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El Toboso, Toledo
Quizás cuando Cervantes escribió que “estaba el pueblo en sosegado silencio”, refiriéndose a El Toboso, acabara de pasar por el convento de la Concepción de las hermanas clarisas. Y es que en pocos lugares se respira ese aire de tranquilidad que, mezclado con el rico olor de los dulces artesanos que realizan en el obrador, llena el espíritu de cualquiera. Es posible que el encanto simple del antiguo cenobio del s. XVI, reconvertido en monasterio, le sirviera de musa para escribir alguna de sus páginas. Lo que es seguro es que no pudo contemplar la espléndida portada de la iglesia del recinto, edificada en 1670 y hoy único elemento que se conserva de la construcción primitiva. Si lo hubiera hecho, las elegantes columnas de piedra, el marco recto y clásico y su hornacina como única decoración probablemente le hubieran llamado la atención, y quién sabe si, inspirado por esa belleza renacentista o por el sabor de sus dulces, le habría dedicado un espacio en alguna página de la novela.
