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Es verdad que los helados se pueden comer durante todo el año pero qué bien saben en verano y con calma. Durante la última edición de Soletes, los cocineros del universo Guía Repsol se han revelado golosos y amantes del frescor y, aunque nos han descubierto sabores sorprendentes -como el de leche de cabra y chocolate blanco ahumado con pinocha que Borja Marrero (Muxgo) se toma en Lalexe o el de queso semicurado con higos que pide en Helados Taburiente Jose Fonte (Casa Osmunda)- la inmensa mayoría coinciden en sus sabores favoritos. En este olimpo del gusto reina tranquilamente el helado de pistacho. Es el preferido de, por ejemplo, Andreu Genestra -que tras diez años cocinando en Capdepera trasladó su restaurante a Llucmajor en 2023- y va a tomárselo a Gelats Valls, en la encantadora playa de Muro. Casi 100 años avalan la artesanía de este lugar que puede presumir de unos “helados 100% elaborados en Mallorca”.
En el sur también triunfa el formato veraniego de este fruto seco: Camila Ferraro (Sobretablas) en Sevilla suele ir a Mito, y lo pide acompañado de caramelo salado. “Giuseppe es un reputado maestro heladero italiano que junto a unos socios sevillanos, ha montado estas heladerías artesanales”, explicaba la cocinera sobre el dueño de esta heladería en la que es muy difícil fallar. Quizá puede llamar la atención su sistema, en el que los helados están completamente cubiertos por carabinas de acero inoxidable, pero además del de caramelo y pistacho, tienen una veintena de sabores elaborados con productos 100% italianos.
Más al sur, cruzando el Estrecho, Hugo Ruiz (Bugao) menciona La Golosa de Ceuta, “una heladería fantástica, con elaboración artesanal. Y allá va la confesión repetida: “Yo soy amante del pistacho”, y la aclaración clásica: “aunque cualquiera de los otros sabores también es muy recomendable”. Aún más al sur, en Tenerife, el trisoleado Juan Carlos Padrón (El Rincón de Juan Carlos) no duda en proponer el plan completo cuando se le pregunta por estos establecimientos: el helado de pistacho de la “heladería de toda la vida” Picacho, en El Médano, como buen final para un día de playa.
También se comen helados en el interior y en Salamanca dos cocineros mencionan la misma heladería y el mismo sabor. Tanto Carlos Hernández del Río (ConSentido) como Sara Cámara (Casa Pacheco) sugieren ir a Umami y pedir helado de, por supuesto, pistacho. Todo allí se hace con leche fresca de ganaderías castellano y leonesas tras un aprendizaje intenso en Villafranca Piemonte (Turín). María Gómez (Magoga) y Pablo González-Conejero (Cabaña Buenavista) también coinciden con la Gelateria del Bianco de Cartagena, de más de veinte años de trayectoria, aunque difieren en el sabor: mientras que Pablo es uno de los seguidores del fruto verde, María se suele decidir por el sabor cremino (avellana y chocolate con leche).
Por muchos sabores que se hayan probado antes, parece que la capacidad de conquista del helado de chocolate no decae y sigue convenciendo también a los paladares más expertos. Su versión más pura se mencionó hasta tres veces durante la última edición de Soletes: Cándido López de Mesón Cándido recomienda la heladería Borgonesse de Segovia y le encanta el de chocolate negro. Curiosamente, es el mismo sabor que suelen pedir Alejandra Herrador y Emanuel Carlucci (Atalaya) en My Gelato en Alcossebre (Castellón) o Rafael Centeno (Maruja Limón) en la Fabbrica del Gelato de Vigo.
Dos cocineros con 3 Soles también confesaron preferir el helado de chocolate: Paco Pérez de Miramar nos manda a Galiana (El Port de la Selva, Girona), donde un maestro heladero de quinta generación trabaja frente a la Platja de la Ribera: “Suelo pedirme el de avellana”, detallaba el cocinero. Ricardo Sanz (Ricardo Sanz Wellington) también acude a una heladería con historia, pero en su caso en la capital: “Los Alpes es mi heladería favorita artesana y de toda la vida. Siempre pido el helado de chocolate Guanaja. No hay otra igual”. La considerada como heladería más antigua de Madrid también ofrece horchata y granizados y, aunque la casa madre se encuentra en Argüelles también se pueden degustar sus helados en los municipios de Las Rozas y Torrelodones.
Dos parejas con un Sol recién estrenado mencionaron también el chocolate, aunque con un punto refrescante. Juan Monteagudo y Laura Caparrós, del restaurante Ababol van a Los Valencianos (Albacete) -establecimiento que abrió sus puertas por primera vez en 1942 y, aunque él suele pedir sorbete de mandarina o de albaricoque, ella se decanta por el helado de chocolate y el de limón. Helados Artesanos Laura, en Cáceres, es lugar de referencia de la pareja que dirige Borona Bistró, Víctor Corchado y Rocío Rey. Él suele pedir sencillamente el de chocolate pero ella prefiere el de chocolate y menta.
Aunque en menor medida, también contamos con fans de este sabor tan clásico entre los grandes nombres de la gastronomía patria. Uno de ellos es el trisoleado Toño Pérez de Atrio que lo combina precisamente con otro sabor mencionado cuando va a la sucursal de Rocambolesc, la heladería de los hermanos Roca en la capital: “Como soy un clásico, siempre me pido el de vainilla y chocolate”, explicaba a Guía Repsol. En términos parecidos habla Javier García, del restaurante Lugaris, que suele pedirse helado de vainilla cuando va a Los Valencianos de Badajoz.
Óscar Molina se pone algo más creativo a la hora de elegir su helado de vainilla. Según el cocinero de La Gaia, “Dodó Gelato (Sant Josep de Sa Talaia, Ibiza) es una de las mejores opciones para comer un helado casero rico”, preferencia en la que también coincide con José Miguel Bonet (Es Ventall). Las veces que se acerca a su mostrador, suele pedirse el de vainilla Bourbon. En dos combinaciones se pide José Álvarez del restaurante La Costa su helado de vainilla en el entrañable Helados Arturo (Adra, Almería): cucurucho - en Almería, chambi- de fresa y vainilla y lo que allí llaman ‘ponche’: granizado de limón y helado de vainilla.
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