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Porto do Son, Coruña, A
Para llegar a esta joya natural hay que ir por una carretera bien señalizada, amplia y cómoda. Por el camino, además de una naturaleza de terciopelo color pistacho, se suceden dólmenes y modernos molinos blancos de energía eólica. En un momento, aparece un muy gótico cementerio cuajado de bellísimas y olorosas flores. Una vez dejado el vehículo de lado, se atraviesa andando un tupido bosque en el que los árboles atlánticos de hoja perenne acarician tanto el rostro como el olfato. Será imposible no pararse a fotografiar la irrepetible belleza de caminos, pequeñas rocas y torrentitos. Finalmente, al acercarse a su característico y rural mirador se escucha una cadencia inconfundible de gotitas. Los demás sentidos se activan ante la espuma y el frescor: aparece la cascada. Parece tímida al esconderse entre los abundantes alardes vegetales y lo rasposo de las rocas desde las que caen delicadamente sus aguas siguiendo el cauce del traslúcido río Sieira.
