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Taramundi

El primer (y afilado) destino rural

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Al oeste de Asturias y muy cerca de Galicia se encuentra este pequeño y bello pueblo de interior, rodeado de casas de piedra y tejados de pizarra, donde el visitante se adentrará en la tradición más arraigada de sus habitantes. El verde del bosque y el azul de los ríos que bañan su orografía se reflejan en una afilada hoja de navaja, que distingue a un pueblo que hunde sus raíces en el arte de la cuchillería y la herrería, una actividad que se remonta a la Edad Media, propiciada por la abundancia de hierro en la zona. 

Y la misma geografía asturiana se encarga de recordar al viajero que estos viejos oficios artesanales aún están muy arraigados y que Taramundi está vinculado a la tierra, al agua, al fuego y al hierro. En un recorrido por los alrededores del municipio, se manifiesta la Prehistoria en el poblado de Os Castros; aparece una serie de ingenios hidráulicos en buen estado de funcionamiento en el Conjunto Etnográfico de Os Teixois; se deja ver la navaja más grande del mundo en el Museo de la Cuchillería; más de mil antiguos objetos resisten en el museo Etnográfico de Esquíos; se descubre el mayor museo de molinos en Mazonovo y diferentes actividades artesanales se lucen en el Centro de Artesanía de Bres.

Y a pesar de su gran valor etnográfico, y de vuelta en la villa, Taramundi también cuenta con patrimonio artístico, representado principalmente por la iglesia parroquial de San Martín y el retablo barroco que descansa en su interior. No menos interesante es la Casa Rectoral, ya no sólo por dar cuenta del estilo palaciego de Asturias; es el emblema del turismo rural, que nació en Taramundi en los años ochenta, fruto de un proyecto pionero y piloto para reflotar una zona entonces deprimida.