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Danzadores de Anguiano

Anguiano, Rioja, La

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Vértigo. Es la sensación que puede sentirse al contemplar como ocho danzantes se lanzan, encaramados a unos zancos de madera de 45 centímetros de altura, por unas empinadas escaleras. Cuesta creer como son capaces de mantenerse sobre una madera puntiaguda mientras efectúan giros vertiginosos, como peonzas humanas. Se trata de la “Danza de los Zancos”, declarada de Interés Turístico Nacional y que realizan en tres fiestas de Anguiano: en mayo, el domingo siguiente al día de la Ascensión cuando desde la ermita de la Magdalena se baja la Virgen hasta la iglesia de San Andrés, y en romería, junto a los vecinos, los danzadores acompañan en todo momento a su Patrona; el 22 de julio, festividad de la Santa María Magdalena, y el  último sábado de septiembre cuando finalizadas las cosechas se desanda el camino que se hiciera en mayo desde la Ermita, para devolver a la Patrona a su casa.
Esta tradición, fechada por primera vez en 1.603, comienza, en las fiestas de mayo, a las puertas de la iglesia con el ritual de los danzadores de vestirse y colocarse los zancos: camisa blanca, corpiño con cintas de colores y una falda amarilla. Al son de dulzainas y tamboriles, en un  baile en el que giran sobre sí mismos se lanzan a la empedrada  “Cuesta de los Danzantes” tras bajar por unas empinadas escaleras, hasta la plaza de Anguiano. Una y otra vez, hasta que la Virgen desciende y es recibida, ya sin zancos, con el baile de los “troqueaos” (palos).