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Piedralaves

Naturaleza impresionante

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“Linda y minúscula como una flor”. Así definió el escritor Camilo José Cela a Piedralaves, un municipio abulense situado en las entrañas del Valle de Tiétar al sur de la sierra de Gredos, en su libro ‘Judíos, Moros y Cristianos’. Apenas hace falta adentrarse en él para descubrir que no se equivocaba. Cada centímetro del pueblo guarda un encanto especial. Numerosas casas están hechas de madera y granito. Entre ellas destaca la Casa de Los Balcones, conocida de forma autóctona como la de 'los de Cartagena'. Resulta francamente complicado no detenerse a cada paso. Cada rincón de sus estrechas y empedradas calles desprende un aroma que te atrapa. El puente romano, que antaño fuera paso obligado entre Madrid y Plasencia para miles de caminantes, la iglesia de San Antonio de Padua… Frente a ella, La Cruz de los Enamorados, un monumento que data de 1681 y que se construyó en honor a todas aquellas parejas que decidían sentarse una vez finalizada la misa. A escasos metros, observamos la concurrida Plaza Mayor y frente al Ayuntamiento, la Torre del Reloj, en cuyo interior se encuentra la oficina de turismo. Por si esto no fuera suficiente, Piedralaves cuenta además con la Charca de la Nieta y la Charca de la Abuela, dos preciosas piscinas naturales; o accidentes geográficos espectaculares como la Garganta del Nuño Cojo, el caudal más importante de la villa. En sus cercanías, también hay espacio para los parques, zonas de ocio y disfrute para jóvenes y mayores dentro de un lugar lleno de vida.

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