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La comarca valenciana más indómita y desconocida, la menos habitada, es el Rincón de Ademuz. Esta comarca se encuentra rodeada de territorio conquense (Castilla-La Mancha) y turolense (Aragón). Tanto Ademuz como los siete pueblos y las diversas aldeas que lo conforman se merecen un viaje en el que descubrir su naturaleza, etnografía y rica gastronomía, pero eso lo dejamos para otra ocasión. Hoy os proponemos una excursión por el río Bohílgues. Perfecta para hacerla en un día si estás en Valencia -se encuentra a solo dos horas de viaje- o viniendo desde Teruel por la N-330, recorriendo una sinuosa carretera que sigue la ribera del Turia entre hermosas formaciones rocosas y bellos parajes.
El río Bohílgues nace en Vallanca y desemboca en el río Turia, ya en Ademuz, y se dice que es el más limpio de Valencia. Iniciaremos nuestra ruta en Ademuz y en esta ocasión no la cubriremos entera caminando los cinco kilómetros. Como hace calor recorreremos la mitad a pie -la más sombreada, que va ribereña al río- y dejaremos la parte más expuesta al sol para hacerla al atardecer desde Vallanca donde llegaremos en nuestro coche por la carretera CV-478. Si vas en otoño cuando los chopos llenan el camino de hojas, los tonos dorados predominan y la canícula no aprieta, entonces sí te recomendamos hacerla completa.
Iniciamos nuestra excursión en el Antiguo Molino de la Villa donde se encuentra la oficina de turismo de Ademuz. Este centro de interpretación del agua se aloja en un molino medieval, que estuvo activo hasta mediados del siglo XX y conserva la maquinaria original de dos conjuntos de muelas. Aprovechamos para llenar nuestras cantimploras en la Fuente Vieja, junto al antiguo lavadero donde las mujeres antaño lavaban arrodilladas. Construido en 1903, el lavadero era el centro de reunión del pueblo, bien para hacer la colada, bien para ir a por agua, o simplemente para charlar un rato a la fresca.
El sendero PR-CV 131.6 está muy bien señalizado, así que es fácil caminar y seguir sus indicaciones. Nada más adentrarnos en él, se nota el ambiente fresco y húmedo por lo que, aunque es verano, la sombra convierte la temperatura en agradable, perfecta para pasear. Lo primero que nos llama la atención es lo espeso de su vegetación, las decenas de mariposas y libélulas que revolotean a nuestro paso y el cantar de los pájaros.
Chopos, nogales, arces, olmos, fresnos, abedules y abrazadoras trepadoras acompañan al cauce, declarado Microrreserva de Flora en 2001. Se trata de un increíble ecosistema ya que en sus cuatro hectáreas de superficie se han identificado hasta 98 especies de flora, algunas de ellas consideradas protegidas, endémicas o raras. En muchos tramos, el camino se convierte en un sendero botánico con carteles que nos ayudan a interpretar el ecosistema y a identificar las especies vegetales. La excelente calidad de sus aguas permite encontrar nutrias, anguilas, barbos o cangrejos autóctonos.
Las huertas abancaladas con muros de piedra en seco a los márgenes del cauce nos acompañan durante este primer tramo del camino. Pasamos por la Fuente del Tío Juan Manzano y un refugio abierto con mesas. El camino sigue hasta la antigua central eléctrica Nuestra Señora del Milagro, que estuvo en funcionamiento hasta 1974, y junto a ella encontramos algunas huertas que aprovechan las fértiles tierras. Seguimos ahora por la margen derecha del río Bohílgues, donde el cauce va encajonado por altas paredes y el camino se hace más agreste, ya que tiene que salvar los distintos saltos de agua. Encontramos hermosos remansos de agua como el Azud de Sanguina.
En los momentos que nos alejamos de la exuberante vegetación del río nos llama la atención las altas paredes rocosas, del mismo color que las casas de Ademuz. Eso es debido a que los materiales rocosos que atraviesan el río, formados por calizas travertinas, fueron utilizados como material de construcción de viviendas y edificios del entorno. Desviándonos por una pequeña senda llegamos a la Cascada de la Hoz, uno de los lugares más hermosos de la ruta y donde podemos encontrar un poco más de gente. Al tener un acceso tipo playa es ideal para el baño con niños o para quienes no se atreven a sumergirse de golpe en las aguas frías del río. Poco después, una señal nos indica cómo acceder a la Gran Cascada, que está menos visitada ya que no cuenta con un acceso tan cómodo, pero cuya singular belleza bien merece el intento.
Tras descansar y darnos un buen chapuzón, regresamos por donde hemos venido. Si quisiéramos continuar seguiríamos la ruta durante 3,4 km por la Veguilla, donde la Hoz del Bohílgues se ensancha dando paso otra vez a campos de cultivo, huertas, grandes nogales y campos de manzanos hasta llegar a Vallanca.
De vuelta en el Molino de la Villa, cogemos el coche y subimos hasta Vallanca, haciendo una parada en el Mirador de la Hoz. Un privilegio poder ver desde arriba el enclave que momentos antes hemos recorrido andando. Si caminarlo ha sido un placer, observarlo desde arriba, encaramado a las paredes de la profunda hoz, como hacen los roqueros solitarios que allí tienen sus dominios, resulta también sorprendente. Continuamos por la CV-478 hasta el ‘Chiringuito La Teja’ (CV-478, km. 8. Vallanca), un merendero que fue construido en 1959 junto a la fuente del mismo nombre a orillas del río. Fue el primer merendero que funcionó en toda la provincia de Ademuz. Un sitio ideal para comer tanto en sus mesas públicas como en su bar y, justo enfrente, se encuentra la piscina municipal también con un bar.
Un sendero que se inicia tras el merendero nos lleva hasta la Fuente Podrida. Una fuente de aguas sulfurosas, que en el siglo pasado atraía a numerosas personas a hacer la “novenaria”, nueve días seguidos bebiendo de sus aguas y aplicándose su barro sobre la piel para curar los eccemas. El camino desde el merendero hasta aquí coincide con parte de la recomendable Ruta de los Árboles Monumentales de Vallanca. A lo largo de la ruta conoceremos grandes y longevos árboles -pinos negrales, sabinas albares y nogales- que exhiben su extraordinario porte y envergadura junto a paneles que nos permiten saber su edad y tamaño; al lado, una señal que invita al excursionista a hacerse el clásico selfie.
Seguimos la ruta hasta llegar a La Puente, así en femenino, el puente más antiguo sobre el río Bohílgues. Se encuentra a la salida de Vallanca en dirección a Negrón y da nombre al paraje. Un poco más adelante se halla el bosquecillo de la Umbría, con vistas del pueblo. Desde aquí podemos ver sus casas escalonadas e intuir el complejo trazado de sus calles. Gran parte de la población está asentada sobre una inmensa mole de piedra tosca y desde ella una escalinata de madera sube hasta la Cueva del Hocino. Nos quedamos con ganas de visitar el pueblo y conocer mejor la comarca de Ademuz, pero eso ya será otra excursión.
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