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Periana

Anfiteatro natural ligado al olivar

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Alegre, luminosa y viva, la población de Periana se asienta sobre la falda de la Sierra de Alhama. El ser humano dejó su huella desde el Neolítico, como demuestran las pinturas rupestres en las cuevas junto al Abrigo de Marchamonas, cavidad declarada como Bien de Interés Cultural. También hubo colonizadores del Imperio Romano, mientras que en la etapa árabe la localidad tuvo cierta importancia debido a las aguas sulfurosas de los Baños de Vilo, en funcionamiento hasta el siglo XIX y con una poza construida hace un milenio.

El casco urbano de Periana quedó prácticamente derruido en 1884, al ser el municipio andaluz más afectado por el gran terremoto sucedido ese año. Aun así, el pueblo aún mantiene el encanto de las localidades axárquicas. En su perfil destaca la bonita Iglesia de San Isidro Labrador, construida tras el seísmo bajo los cánones del estilo neomudéjar. También la vieja chimenea de ladrillo de la fábrica de aceite. El antiguo lavadero municipal y la Plaza de la Fuente son otros de sus lugares más pintorescos. 

El paisaje es una de las grandes atracciones de esta población. Configurado como un anfiteatro, desde sus diversos miradores se observa a lo lejos el color turquesa del Embalse de La Viñuela, así como una serie de cerros y lomas donde el olivo y los cortijos andaluces son los protagonistas. La historia ligada al olivar se puede conocer en el Museo del Aceite de Mondrón, una pedanía local. Otro de sus productos más característicos es el melocotón, al que los vecinos homenajean con una fiesta cada verano.

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