicional de la Tierra de Campos, que decora esta acuarela de tonalidades ocres. Los palomares de Zamora están construidos en barro para dar cobijo a las aves y, aunque pueden ser circulares, cuadrados o rectangulares, todos tienen algo en común: su orientación, siempre buscando la luz solar para propiciar el crecimiento de las crías de las palomas.

Las flores de la primavera salpican los campos de labor.

En la Edad Media poseer un palomar era un símbolo de estatus y posteriormente fueron convirtiéndose en una actividad agrícola con la que se lograban ingresos mediante la comercialización de las palomas. Cuentan que su origen se remonta al Imperio Romano, como el del puente piedra que se conserva aquí, el de Villarigo, donde cruza un rebaño de ovejas guiadas por su pastor. Otros vestigios romanos en la zona los encontramos en el Yacimiento de Villarigo, donde se pueden apreciar unos cuidados mosaicos, y en la Fuente de San Pedro.

Apenas algunos rebaños de ovejan pueblan estas tierras.

Rutas a pie. Además del recorrido en coche, existen dos itinerarios para tomar el ritmo del paisaje y descubrir las lagunas de Villafáfila a pie. El primero propone una caminata de dos horas por los términos municipales de Tapioles, Revellinos, Villafáfila y Villarrín de Campos bordeando los humedales y cruzando campos de trigo salpicados de palomares. El segundo, es un trekking sencillo de una hora y media que recorre la Laguna Grande en el término de Villafáfila y culmina en las ruinas del Monasterio de Granja de Moreruela.

Dónde comer y dormir cerca de las Lagunas de Villafafila

En la 'Posada Los Condestables' (Villalpando; Real, 24. Tel. 950 66 0939). Un elegante hotel de 4 estrellas con spa situado en la Posada Real de Villalpando, en la provincia de Zamora. Su restaurante defiende una cocina tradicional castellana sencilla que destaca por su producto de proximidad.