{{title}}
{{buttonText}}
1 /

El Toboso

El hogar de Dulcinea

Compartir

Puede que Cervantes no quisiera acordarse del lugar donde residía el hidalgo Don Quijote pero desde luego sí quiso que figurara con el nombre del pueblo de su doncella. Cada vez que alguien menciona a Dulcinea, el apellido El Toboso la acompaña allá donde vaya y, quién mejor que ella, para hacernos de guía. Desde su monumento, en el centro del pueblo, seguiremos a su espíritu hasta el cercano museo Cervantino, donde se recoge una buena colección de ediciones de 'El Quijote' en diferentes idiomas y de las más diversas procedencias. Tras leer la página donde aparece mencionada, nuestra guía nos acercará hasta la iglesia parroquial de San Antonio Abad, un gran templo del s. XVI. Desde allí nos será fácil continuar hasta el convento de las Trinitarias, un compendio de estilo herreriano en forma de edificio religioso. En su interior, alberga un museo de arte sacro que no debe pasarse por alto. Siguiendo a nuestra anfitriona ha llegado el momento de visitar su domicilio, convertido en la Casa-Museo de Dulcinea, una recreación del caserón típico de la zona que hubiéramos podido ver en el s. XVI. Un rico olor a almendras nos asalta en ese momento. Es el de los 'caprichos de Dulcinea', un dulce típico que las monjas clarisas realizan en su convento, un coqueto edificio que conserva la fachada renacentista original de la iglesia. El espíritu de Dulcinea se despide de nosotros. Volverá a cobrar vida el próximo abril, cuando la localidad celebre las Jornadas Cervantinas. Mientras tanto, se la puede encontrar en las calles, en los jardines, en los monumentos, en cada rincón de este municipio que ha pasado a la Historia asociado a su nombre.

Contacto

Reportajes recomendados Ver todos

Ver todos