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Chulilla

Presumida por naturaleza

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Antes de Cristo Chulilla ya estaba viva. Así lo indican algunos documentos que dan muestra de los primeros vestigios de civilización en la Edad de Bronce. Un pueblo que se viste de medievo y se engalana de patrimonio natural, gracias a las formaciones que ha dejado el Turia a su paso por esta localidad. Así se despierta Chulilla, en la falda de un alto promontorio llamado Monte del Castillo, mientras se lava la cara ante el cañón del río ‘Las Hoces del Turia’ y se viste de mudéjar desde su castillo árabe, sus torreones y sus murallas.

Chulilla también se enorgullece ante su increíble naturaleza. El senderismo permite en esta localidad acercar al visitante la riqueza de su gran diversidad de paisajes fluviales, las abruptas zonas montañosas y las frondosas campiñas. Además de ofrecer al visitante un paisaje poblado de pinos que sobrevuelan todo tipo de aves rapaces. Escaladores y aventureros podrán asomarse a la erosión que el río ha creado en el Salto de Chulilla, de 160 metros de profundidad y 10 de anchura.

Pero Chulilla no presume únicamente de sus espacios naturales, también lo hace de sus fiestas, parte de su patrimonio histórico. La Enramá, es la más antigua. En el primer fin de semana de mayo la villa se acuesta en la ribera del río, entre romerías a caballo, cantos en prosa (Los mayos) vino y mistela.  

Sin duda un paraje único, de terrenos erosionados por historia milenaria y un río que nunca deja de sorprender en la Comunidad Valenciana.

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