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Pasado mudéjar y huella agrícola
Prácticamente a la misma distancia de Salamanca que de Ávila, unos 50 kilómetros, Cantaracillo se integra en la comarca salmantina de la Tierra de Peñaranda. Con una altitud de 900 metros, desde la localidad se domina la fértil llanura dedicada a la agricultura con cultivos de cereales principalmente. La localidad cuenta con dos monumentos clave, la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción y las ruinas de la Ermita de la Vera Cruz, de estilo románico mudéjar. La iglesia, del siglo XIII, está edificada sobre un antiguo castillo y tiene rasgos mudéjares –como el ábside poligonal– con añadidos posteriores. En el interior destaca el artesonado mudéjar del siglo XVI y varios retablos y piezas escultóricas.
En los alrededores del pueblo hay varios lavajos como el Hondo o el Carra Ávila. Se trata de charcas de agua llovediza que rara vez se secan, características de la zona. Hasta el siglo XIX eran numerosos pero muchos de ellos se desecaron alrededor de 1880, al considerarse insalubres y con objeto de ganar tierras de labor. Los lavajos son fundamentales para la fauna avícola de la comarca, como lugar de alimento o como zona de nidificación.
Otros parajes interesantes son El Cantalejo y el entorno de la Fuente Vieja, donde antaño la gente de la localidad iba a proveerse de agua. Su entorno cuenta con zona de arbolado, bancos y columpios, minigolf y merenderos.