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Son las 17.00 de un jueves otoñal en un barrio de Madrid y una niña con su abuelo de la mano espera frente a un local en los bajos de un edificio de viviendas, mientras sube y baja la cremallera de su abrigo. Lo más común sería imaginar que estamos en la puerta de una tienda de golosinas o de una pastelería pero, a los pocos segundos, la puerta se abre y una docena de cubetas discretamente coloridas se despliega ante la recién llegada.
Una vez dentro: bricks de leche Madriz, un pequeño banco y tres patentes antiguas enmarcadas en relación al mundo que hoy nos ocupa: heladera, cuchara, cucurucho. Antes de que esta primera clienta del día haya decidido que hoy prefiere el de stracciatela, dos personas más ya han entrado al local. “¡Anda, hoy tienes calabaza con queso!”, celebra uno de los clientes más habituales de Ricardo Nieto, este heladero empeñado en que sus vecinos dejen de relacionar los helados con el verano. Ahora, bien entrado el otoño, en ‘Dai Gelato’ (Solete Guía Repsol) se apuesta por sabores que “en boca son un poquito más cálidos, con más cuerpo”, así que esa calabaza con queso comparte mostrador con el cacahuete, el polvito uruguayo, la tarta de manzana o el pastel de castañas, que sigue la receta de un postre su madre.
Es el primer día de la semana para la heladería y los recipientes se van vaciando en un tiempo récord: la familia que compra tarrinas grandes con varios sabores para comer en casa, la treintañera que sale con su cucurucho doble en una mano y empujando el carrito con la otra, y las tres adolescentes que no terminan de decidirse: ¿nata con amarena o trufa con naranja? Hay uno que, según Ricardo, quizá sea el mejor, aunque no necesariamente su favorito: cheesecake de queso de Monte Enebro de La Adrada (Ávila), el pueblo originario de nuestro anfitrión
En conversación con Guía Repsol, Nieto recuerda cómo su trabajo de técnico en una empresa italiana de productos heladeros le enseñó el oficio y que el curso de Experto en Elaboración Artesanal de Helados impartido por la Facultad de Química de la Universidad de Alicante completó su formación. Ya con la preparación necesaria, no tuvo dudas en cuanto a la ubicación de su negocio: “Tengo dos niños pequeños con los que me gusta mucho estar y para mí era imprescindible que la heladería estuviera cerca de mi casa”, reconoce.
Desde que el heladero abrió, el 12 de octubre del año pasado, se han producido colas en su puerta casi cada día: “Tenía más o menos claro que iba a funcionar pero igual no tan rápido, sobre todo estando aquí -reconoce este vecino del distrito de Latina-. Si montas una heladería de barrio tienes que mantener la calidad y la atención para que la gente vuelva, así que es más complejo”, reflexiona. Cree que gran parte de su secreto es elaborar todos los días: “Lo que se consume aquí se ha hecho hoy o, como pronto, ayer por la tarde”, explica sobre un modo de trabajar que ha conquistado a clientela más allá del barrio.
“Hay una pareja que vive detrás del edificio de Telefónica -en el centro de Madrid- y vienen todos los sábados por la mañana en transporte público a tomarse un helado”, celebra el heladero, cuya intención es desestacionalizar su producto. “Dai Gelato estará cerrado hasta el 20 de agosto” publicó en sus redes el pasado verano y ahora, en otoño, sigue defendiendo este enfoque. “Yo cerré unos días en verano porque mi proyecto no es estacional, considero que se puede consumir helado durante todo el año”, afirma, y respalda su postura con diferentes sabores dependiendo de la temporada.
De roscon y panettone en Navidad y final de año, de rosquillas del santo y violetas cuando llega San Isidro, de torrija en Semana Santa… Nieto procura variar también para mantenerse entretenido, aunque tiene sus líneas rojas: “Aquí no vas a ver colores chillones o llamativos, si por mí fuera tendría todos los helados a pozzetti (cubiertos)”, avisa. Cuando sale el tema del sabor a chocolate Dubai, la respuesta también es clara: “No, me niego, pero hago uno de mascarpone con pistacho que a la gente le encanta”.
‘DAI GELATO’ - José de Cadalso, 88. Madrid. Tel: 624.33.99.43
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