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Derribar mitos y poner el foco en las certezas, es a lo que se dedica está gran erudita del vino que está empeñada en ponérselo fácil a quienes no tienen la suerte de poseer sus conocimientos. La inglesa Jancis Robinson tiene además tiene la capacidad para explicar con ironía y claridad lo que a muchos de sus colegas empeñados en hablar solo para entendidos se les resiste. “Lo que más me gusta es que hay vinos para cada día, vinos para ocasiones más elegantes y vinos concebidos para celebrar los momentos más especiales de la vida. Conozco a personas que solo beben burdeos premier cru y borgoñas grand cru, pero odiaría ser una de ellas; echaría de menos mis honestos vinos campesinos”.
Estos son algunos de sus sabios consejos:
“Son vinos que no son extremos en ningún sentido y que, con el tiempo, han demostrado ser capaces de agradar a una gran variedad de paladares”. Entre los españoles señala el albariño en blanco y la garnacha en tinto.
Hay que intentar conquistar a los invitados con cada copa. Foto: Sofía Moro.
“Es mucho más inteligente elegir un vino adecuado para cada ocasión que servir siempre el vino más exclusivo que uno se pueda permitir. Por ejemplo, servir algo demasiado especial en una barbacoa sería tirar el dinero. Un tinto especiado robusto como un malbec de Mendoza, uno del Ródano meridional, una garnacha de España o un shiraz de Australia cumple a la perfección. Para una cena sencilla, elegiría un vino simple pero honesto: un beaujolais, un muscadet o un chianti joven quizá de un productor artesanal. Pero si mis invitados son auténticos apasionados del vino, me aseguraré de servir algo que los conquiste”.
“Existe un debate excesivo sobre el maridaje perfecto. Elegir un vino ya es suficientemente complicado como para tener que preocuparnos de si combinará o no con la comida. Mucho más importante que el color de un vino es su peso en boca y el impacto en el paladar. Si va a comer algo delicado —burrata, mozzarella fresca, queso de cabra, tortilla, pescado blanco al vapor o pollo—, tiene sentido acompañarlo con un vino ligero y delicado: un vermentino, un chablis, un sauvignon blanc o un rosado o tinto ligero como un pinot noir, un cinsault o un beaujolais. En cambio, si va a comer panceta de cerdo, hamburguesa, steak tartare o venado, quizá prefiera un vino más carnoso, con cuerpo, como un rico garnacha, syrah/shiraz o mourvèdre/mataró”.
"Mucho más importante que el color de un vino es su peso en boca y el impacto en el paladar". Foto: Aranzazu Navarro.
“Hay algunos trucos que se pueden tener en cuenta para maridar con un vino concreto":
“Por muy escéptica que sea sobre los «maridajes perfectos», sé que la gente aprecia los métodos rápidos, por lo que a continuación sugiero algunas combinaciones que funcionan. Fíjese en que, en general, los vinos blancos resultan mucho más fáciles de maridar que los tintos". Estos son algunos ejemplos:
PRIMEROS PLATOS:
Los riesling pueden combinar muy bien con comidas especiadas. Foto: Eva Mañez.
PLATOS PRINCIPALES:
QUESOS:
QUESOS:
Queso y vino, un matrimonio perfecto. Foto: Alfredo Cáliz
DULCES:
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