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Cuando Paula Cerdeira entró por primera vez en la casa de A Valadiña, sintió que aquella magia no podía guardársela para ella, ni su bosque ni la propia construcción podían quedar como hogar de una única familia; tenía que compartirlos con el mundo. Llegaba buscando una segunda residencia, pero se encontró con una energía al mismo tiempo tranquila y vibrante que la inspiró y la acompañó hasta transformar este rincón del rural de Pontevedra en 'Numa Experimental'. Un hotel-boutique de experiencias personalizadas de relax y desconexión.
En la transformación ha sabido preservar lo salvaje del bosque gallego y la tradición de una casa típica de la zona y combinarlos con la elegancia de un interiorismo en el que ha cuidado todo con mimo. Añadió su toque personal de modernidad, arte y minimalismo sin romper la armonía con el entorno. El resultado: mantiene la esencia de la hectárea de bosque que lo rodea y la sencillez de la vivienda de piedra original y los convierte en un entorno sensible y acogedor, generando esa atmósfera de lo slow.
Y allí, a diez minutos del centro de Pontevedra, a 25 del ajetreo de Vigo, a 50 de la Catedral de Santiago, ha creado un refugio en el que desconectar del ruido y la rutina y conectar con uno mismo y con el entorno. Ayudan el escenario, la hospitalidad del personal y un proyecto tan personalizado que adapta a cada cliente desde el desayuno a una selección de vinos D.O. o comidas y cenas preservadas.
La jornada empieza en ‘Numa Experimental’ con un desayuno que va cambiando durante la estancia. Todo producto gallego, “lo más próximo a territorio posible”, explica su alma mater, Paula. No falta un zumo exprimido de las naranjas de sus propios frutales, fruta fresca recién cortada, una tarta de lima que sabe al árbol que luego podrás ver en el jardín, quesos gallegos, yogures ecológicos “de vacas libres y felices”, huevos de un proveedor local y pan de doble fermentación y masa madre.
Siempre opciones de dulce y de salado, caseras, preparadas al momento y servidas a la hora y el gusto del huésped. La noche anterior sabrán cuándo amanecerá cada habitación y cómo le gusta el café, buscando esa experiencia personalizada que rompe la barrera cliente-hotel para que se sienta como en casa. “Queríamos, de alguna manera, romper las reglas tradicionales de hotel; esa barrera a veces de cristal entre la gente que trabajamos en este proyecto y el cliente. Queríamos hacerlo de otra manera”, explica Paula.
Querían también que ese ‘Experimental’ que acompaña al nombre no fuese solo un reclamo, sino la esencia misma del establecimiento. En su huerto propio trabajan para recuperar el asa de cántaro, una verdura típica de la zona, similar al grelo, y ponerla en sus platos. Promueven que el cliente se sumerja y se pierda en su hectárea de bosque. Impulsan un proyecto de Cocina con historia para rescatar recetas centenarias. Y promueven que la estancia se experimente con todos los sentidos.
En su búsqueda de que todo se viva y exprima al extremo, en el proceso de rehabilitación de la vivienda original, se afanaron por recuperar una mina natural que nace de los muros del recinto y ofrece la experiencia única de un baño en una pequeña poza de agua de manantial, fresca y milenaria. Para redondear la sensación, se accede a través de un hórreo tradicional y el chapuzón está rodeado de piedras y verde.
Inmersivo resulta también otro de sus servicios, el de masajes. En un cuarto habilitado para la ocasión en la antigua buhardilla se ofrecen, bajo demanda, diversas experiencias. Relajante con Reiki, con aceites esenciales de su propio romero, reflexología podal pensada para peregrinos o con piedras calientes gallegas son algunas de las opciones, ayudando a “esa parte de calma del espíritu, de encontrar tu propio camino”.
Se han convertido en refugio para peregrinos que realizan el Camino de Santiago -la ruta jacobea pasa a escasa distancia- y quieren, terminada la etapa, descansar y seguir conectando con la naturaleza y con ellos mismos. También para parejas o grupos que buscan intimidad y aislamiento sin renunciar a la comunidad, y para empresas que persiguen un retiro en el que el trabajo no esté reñido con la serenidad y la diversión.
A todos les ofrecen alojamiento y experiencias culinarias personalizadas. Las comidas y cenas no tienen carta, se adaptan al cliente. Un ejemplo: de primero, boniato asado con queso de la D.O.P. O Cebreiro, sésamo, nueces y miel; de segundo, pollo campero ecológico asado al horno, y de postre, tarta de zanahorias asadas. Para acompañar, una selección de vinos de las distintas D.O. gallegas, caldos que salen de parcelas significativas, elaborados en barrica y en los que se pone en valor el trabajo de mujeres, una carta enfocada a los vinos del Camino de Santiago y que no se olvida de grandes nombres del resto de España y de que mariden bien con los productos regionales.
La antigua casa típica de piedra que Paula se encontró cuando llegó por primera vez a la parroquia de Tomeza se ha transformado para acoger ocho habitaciones en las que todo está pensado para garantizar la comunidad, el sosiego y la conexión con la propia casa. Una está en una construcción anexa, pegada a la piscina y con grandes ventanales a través de los que da la sensación que entra el bosque. El resto, entre las paredes de piedra de la estructura original.
Sábanas de 300 hilos con seda, carta de almohadas, colchones que garantizan el máximo confort, bañeras de ensueño, duchas mirando al bosque y un diseño en el que todo tiene textura. Los colores tierra, las texturas naturales, paredes de piedra original de esta tierra de canteros, maderas nobles y cada habitación integrada con la casa en total sintonía para que estar en ‘Numa’ se perciba como estar en casa. Y en Galicia.
Desde algunas se puede ver la piscina, desde otras su bosque de robles, castaños, pinos y todo tipo de frutales. Puedes darte un baño en una antigua galería o en una bañera con vistas a la vegetación y, en invierno, el calor de una antigua lareira caldea el ambiente.
Porque, además, la experiencia de 'Numa' es diferente según la estación. Cambian los menús, sube o baja la temperatura y mudan las hojas y los frutos de sus árboles. “Sientes que estás integrado en la naturaleza” y que das con ella el salto a la nueva temporada, dentro de la casa y también en el bosque que, a medida que te acercas de la zona de vida, se mantiene intacto, sin apenas intervención humana.
En verano, puedes relajarte en la piscina; en primavera, levantarte con el cantar de los pájaros; en otoño, ver la transformación del entorno; en invierno, leer un libro con el crepitar de la antigua cocina de leña de fondo. Las opciones son tantas como clientes y días tiene el año. Es distinta la experiencia en cada cuarto, en las zonas comunes y en una de las joyas de la corona, su pajarera, una estructura cubierta en la que la vegetación entra sin obstáculos y los árboles se van comiendo la estructura. Se adapta a todo tipo de eventos y garantiza que estarás a resguardo pero dentro del propio bosque.
“Tiene una energía muy bonita este sitio, muy tranquila, pero vibrante, fuerte, tiene personalidad. Es el bosque y la casa”, resume Paula y ella, consultora de profesión, no dudó en incluir un nuevo proyecto a su portfolio, el más personal, el más aventurero y también el más satisfactorio, lograr “ser puente entre la tradición y el territorio y el trato humano”. Y todo con un proyecto sostenible en cada una de sus facetas.
Cada huésped trae una historia y le gusta compartirlas con ellos, conocer al embajador de la República Checa y compartir charlas y sonrisas; o disfrutar con el encuentro con cada uno de sus vecinos, que le ayudaron a rehabilitar la antigua casa de A Valadiña hasta lograr que esa calma que respiró, cuando entró en la vieja casa por primera vez, invada ahora a todo el que pase por ‘Numa’. “Que se sienta como en su casa. O mejor”, persigue Paula, convencida de que este proyecto no es suyo, es de todos los que pasan por él, “mi único trabajo ha sido desbrozarlo a todos los niveles. Y, mientras yo la desbrozaba a ella, ella me desbrozaba a mí”.
‘NUMA’ - A Valadiña, 3. Tomeza, Pontevedra. Tel. 672 76 55 56.
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