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En pleno esplendor de la estética conventual, Guía Repsol dedica parte de su nuevo listado de Soletes a la repostería de clausura, llegando a incluir hasta veintiséis conventos. Uno de ellos es el Real Monasterio de la Madre de Dios de Santiago, el primero que se construyó en Granada, Allí, una veintena de comendadoras dirigidas por la madre María Auxiliadora trabajan en el obrador mientras sacan adelante una hospedería con más de cuarenta camas. “Ahora estamos pintando anguilas de mazapán para un encargo, pero hacemos treinta dulces distintos”, explicaba la superiora a Guía Repsol.
No muy lejos de este barrio de El Realejo se encuentra el Convento de San José de las Carmelitas Calzadas, también nuevo Solete Guía Repsol. Allí, la madre María Dolores y el resto de hermanas, de origen filipino, compaginan las pastas de almendra, los mantecados y los polvorones con una gran variedad de platos de cocina asiática para llevar.
Primer mito desmontado: no solo de mantecados y polvorones a través del torno viven estos obradores. Por ejemplo, las mínimas del Monasterio de Jesús María del Socorro, en Archidona (Málaga), son muy conocidas por sus borrachuelos y sus quesitos de almendra, que también venden por internet. Las Carmelitas Calzadas de Antequera no dan ese servicio, pero quien se acerca a comprar, por ejemplo, una cajita de sus alfajores, puede visitar también su prolijo museo conventual.
En el horno de las Carmelitas Calzadas de Granada, hoy se hacen pastas de almendra. Foto: Sofía Moro
La tradición repostera es muy importante entre las monjas andaluzas y, según los expertos en gastronomía de Guía Repsol, cada una tiene dulces estrella. En el Monasterio de Santa Paula de Sevilla, las jerónimas dirigidas por la priora Sor Tiyama Irimpan son especialistas en elaboraciones frutales, como la cremas, las mermeladas, o las gelatinas y en el de Santa Clara de la Columna, en Belalcázar (Córdoba), cocadas, empiñonadas y nevaditos.
En muchos casos, son las religiosas inmigrantes quienes sostienen la tradición: “Cuando llegamos al convento, estos dulces no son familiares para nosotras, no los conocemos, pero enseguida aprendemos. Las hermanas con más edad y experiencia nos enseñan”, explicaban a Guía Repsol desde el Monasterio de San Cristóbal y Santa Rita, uno de los lugares más destacados de la repostería en Medina-Sidonia (Cádiz), donde una mayoría de monjas africanas elaboran dulces medievales.
Aquí la especialidad es el dulce medieval. Foto: Juan Carlos Toro
Hablando de dulces de ancestrales, el mazapán tiene en Navidad su momento dorado y en Toledo su lugar insigne: allí, reciben un Solete Guía Repsol las dominicas del Convento de Jesús María y las cistercienses del Convento de San Clemente donde, dicen, nació este dulce, y se vende desde principios del siglo XIII. Este listado reúne a varias órdenes pero son las monjas clarisas quienes han recibido más distinciones, empezando por el Monasterio de Jesús Nazareno en Sisante (Cuenca). Las del Convento de Santa Isabel en Valladolid y las del Monasterio de Santa Clara en Soria, por ejemplo, confirman que hay órdenes con oficios muy arraigados y que la tradición de llevar huevos a estas monjas tiene su sentido.
Dominicas pero igualmente buenas reposteras son las religiosas del Monasterio de Nuestra Señora de Piedad en Palencia, cuyos productos destacados son las empanadas, los bollos de almendra y las rosquillas de Santa Rosa. Algunos conventos no sólo elaboran repostería, como es el caso de Iesu Communio en Burgos, el instituto religioso donde centenares de jóvenes vestidas con hábito de tela vaquera también se dedican a la artesanía y a las flores preservadas.
'Tsajenà' ("Tengo sed") es el lema de Iesu Communio. Foto: Eva Máñez
Otro Solete monacal que, a pesar de la clausura, tiene cogido el pulso a la vida más allá del convento es el Monasterio de la Santa Cruz en Sahagún (León), donde además de buenas confiteras, también hay maravillosas community managers: "¿Sabes que se pueden hacer prácticas de monja? Las jóvenes que se planteen que el Señor las está llamando a la vida consagrada pueden venir unos días a vivir en nuestro monasterio", anunciaban el pasado verano a través de un vídeo de TikTok.
También en esta provincia pero en este caso en la capital se ubica el Monasterio de Concepcionistas, donde preparan “más de 25 pastas típicas de León”; y, para terminar con esta ruta de cenobios castellanoleoneses es interesante parar en el Convento de Santa María la Real de las Dueñas, en Zamora, famoso por sus rosquillas del Ángel, con azúcar, almendra y raspadura de limón.
Además de la materia prima de calidad y el buen hacer, hay algo de misterio en según qué dulces. “Han venido hermanas de otros conventos a aprender. Las enseñamos, los elaboran aquí con nosotras y salen bien, pero cuando vuelven a sus conventos y los preparan allí, ya no salen igual”, cuenta la hermana Rosario, decana del Convento de Santa Clara, en Llerena (Badajoz). También clarisas pero en este caso cacereñas son las religiosas del Convento de San Pablo que, junto a las jerónimas del Convento de Nuestra Señora de la Salud en Garrovillas de Alconétar, conforman esta triada celestial de obradores extremeños.
A orillas del Mediterráneo también se elabora buen dulce de clausura y tenemos un ejemplo en las clarisas de Santa María de Jerusalén de Barcelona que, en esta época perfuman el convento con el olor al azúcar de sus piruletas, a la almendra y el pistacho de sus rocas y al chocolate de sus alegrías. También en Murcia, donde las concepcionistas del Convento de San Antonio se atreven con el panettone e incluso recibieron en 2021 el premio Panadería Artesana de España de parte de la revista The Corporate Live Wire.
“Somos monjas de clausura constitucional”, explicaban las religiosas del Convento de Santa Magdalena a Guía Repsol. Foto: Sergio Lara / @theibizaphotographer
En el norte de la península, dos hornos de clarisas han llamado la atención a los expertos de Guía Repsol: el Monasterio de Nuestra Señora del Pilar en Bilbao, donde sorprende su amplia variedad de bizcochos por encargo, y la Repostería Fina Santa Clara en el municipio cántabro de Villaverde Pontones, que en estas fechas se fundamenta en un muy buen Roscón de Reyes. Las cocas de Nadal del Convento de Santa Magdalena en Palma de Mallorca -muy destacado entre dulces navideños de Mallorca- y las típicas truchas de batata del Monasterio Cisterciense de Teror en Las Palmas muestran que, también en las islas, las religiosas mantienen vivas las recetas más locales.
Así, monjas de una docena de congregaciones religiosas distintas reciben por primera vez una calificación gastronómica española. Entre los restaurantes donde celebrar las cenas y comidas de cada año, las barras más festivas y las pastelerías que mejor hacen los panettones, los roscones o el turrón, tienen su lugar en esta novena edición de Soletes los obradores monacales que por estas fechas ya funcionan a pleno rendimiento.
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