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Pedraza es mucho más que una villa medieval; es una auténtica cápsula del tiempo a la que se accede por su fortificada Puerta de la Villa, del siglo XI. Sus estrechas calles empedradas, flanqueadas por casonas blasonadas, invitan al paseo. El corazón de la vida local está en su Plaza Mayor, una de las más bellas de España, con su planta irregular y soportales de madera, dominada por la Iglesia de San Juan Bautista y su torre románica. En el punto más alto se alza el Castillo, una imponente fortaleza del siglo XIII restaurada por el pintor Ignacio Zuloaga y que hoy alberga un museo dedicado a su obra. Una visita obligada es la Cárcel de la Villa, un rincón medieval que impresiona por sus celdas y mazmorras. Pedraza es conocida también por la “Noche de las Velas” un evento que se celebra en el mes de julio, donde miles de luces reemplazan la electricidad, creando una atmósfera única.
Los soportales de la Plaza Mayor de Pedraza. Foto: César Cid
Maderuelo se asienta sobre un promontorio rocoso, sirviendo de puerta de entrada al Parque Natural de las Hoces del Río Riaza y al Embalse de Linares. La zona es un santuario medioambiental de buitres leonados, impulsado por popular Félix Rodríguez de la Fuente. Su pasado medieval se respira al cruzar la Puerta de la Villa, el único acceso fortificado que conserva sus portones originales. La localidad alberga importantes joyas arquitectónicas, como la Iglesia de Santa María del Castillo, con vistas soberbias, la Iglesia románica de San Miguel y la Ermita de la Vera Cruz, cuyos valiosos frescos románicos están actualmente en el Museo del Prado. Un monumento curioso es la "Picota" situada en la Plaza de Santa María, donde antiguamente se aplicaban penas y castigos. Una de las fiestas más destacadas de la villa es la recreación histórica, “Maderuelo Medieval”, que se celebra el último fin de semana de agosto.
El pueblo de Maderuelo. Foto: Miguel Cuesta
Conocido como el "Versalles español", el Real Sitio de La Granja de San Ildefonso fue concebido por Felipe V en el siglo XVIII como su residencia veraniega. Aunque el Palacio Real con su Panteón y Museo de Tapices es notable, lo mejor son los extensos jardines de estilo francés. Estos albergan 26 Fuentes Monumentales de inspiración mitológica cuyo funcionamiento (en primavera y verano) es totalmente hidráulico gracias al gran depósito conocido como "El Mar". La villa es famosa por albergar también la Real Fábrica de Cristales, una de las grandes Manufacturas Reales de la Ilustración que hoy es sede del Museo Tecnológico del Vidrio, ofreciendo la oportunidad de adquirir maravillosos artículos artesanales de cristal y vidrio soplado. En la mesa, la estrella indiscutible es el famoso Judión de La Granja, plato principal de la popular fiesta de la “Judiada” que tienen lugar en agosto.
También de origen medieval es Ayllón, un enclave de gran importancia histórica por la presencia de figuras determinantes en la comarca como la Reina María de Molina. Al cruzar el Arco de la Villa, único vestigio de su antigua muralla, se accede directamente a la Plaza Mayor porticada. El patrimonio de Ayllón es impresionante: desde templos como la románica Iglesia de San Miguel y la Iglesia de Santa María la Mayor, hasta joyas civiles como la Casa-Palacio de los Contreras, un edificio de 1497. Un punto cultural clave es el Palacio del Obispo Vellosillo, que alberga un Museo de Arte Contemporáneo con una colección en crecimiento desde 1965. Dominando la villa están las ruinas de su castillo y una imponente estatua, el Cristo de Ayllón con una pose similar al Corcovado brasileño. Para recordar su pasado medieval, cada año a finales de julio se celebra la Feria Medieval de Ayllón, que transforma la villa con espectáculos, mercadillo y actividades.
La Martina es como llaman a la vieja atalaya de la ciudad fortificada. Foto: Miguel Cuesta
Esta ciudad de origen medieval está considerada como la puerta de acceso al Parque Natural de las Hoces del Río Duratón. Su relevancia histórica se selló en el siglo XI al recibir sus Fueros de mano de Alfonso VI, y aún hoy conserva curiosidades como ser conocida como la “Villa de las siete puertas” y para demostrarlo, en la Iglesia de los Santos Justo y Pastor se conservan las siete llaves originales. El conjunto monumental se completa con la muralla, la Antigua Cárcel, ahora centro de interpretación, y el Castillo. De este último hay que prestar especial atención a su Campana, llamada “La Zángana”, que cada noche toca 33 campanadas como recuerdo a su pasado medieval cuando esa llamada significaba el cierre de las puertas de la ciudad. Monumentos aparte, Sepúlveda es un destino de culto gastronómico para probar asados en sus tradicionales “figones”, restaurantes tradicionales situados en edificios históricos. De su folclore destaca la singular "Fiesta de El Diablillo" (alrededor del 23 de agosto), donde una figura desciende por las escalinatas de San Bartolomé dando escobazos a la gente.
Madriguera es uno de los pueblos más singulares de la Sierra de Ayllón debido a su impactante "Arquitectura Roja”, donde sus casas de los siglos XIX y XX, exhiben un llamativo tono ocre gracias al uso de piedra ferruginosa y arcillas ricas en óxido de hierro. Está considerado, además, el punto de partida desde donde realizar el "Camino de los Pueblos Rojos y Negros”, una ruta de senderismo muy popular en la zona. Históricamente, Madriguera prosperó en el siglo XVIII gracias a la arriería, un pasado que se complementa con curiosidades como su Iglesia de San Pedro Apóstol, que sorprendentemente sirvió como cementerio local hasta el siglo XIX. El encanto del pueblo se completa con elementos de arquitectura tradicional como su Plaza Mayor, la Fuente de los Tres Caños y el Lavadero comunal, que ha sido durante décadas un importante punto de encuentro social. En cuanto a eventos, hay que señalar sus Fiestas Patronales de julio, que mantienen viva la curiosa tradición de "La Enramada", donde las puertas y ventanas de las casas se adornan con ramas de chopo.
Madriguera, el más famoso de los pueblos rojos de Segovia. Foto: Miguel Cuesta
La villa se alza estratégicamente sobre una ladera del río Duratón, protegida por unas murallas que aún impresionan. En lo alto, están las ruinas del Castillo de Fuentidueña y la Iglesia de San Miguel, un magnífico templo románico con su pórtico y conocido como la "Puerta de los Perdones”. Un lugar singular es la Capilla de los Condes de Montijo, convertida en Posada Real, situada junto al Palacio. Como curiosidad trágica está la historia del ábside de la Iglesia de San Martín, que fue vendido y trasladado pieza a pieza al museo The Cloisters en Nueva York pero es interesante ver su necrópolis altomedieval con un centenar de tumbas talladas en la roca. De Fuentidueña hay que destacar su entorno natural, con el Embalse de las Vencías como protagonista por su gran belleza y por la práctica de actividades como piragüismo, senderismo y pesca. Para hacer la mejor foto, nada mejor que subir al Mirador de San Blas, con una panorámica impresionante.
El municipio de Navafría se sitúa bajo el vasto (más de 5000 hectáreas) Pinar de Navafría, en la Sierra de Guadarrama, destacando por un entorno natural que incluye el popular Chorro de Navafría, una cascada con un parque recreativo y piscinas naturales alimentadas por el río Cega, lo que la convierte en un destino clave para el senderismo y el ocio al aire libre. Monumentalmente, Navafría sobresale por su Iglesia de San Lorenzo, con su portada románica, y, sobre todo, por El Martinete, un antiguo taller de fundición de cobre del siglo XIX reconvertido en museo etnográfico. Su folclore ofrece un relato muy curioso, en plan Romeo y Julieta, y es la “Leyenda del Pozo Verde”, en el entorno del Chorro de Navafría, donde se dice que dos amantes se quitaron allí la vida ante la oposición familiar a su amor. Algunos vecinos aseguran que las almas de los amantes se aparecen ocasionalmente en la zona. Para pasar el susto, nada mejor que probar el Cochifrito, plato típico de la zona.
Enclavado a los pies de la Sierra de Guadarrama, El Espinar es un destino que brilla por su riqueza natural dominado por densos pinares de pino silvestre, robles melojos y paisajes de alta montaña. Es un lugar perfecto para el senderismo, especialmente a través de la Garganta del Río Moros o del Embalse del Tejo. Históricamente, la villa tiene raíces que se remontan a la protohistoria y cobró gran relevancia en la Edad Media. Su patrimonio monumental destaca con la Iglesia de San Eutropio, con una fascinante mezcla de estilos desde el románico hasta gótico e incluso, barroco. También hay que visitar las ruinas del Convento de Santa Isabel o la Ermita del Cristo del Caloco. En El Espinar se celebra una celebración muy singular a principios de marzo: la colorida fiesta de los Gabarreros, que rinde homenaje a los históricos leñadores del pinar con exhibiciones de corte y arrastre de pinos, marchas por la sierra y platos típicos.
Entre los hitos históricos de Coca destaca el ser la cuna del emperador romano Teodosio I el Grande, famoso por establecer el Cristianismo como religión oficial del Imperio. Su mayor icono es el espectacular Castillo de Coca del siglo XV, una joya del gótico-mudéjar al estar construido íntegramente en ladrillo y estar rodeado de un imponente foso. Esta fortaleza fue residencia de la poderosa familia de los Fonseca y hoy acoge la Escuela Forestal. El patrimonio se completa con la Iglesia de Santa María, que alberga valiosos sepulcros renacentistas, y la Torre de San Nicolás, un vestigio Mudéjar. Además, la villa conserva restos de su muralla medieval y los antiguos verracos celtibéricos. Enclavada en una zona de pinares, su tradición forestal se refleja en el Museo CEREBOSMA, donde se puede contemplar herramientas antiguas para trabajar la resina, exposiciones de semillas, camiones de bomberos o uniformes. En cuanto a fiestas, hay que señalar la noche de San Juan (el 24 de junio), cuando se encienden hogueras y se celebra la tradicional “Quema del Pelele” en plan de simbólica purificación.
Turégano se distingue por su singular Castillo, una formidable fortaleza medieval que domina la llanura. Su gran particularidad es integrar la iglesia románica de San Miguel en su interior. A sus pies se extiende la Plaza Mayor, más conocida como la "Plaza de los Cien Postes" por sus singulares soportales. El patrimonio se complementa con la Iglesia de Santiago, con una notable pila bautismal románica, y los vestigios del antiguo Palacio Episcopal, además del significativo Barrio Judío o de la Ermita de Nuestra Señora de los Remedios. En cuanto a su entorno natural, Turégano se sitúa en una zona cercana a Tierra de Pinares (o Montes de Valsaín), cuya riqueza forestal inspiró un museo forestal situado en la antigua “Casa del Ingeniero” y cuya labor se centra en explicar el aprovechamiento que ha hecho el hombre desde tiempos inmemoriales.
Su “skyline” está definido por el imponente Castillo de los Duques de Alburquerque, un palacio-fortaleza del siglo XV. Esta fortificación, que fue prisión y sanatorio de tuberculosos, hoy alberga un instituto de enseñanza. El pueblo se enorgullece de poseer el mayor conjunto Mudéjar de Castilla y León, destacando templos como la Iglesia de San Martín (sede del Centro de Interpretación del Mudéjar, centrado en difundir y explicar este estilo artístico único) y los restos de su recinto amurallado. En Tierra de Pinares, en un entorno privilegiado, está el Santuario de Nuestra Señora del Henar, donde se celebra una multitudinaria romería en septiembre. Un producto gastronómico significativo de la zona es el ajo de Vallelado por lo que no está de más llevarse una ristra a casa.
Riaza se asienta en la ladera norte del Macizo de Ayllón. Es la última gran villa de la meseta castellana antes de que el terreno comience a elevarse significativamente hacia las cimas de la sierra. Gracias a esta ubicación se la considera la “puerta” de acceso al Hayedo de la Quesera y al Parque Natural de las Hoces del Río Riaza, hogar de una vasta colonia de buitres leonados. Eso en cuanto a su riqueza natural porque en la arquitectónica destaca la Plaza Mayor, flanqueada por el Ayuntamiento y rodeada de la tradicional arquitectura serrana marcada por sus icónicas "tejas a la segoviana”, una técnica de construcción donde se colocan todas las tejas por su lado convexo. El patrimonio se completa con la Iglesia de Nuestra Señora del Manto, que custodia una valiosa colección de Arte Sacro. En cuanto a fiestas, cada 8 mayo, se celebra las de San Gregorio de Ostia, donde se invita a los asistentes a una caldereta de bacalao en la Plaza Mayor o alrededores.
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