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Embalses de Urrunaga y Albina

Legutio, Araba/Álava

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La primera vez que llegó al pantano de Urrugana tenía diez años e iba fuertemente agarrado de la mano de su padre. Era mediados de los años 50, del siglo XX. Las aguas del río Zadorra habían ocupado una gran parte del territorio de Legutio, su pueblo, y se había formado un embalse. “Será un paraíso para la pesca”, le decía su padre. Han pasado muchos años, y aquel niño recuerda con una sonrisa y una caña de pescar en sus manos la aseveración de su progenitor, mientras mira a su alrededor para contemplar los hermosos prados, de un verde intenso, donde, a lo lejos, se ven caballos a las faldas del monte Gorbea. Hoy, como  tantos días, piensa, "caerá algún lucio, y con suerte una enorme trucha si no espanta la pesca alguno de los numerosos turistas que se acercan a la zona". Con los años el embalse no solo ha atraído pescadores de todas partes de Euskadi, sino también a amantes de deportes náuticos como el remo, que ha dado lugar a un campeonato internacional de regatas. Observa a alguno de los numerosos visitantes que descansan en la orilla, en la zona de recreo de Sorgimendi (monte de brujas en euskera) y, duda si decirles que a poca distancia se encuentra un embalse más pequeño, el de Albina, pero igual de hermoso rodeado de bosques. También aquí puede pescarse el preciado lucio y practicar el piragüismo en sus tranquilar aguas. Menea la cabeza y sigue, absorto, contemplando el sedal, aún inmóvil, en las aguas de sus queridos pantanos.

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Embalse de Urrunaga