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Alcornoques, barroco y hasta un molino de viento
En la margen izquierda del río Jalón, a las faldas de la Sierra de la Virgen, se sitúa la localidad zaragozana de Sestrica. En su casco urbano de trazado medieval, repleto de callejones estrechos y calles sin salida, se suceden interesantes edificios como la iglesia barroca de San Miguel (siglo XVII), con hermosos retablos y capillas en su interior, además de una pintoresca cúpula decorada con relieves en yeso. Destaca asimismo la Torre de los Urrea, un torreón que pertenecía al antiguo castillo medieval (siglo XIV) que domina todo el pueblo.
Ya en las afueras, junto a varios peirones devocionales, se conservan tres ermitas (San Bartolomé, Virgen del Carmen y San Felices), así como antiguos neveros y restos del antiguo teleférico en el que se transportaba hierro a principios del siglo XX (conocido como Arco Minero o Puente Colgante). Dentro del mismo término municipal de Sestrica, a 904 metros de altitud, se sitúa el recoleto núcleo urbano de Viver de la Sierra. En este enclave, uno de los más altos de la provincia, vale la pena asomarse hasta el santuario barroco de Nuestra Señora de la Virgen del Prado (siglo XVIII), que conserva una talla románica, y ver de cerca la Iglesia de San Miguel, del mismo estilo arquitectónico.
La naturaleza es uno de los grandes atractivos de Sestrica. Lo mejor es adentrarse por los senderos que atraviesan sus montes, donde nos aguardan paseos entre cerezos, un yacimiento geológico declarado Lugar de Interés Geológico de Aragón, manantiales como el de la Fuente y rincones excepcionales como la Cascada de la Huerta, la Cueva de Trampaspeñas y los miradores ubicados en el Monte San Cristóbal y Peña Guzmán. Para rematar la excursión, podemos descubrir un bosque de alcornoques único en la comunidad aragonesa. En estas 500 hectáreas de alcornocales, dentro del paraje de El Prado, se alza un ejemplar centenario de casi 10 metros de altura, declarado Árbol Singular de Aragón.