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Basílica de Santa María

Vilafranca del Penedès, Barcelona

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Cuando la oscuridad va ganando la partida a la luz y los últimos rayos de sol de la tarde se reflejan en la portada neogótica de la basílica de Santa María se crea un momento mágico difícil de olvidar. Las gárgolas fantásticas que adornan los contrafuertes, desde que en 1285 se puso la primera piedra, parecen cobrar vida y las figuras que descansan en los arcos de la fachada principal, modificada a lo largo del tiempo pero que aún conservan el estilo gótico original, salen de su letargo y admiran a ese rayo tozudo que aún se filtra en el interior de la basílica por el rosetón para iluminar la amplia nave y las capillas laterales, aumentando el efecto de espiritualidad y obligando a mirar hacia la bóveda de crucería que la separa del cielo raso. En la cripta, construida a mediados del SXVI, y en la que se puede ver un conjunto escultórico del modernista Josep Llimona realizado en mármol de carrara en 1916. 

La luz de un nuevo día entra por las vidrieras y señala elementos que en el crepúsculo se pasan por alto como el imponente órgano o las diferentes esculturas y tallas que adornan el templo. Antes de alejarse de la iglesia, declarada bien cultural de interés nacional por la Generalitat de Catalunya, es conveniente dar una vuelta alrededor. La iluminación diurna hace ideal acercarse a la antigua portada principal, hoy puerta lateral, que conserva restos de los murales románicos originales.

Localización

Plaza jaume i 08720 Vilafranca del Penedès, Barcelona