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Son las salinas más grandes de las Islas Canarias y, aunque no se trata de un lugar puramente turístico, merece la pena hacer un alto en el camino para ver este curioso paisaje. Su construcción se inició a finales del siglo XIX, hasta entonces aquí se cultivaba maíz, cebada, trigo y centeno. La salina está explotada por la familia Lledó que produce unas dos mil toneladas anuales de sal marina, a través de técnicas artesanales. Actualmente las Salinas están incluidas en la Red Canaria de Espacios Naturales Protegidos, con la categoría de Sitio de Interés Científico. 

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