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Gernika-Lumo

Superación y tradición en cada rincón

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Pasear por las calles de Gernika supone recorrer la historia del País Vasco. No en vano, el famosísimo roble centenario de la localidad ha sido escenario del juramento de respeto de los fueros y derechos del pueblo vasco desde tiempos inmemoriales. Por él han pasado desde los primeros señores del territorio vizcaíno hasta los actuales lehendakaris y diputados generales de Bizkaia. Convertido en símbolo de las libertades de los vascos, junto a la Casa de Juntas, también ha sido testigo de las sombras que marcaron para siempre la historia del municipio. El visitante puede encontrar recuerdos del bombardeo alemán de 1937 en distintos puntos de Gernika: el refugio antiaéreo de los trabajadores de la antigua fábrica Astra, la reproducción en forma de mural cerámico del más conocido cuadro de Picasso y, no muy lejos de allí y compartiendo plaza con el Ayuntamiento, un Museo de la Paz, como muestra de recuperación y superación.

Pero el nombre de la localidad también está ligado al arte, la cultura y las tradiciones. Se puede apreciar en el Jai Alai, el frontón de cesta punta más grande del mundo; en la iglesia de Santa María, una obra que se construyó durante casi 300 años; y en el viaje por la historia vasca que propone el museo Euskal Herria, situado en el parque de los Pueblos de Europa, donde el visitante se cruza con esculturas de Eduardo Chillida y Henry Moore. Recorriendo la villa no faltan lugares en los que degustar unos buenos pintxos en compañía de un txacoli y el mercado de los lunes, que se mantiene desde hace siglos, permite vivir con los locales la esencia de la tierra, así como las costumbres de celebraciones populares como la fiesta de Andra Mari y San Roke. Ritos, historia y sabor que no dejan a nadie indiferente.