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Torrijos

Lo que pudo haber sido y no fue

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Por esta localidad, situada al norte de Toledo, pasó el Lazarillo de Tormes. Quizá vivió por aquí alguna de sus desventuras y ni tiempo tuvo de fijarse en el rico patrimonio que le rodeaba. El pináculo de la Colegiata del Santísimo Sacramento sobresale en el tranquilo y pausado perfil de este municipio, situado a solo 29 kilómetros de la capital castellano-manchega. Su momento de mayor esplendor coincide con la época de Gutierre de Cárdenas, una figura prominente durante el reinado de los Reyes Católicos. De hecho, fue él quien se encargó en secreto de los trámites para la boda de Isabel con Fernando de Aragón. Su sepulcro se encuentra en el coro de la Colegiata. Lo que pudo haber sido y no fue es una expresión que sintetiza bien la evolución histórica y patrimonial de Torrijos, pues parte importante de su patrimonio arquitectónico no ha llegado en pie a nuestros días. El Palacio de don Pedro de Castilla, luego convento de las Concepcionistas Franciscanas, y el antiguo Hospital de la Caridad son, junto a la Colegiata, las edificaciones más importantes del municipio. La invasión napoleónica, desgraciadamente, se llevó por delante muchos edificios de gran valor, como el monasterio franciscano de Santa María de Jesús de Torrijos, una joya artística, obra de Juan Guas. También desaparecieron el Palacio de los Señores de Maqueda, el Hospital de la Consolación, la muralla y el Hospital de la Santísima Trinidad, del que solo quedan el claustro y la capilla. La decadencia de Torrijos comenzó con la muerte de la familia Cárdenas y se extendió hasta el siglo XIX, que vio la llegada del ferrocarril y nuevas posibilidades económicas. 

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