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El athleisure es ese estilo de vestir que combina ropa deportiva con ropa de diario, creando unos estilismos cómodos, funcionales y refinados. Una de las piezas claves en el athleisure es el chándal, ya sea vestido entero o sólo una pieza. Pues bien, con ‘Fornos y Apolo’, lucir un chándal tremendamente pichi y contemporáneo en la pradera de San Isidro, ya es posible.
¿Pero, de dónde viene ‘Fornos y Apolo’? Pues el nombre es tan castizo como los propios chulapos. “A finales del siglo XIX, cuando empezó todo lo de los chulapos y chulapas y la zarzuela en el madrileño Teatro Apolo, allí era donde la gente iba a pasarlo bien entonces, la cuarta de Apolo era la última sesión y la gente que acudía iba a dejarse ver. Se juntaba la gente guapa con la del mal vivir y, después de la sesión, se iban todos al ‘Café Fornos’ a acabar la noche. Entonces era como La Movida del siglo XIX y de ahí sale el nombre de Fornos y Apolo”.
Detrás de este proyecto se encuentra Cristina Llanos, que cuenta cómo empezó a gestarlo. “En el 2019, La Juan Gallery, que es una galería de arte alternativo, sacó un concurso cuyo tema era reinterpretar el traje de chulapa y entonces me dije: Este es mi concurso. Porque a mí siempre me ha gustado mucho el folclore, los trajes tradicionales y todo lo que le rodea. Me puse a investigar y a estudiar y me di cuenta de que los chulapos y chulapas eran de clase obrera, venían de las calles y de los barrios más humildes. Entonces me planteé… ¿Cómo sería una chulapa contemporánea? Viendo que en los barrios, actualmente, la mayoría de las personas llevan chándal, por lo que el resultado fue hacer un chándal de chulapa”.
La colección está compuesta por el traje de chulapa, un dos piezas de chaqueta y pantalón, y el de chulapo, que se limita a una elegante cazadora. Cristina ha querido ser muy purista en cuanto a los estampados y en el chándal de chulapa utiliza lunares, mientras que en la chaqueta de chulapo, la eterna pata de gallo. Pero, eso sí, telas cuidadosamente escogidas. “Principalmente, utilizo tejidos elásticos para que se acomoden al cuerpo y, luego, busco motivos de lunares que me gusten. Me centro en el lunar y en la pata de gallo, en eso soy muy tradicional porque me gusta partir de algo del pasado para adaptarlo al presente. La pata de gallo siempre ha sido una cosa exclusiva del traje de chulapo, entonces me gusta mucho adaptarlo para chica también”.
Sus propuestas son no binarias, por lo que tanto la chaqueta como el chándal, son unisex, como enfatiza Cristina, “aptas para todo el mundo”. La diseñadora también ha pensado mucho en los detalles, como la cinturilla y el cordón de algodón habitual en los pantalones de chándal. “Me interesaba que se reconociera el traje típico de chulapa, pero llevado a la comunidad del chándal. El cordón en la cintura del pantalón no es necesario para abrocharlo, pero he querido ponerlo para hacer un guiño al chándal de toda la vida”. Otros elementos que evocan a los elementos chandaleros son los elásticos en los puños, en el cuello y en la cinturilla.
Cristina ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo a desarrollar el patrón perfecto. “A mí, por ejemplo, me gustan mucho los pantalones de cintura alta, pero en éstos les hemos puesto push up a través del patrón, para que los glúteos suban. Entonces, es sexy. Siempre me han encantado las líneas de los trajes de chulapa, que marcaban la figura femenina, y es lo que he querido llevar al pantalón”. Además, los detalles están muy cuidados, como los adornos de los pantalones y los bolsillos de la chaqueta de chulapo. “Las chaquetas están super pensadas porque tienen unos bolsillos interiores invisibles. Vimos que los de delante se podían deformar por el peso del móvil y demás, así que pensamos en este bolsillo invisible para que los de parche delanteros no se deformen”.
Lo suyo es acompañarlos con unas zapatillas deportivas, aunque Cristina los ha probado con alpargatas y quedan espectaculares. En cuanto al tocado, más es mejor y la diseñadora ha optado por mezclar el pañuelo y los claveles de la chulapa con la parpusa, como así se llama la típica gorra de chulapo en pata de gallo. “Me gusta mucho cómo queda la gorra con el pañuelo, me parece muy elegante”, desde luego, es de lo más efectista.
Los chulapandal -que bien podrían llamarse así- de ‘Fornos y Apolo’ están disponibles en tallas S, M y L, porque “al ser elásticos, se adaptan a diversas fisonomías y se hacen por encargo y mediante lista. Realizar estos trajes es como hacer alta costura, por lo que ahora trabajo con un taller que tiene que parar lo que está haciendo para realizar cualquiera de estas piezas, así que no compensa si sólo encargo un traje. Lo que hago es una recopilación de varias personas interesadas, porque hacerlo para una persona sola no compensa”. Aunque, si les apetece llevar uno de ellos a la verbena de este año, pueden alquilarse porque Cristina también ofrece ese servicio.
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