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Similares en su composición, los turrones isleños suelen ser algo más cremosos que los peninsulares y esto se debe a la almendra mallorquina, más jugosa y menos seca que la de otras partes de España. Las recetas de algunos de estos dulces navideños, que todavía se elaboran de manera artesanal en hornos y pastelerías, proceden de tiempos en los que la economía de subsistencia imperaba en la isla, y muchos de ellos se limitaban a una mezcla de pasta de almendra con azúcar. Los gustos han evolucionado y abrazado las nuevas tendencias; sin embargo se mantienen las fórmulas clásicas, casi siempre las más demandadas por los clientes, ya habituales, que cada año compran los sabores cargados de tradición y recuerdos.
El abuelo de María Antonia Valero, Miquel Solivellas Vallori, abrió esta heladería en 1979, en la avenida Jaume III de Palma. Enseguida se convirtió en una de las primeras heladerías de España en ofrecer una amplia variedad de sabores (a día de hoy un centenar). En ese momento los helados salados eran un producto excéntrico y sorprendente, y pasaron a ser una de las señas de identidad de la firma. Pero 'Ca’n Miquel' no solo elabora helados. Cada navidad confecciona también turrones tan exquisitos como sus dulces fríos y con la misma filosofía: ingredientes cien por cien locales, sin conservantes ni colorantes y elaborados siguiendo la tradición artesana, que ha pervivido en el tiempo y que involucra ya a tres generaciones. Tras la muerte de su fundador, Maria Teresa Solivellas, su hija, es la que hace los turrones y helados; tarea que pronto pasará a la nieta María Antonia.
Tanto sus helados como turrones han sido galardonados y la familia real visita cada año esta legendaria tienda, ubicada, desde 2011, en la calle de Montcades. Sin embargo, los Solivellas son modestos y tienen pocas ganas de resaltar sus virtudes. “Lo importante es hacer buenos productos, de calidad, y que a la gente le gusten”, apunta la nieta de Miquel. “El secreto de nuestros turrones está en que son cien por cien naturales y en la almendra mallorquina”, cuenta Valero. “Con solo probarla, mi madre ya detecta si una almendra es de la isla o no. Y si no es de aquí, la rechaza”.
Cada navidad 'Ca’n Miquel' hace una producción de turrones que los clientes corren a comprar antes de que se agoten. Me dan a probar el de almendra capolada con chocolate, una de las estrellas, y compruebo que es pura mantequilla que se funde en la boca. “Sus únicos ingredientes son almendra en pedacitos muy, muy pequeños y chocolate. No lleva azúcar ni miel”, cuenta Valero, sin embargo su sabor es dulce y delicioso. La variante de mandarina, también muy demandada, espera a que las pequeñas naranjas estén en su punto para poder elaborarse; el de coco ya se ha agotado; el de yema tostada es delicioso y lleva también limón y naranja. El de chocolate con frambuesa, el de rosa de Alejandría y el de siete pimientas son nombres que, con solo pronunciarse, ya activan la producción de saliva en la boca.
'CA´N MIQUEL'. Montcades, 9. Palma. Tel.: 971 72 49 09
Con una fachada modernista, propia de una pastelería francesa de principios del siglo pasado, 'Forn Fondo' abrió sus puertas en 1911. Sin embargo ya había una pastelería en 1742 en el pequeño callejón de las capuchinas. Había que bajar unos escalones y el horno se encontraba al fondo. De ahí su nombre. La cuarta generación de la familia Llull, Pau y su hermana Neus, se ocupan ahora del negocio que abrieron sus bisabuelos, Jaime LLull Gelabert y Francisca Cañellas Pons. El pastel emblema de la casa, y el que más se vende todavía es el cuarto embetumat, con merengue y cubierto de chocolate. Con el boom turístico de los 60-70, el establecimiento empezó a servir ensaimadas a los mejores hoteles de Palma, lo que siguen haciendo en la actualidad.
Pau llull, al frente del negocio.
En Navidad los protagonistas son los turrones elaborados artesanalmente y con los mejores ingredientes, como todo lo que caracteriza a este horno, en especial, sus bombones. La tradicional coca de torró (dos obleas que contienen turrón blando o duro) aquí se hace con un relleno de mazapán, hecho con almendras, limón, canela y azúcar. El turrón blando de 'Forn Fondo' se llevó el premio al mejor turrón de Mallorca hace años; pero también está el de yema y el de nata y nueces.
Para celebrar los cien años de esta pastelería, en el 2021, se creó el Centenario, un turrón de chocolate negro con Peta Zetas. No faltan los fans del de chocolate con quicos, con naranja, el de higos con licor de anís, el de pasas al ron, el mazapán de Cádiz y el de trufa con jengibre. En total, cerca de 20 variedades que se elaboran de acuerdo a las recetas de sus bisabuelos y que ya lucen, tentadoras, en el escapare por el que pareciera que no ha pasado el tiempo.
'FORN FONDO'. Carrer Unió, 15. Palma. Tel.: 971 71 10 34
Tomeu Arbona, creador y dueño de este obrador junto con su mujer, María José Orero, era psicólogo pero la crisis del 2008 le dejó a cero y le obligó a rediseñarse laboralmente. Su nueva personalidad se estructuró en torno a la gastronomía, otra de sus pasiones que mamó en la casa de sus tías, una finca en Sant Joan, un pueblecito del interior de Mallorca. Así que abrió una panadería que llamó el 'Fornet de la Soca'. El primer establecimiento estaba en la calle Sant Jaume, pero luego se mudó al antiguo Forn des Teatre, con su fachada y cartel modernista, que todavía conserva, y que a veces induce a la confusión sobre el verdadero nombre del negocio.
Lo que Tomeu practica en su particular horno es lo que un periodista francés bautizó como “arqueología gastronómica”, una búsqueda de recetas antiguas, de cuando Mallorca era un lugar perdido al que no venía nadie. Pero la misión de este cocinero y pastelero no solo se limita a rescatar recetas del pasado sino a resucitar una forma de hacer las cosas de antaño, respetando los tiempos, las fermentaciones, evitando los conservantes y utilizando productos de buena calidad, a ser posible locales y ecológicos. Arbona rescata fórmulas en mercadillos de segunda mano, libros viejos y recetarios de madres o abuelas, escritos en páginas amarilleadas por el tiempo. Referente de la gastronomía mallorquina, ha ganado el premio al mejor pan de Baleares en el certamen Ruta Española del Buen Pan, por tres años consecutivos además de escribir varios libros de cocina, entre ellos, Repostería tradicional de Mallorca, o Cuina tradicional de Mallorca (ambos autoeditados).
En Navidad sus turrones marcan la diferencia. Entre ellos, las joyas de la corina son el de agua de rosas con granada, que como este mallorquín cuenta, “lo saqué de una receta del siglo XVII, del convento de San Jerónimo y tiene agua de rosas, zumo de granada, almendra y vainilla”. Su particular versión de la coca de torró es la variante que se hacía en Sóller, con naranja. El pez de pasta real era un postre de casas nobles, que se cocía en un molde con forma de pescado. “Es una receta judía que también hacían en muchos conventos para regalar a la familia de la novicia cuando ésta tomaba los hábitos. Consiste en una especie de mazapán con capas de almendra, mermelada de naranja o ciruela, bizcocho empapado en vino rancio, yema y chocolate", comenta Arbona que cree firmemente que “comer cualquier cosa, de cualquier lugar del mundo, en cualquier época del año, no ha hecho sino empeorar nuestra alimentación”.
'FORNET DE LA SOCA'. Plaça Weyler, 9. Palma, Tel.: 673 49 94 46
Silvia Sánchez -psicóloga nicaragüense- y Jaume Martorell -ingeniero agrónomo mallorquín- vivían en Mallorca y hacían chocolates que sus amigos elogiaban. Así que un día decidieron abrir su negocio en torno al cacao y le pusieron el nombre de Maüa, combinación de dos sílabas: ‘ma’, de Mallorca y ‘üa’, de Nicaragua. Lo que hacen en su laboratorio de la calle Blanquerna, en Palma, es lo que ya se conoce como bean to bar (del grano a la barra), y que consiste en la elaboración completa del chocolate a partir del grano de cacao, que ellos compran a Nicaragua, Panamá, Colombia, Ecuador o Perú. Un proceso largo que comprende tostar, moler, el proceso de maduración; que, según Sánchez, “puede durar de 15 días a tres meses, y cuya función está en propiciar que salgan más propiedades y sabores del cacao”. Sin olvidar el proceso de atemperado o cristalización, “para que el chocolate esté más crujiente, sedoso y brillante”, como apunta Silvia.
En Maüa se fabrican bombones y helados artesanos y, a partir de septiembre, octubre, se inicia el largo proceso de la elaboración del chocolate para sus turrones. En estos, no solo la producción del chocolate es artesanal, sino la de todas sus inclusiones o ingredientes: hay que pelar y tostar las almendras, las avellanas o los pistachos o caramelizar la naranja, el limón o el jengibre. Las variedades de turrón más mallorquinas son el turrón de ensaimada, con trozos de este típico dulce de la isla; el de neula (una especie de barquillos que se toman en Navidad en la zona de Cataluña, Baleares y Levante) y este año está el del Santi Taura, con receta del chef mallorquín, que lleva leche merengada, membrillo y cafés. Los adictos al chocolate tienen que probar el trufado; pero queda todo un mundo de sabores por descubrir con el de praliné de fruta de la pasión, el de limón, pistacho y chocolate blanco, avellana con naranja y almendra o el de brandy.
Una máxima irrenunciable es su elaboración artesana, sin conservantes y, en la medida de lo posible, con ingredientes de proximidad, como las naranjas y limones de Sóller. Aquí todo gira alrededor del cacao, y para ensalzar esta bebida de reyes, con tantas propiedades beneficiosas para la salud, se hacen también catas de chocolate; o, para mayor disfrute, maridadas con vino.
'MAÜA'. Blanquerna, 24. Palma. Tel.: 629 90 02 65
Otra pastelería con producción propia y artesanal, a la que se acercan los mallorquines en Navidad es 'Pomar', fundada en 1902 por el bisabuelo del actual dueño Matías Pomar. El pasado año, el padre de Matías, también pastelero, falleció pero en septiembre recibió, a título póstumo, la Medalla de Oro del Consell Balear al mejor pastelero. En el 2024 la pastelería había recibido la misma mención. "Empezamos a hacer los turrones a mediados de noviembre y paramos el 24 de diciembre”, cuenta el dueño, “porque para esas fechas la demanda baja. Entonces nos centramos ya en los roscones de reyes. Antiguamente en Mallorca los dulces navideños eran las coca de torró y la coca de patata, un bollo redondo de tamaño grande, que la familia mojaba en el chocolate a la taza. En el año 1965 mi padre decidió hacer turrones de otros sabores y variedades”.
En su obrador, a pleno rendimiento, trabajan manualmente los operarios en medio de una fragancia deliciosa y tremendamente acogedora. Solo hay ingredientes naturales y la lista es escueta para cada fórmula, con una base de almendra, azúcar y miel. El torró Caputxine es una mezcla de varios en uno solo; ya que contiene capas de turrón de yema, almendra y nata, cubierto con mazapán, y se vende en lonchas.
A la entrada de la pastelería relucen en una estantería de cristal los sabores de la casa: almendra (de calidad suprema, ya que tiene un 45% de proporción de este fruto seco), avellana, nueces, coco, yema tostada, chocolate (con sus variedades), de licor, los turrones duros con praliné, frutos secos y un 70% de chocolate. Lo malo de estas delicias es que uno se acostumbra enseguida a ellas y luego los turrones del supermercado ya no nos representan.
PASTELERÍA 'POMAR'. Manacor, 3. Palma. Tel.: 971 46 79 51
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