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Un plato de gran tamaño en la pared del salón, un frutero en la mesa de la cocina, un bol esmaltado junto a una tela de brocado, una aceitera con forma de pájaro… A simple vista, las piezas de cerámica pueden parecer humildes, sin utilidad fuera del uso para el que fueron concebidas pero, últimamente, el público ha descubierto el gran efectismo que adquieren fuera de su contexto. "Cualquier elemento puede usarse pero también puede ser muy decorativo. Simplemente tenerla en un rincón y contemplarla te hace sentir bien", asegura Sylvie Fiachetti, de 'Tado', un espacio dedicado a la cerámica con alma.
Desde los refinados trabajos en porcelana hasta las rústicas de terracota, absolutamente todas las piezas cerámicas tienen su encanto. "Lejos de si hay tendencias o no, lo que sí es cierto es que, afortunadamente y desde hace un tiempo, la cerámica está suscitando mucho interés y eso se aprecia y se valora. Hay muchos diseñadores que trabajan con esta materia prima y muchas tiendas de diseño que apuestan por ella. Incluso está creciendo el interés como hobby, porque no se puede negar su carácter terapéutico. La cerámica no se puede considerar solo como una moda", aseguran Ana Ferichola y Natalia Figueroa, de 'Tánata'.
En estos tiempos donde se buscan alternativas sostenibles a las materias sintéticas y de un solo uso, la cerámica parece que tiene mucho que decir y aportar. Resistencia, belleza, personalidad, variedad, originalidad, estilo… No cabe duda de que el futuro está en el barro.
Babosas o tiburones para colocar encima de una mesa, robots convertidos en tazas, lecheras y teteras; pájaros transformados en jarras o vasos. Todos ellos, además, bautizados con nombres divertidos (Bichobola, Pajarra, Ratona…), presentados en colores pastel, con formas amigables y suaves al tacto. La cerámica de 'Tánata' es una de las más divertidas que se fabrican actualmente en Madrid. Tras el proyecto están Ana Ferichola y Natalia Figueroa, dos amigas que se conocieron cuando estudiaban Modelismo y Matricería en el taller de cerámica de Francisco Alcántara.
"En realidad buscábamos hacer algo con las manos, un poco por hobby, porque siempre habíamos creado o fabricado cosas… El caso es que fue todo un poco casual. Por suerte teníamos un espacio en la casa familiar de Ana y empezamos a echarle horas, creando lo que nos daba la gana (piezas artísticas, proyectos de la escuela…). De alguna manera empezó a convertirse un trabajo y poco a poco, por el boca a boca, nos empezaron a salir encargos de pequeños diseñadores. Así que decidimos lanzar también nuestras propias obras como colecciones, que era lo que nos había motivado desde el principio", explican.
Aunque al principio no tenían muy claro lo que querían hacer, sí que están satisfechas del camino tomado y por el que ahora se dirigen: dar un vuelco al menaje actual basado en la funcionalidad y el diseño con cabeza. "La cerámica siempre ha sido un poco patito feo de las artes, considerada como decorativa nada más, pero es un material increíble y noble por su capacidad plástica, la infinidad de acabados, las posibilidades del vidriado… la cerámica está ligada a la tierra y al fuego. Nos parece muy bien que se use la cerámica en el día a día, pero también que haya arte en cerámica aunque sea menos conocido o minoritario", aseguran.
A pesar de que confían en su experiencia y en su intuición a la hora de crear piezas vendibles, Ana y Natalia siempre llevan a cabo lo que les gusta, y, por ahora, les ha funcionado. "Intentamos buscar objetos diferentes en cada colección y rescatar útiles que eran habituales en la vajilla de la abuela pero que, a día de hoy, hemos sustituido por cosas desechables, como la mantequillera Tortu o la sopera Bichobola. También realizamos tazas, pero nuestro catálogo de diseños es enorme, desde jarras y teteras, a tazas, vasos, maceteros, sujeta-cucharas, percheros, un exprimidor, un galletero… y también cerámica decorativa. Nos gusta hacer cosas diferentes, no aburrir ni aburrirnos".
Son tantas y tan dispares sus obras que resulta difícil decantarse por una u otra. Incluso a ellas les resulta complicado señalar sus favoritas. "Son un poco como nuestros hijos y es difícil elegir, porque nos gusta lo que vemos cuando revisamos nuestro trabajo… Ahora estamos enamoradas de nuestra última colección, Cortocircuito, de inspiración robótica y alienígena; pero no olvidamos la tetera Ratona, de nuestras primeras creaciones: Saltimbanqui, todo un emblema; o Galler, el amoroso galletero… Los queremos mucho a todos".
Para dar a estas piezas una personalidad única es cuestión de fijarse en la Naturaleza. "Es nuestra musa, siempre cambiante, hermosa, y viva. Nos fijamos mucho en los animales, pero también nos gusta leer, el arte, las series… La inspiración a la hora de hacer un objeto nunca es algo directo. En nuestras colecciones suele empezar todo de una forma que nos gusta, de la que empiezas a dibujar piezas completas que de pronto encajan entre sí… Hay una parte de azar inicial y otra de trabajo posterior. El proceso es lento pero fluido, y si no lo es, es que algo en la pieza no funciona".
La diversidad de diseños junto al no tener una técnica repetitiva ha conseguido que 'Tánata' tenga una identidad propia. "Nos gusta variar dependiendo del diseño que tengamos en mente –aseguran Ana y Natalia–. Modelar a mano y, una vez que hacemos los moldes y tenemos los primeros prototipos, trabajar con los esmaltes y buscar los colores y acabados apropiados. Existe una parte de alquimia en el proceso cerámico que es muy emocionante". La experimentación va unida intrínsecamente a la cerámica. "Primero pensamos el diseño y el acabado que nos gustaría. El color, la textura… y luego vemos con qué técnica lo podríamos conseguir y trabajamos en esa línea. Siempre diseñamos cosas nuevas".
Al estudio de 'Tánata' solo se puede ir con cita previa, pero sus artículos se pueden encontrar en múltiples tiendas de diseño moderno que hay en Madrid y otros puntos de España y, por supuesto, en su boutique en Internet. "Es el contacto más directo con nuestros clientes después de las ferias (que casi no hacemos) así que siempre es emocionante. Muchos nos conocen por las redes sociales. Mola cuando reciben tu pieza en casa y te dicen que es mucho más bonita que en las fotos. A través de las redes y de la tienda on line llegamos a todo el mundo, incluso a personas que nunca han visto nuestras piezas en vivo. La única pega es que a este proceso hay que dedicarle muchísimo tiempo para contar todo de la manera que nos gusta, aunque también nos divierte".
Pedro León cambió el mundo de la interpretación por el de la cerámica en 1996. "Quería hacer Artes Escénicas, pero me di cuenta de que lo que realmente me gustaba era crear con las manos y cuando fui a la Escuela de Cerámica de Madrid confirmé que aquel era mi camino". Entre el Barrio de las Letras y Lavapiés se encuentra su tienda-taller, un espacio acogedor en el que se aprovecha hasta el mínimo rincón. Aquí se exponen para la venta sus productos, se crean los moldes, se secan las piezas, se esmaltan, se lijan y, por supuesto, se cuecen en los dos monumentales hornos situados en el interior del local (que llegan a alcanzar los 1.254 ºC).
Pedro y su equipo están a punto de empezar a esmaltar una vajilla para un restaurante porque los platos, boles, tazas, cuencos y bandejas son la especialidad de 'Arte Hoy'. "Es un elemento utilitario pero agradable, –asegura Pedro mientras coge uno de los platos hondos y los introduce dentro de un líquido blanquecino– un soporte vital, ya que te da el alimento y al que ahora los chefs dan mucha importancia. Por ejemplo, yo estoy muy influenciado por las técnicas japonesas porque en Japón cuidan mucho poner los alimentos en un sitio agradable".
Ahora, están ultimando los últimos detalles de los útiles de 'Casa Cacao', la última aventura de los Roca en Girona, que tendrá el chocolate como protagonista. Y es que son muchos son los restaurantes y cocineros –'Umiko', 'Kabuki', 'Benarés', Dabiz Muñoz, Paco Roncero, Ferran Adrià, Ramón Freixa…– que han confiado a Pedro la elaboración de sus vajillas gracias no solo a su belleza y originalidad sino también por su gran resistencia a golpes, microondas y lavavajillas.
En cuanto a técnicas, a Pedro le encanta trabajar con el raku-yaki, un procedimiento nipón que consiste en que, al sacar la pieza aún caliente del horno, se introduce en serrín, con lo que adquiere una textura especial y un aspecto único. "Con ella se consigue que cada elemento sea diferente y que todo aquello que no había sido esmaltado anteriormente, quede ennegrecido".
Le gusta experimentar, no es de los creadores que se instalan cómodamente en un procedimiento concreto. "Hay muchos artesanos que se resisten a los cambios, pero no es mi caso. Cada año me suelo inventar una colección nueva. La última que he creado es Flor y ya tengo el modelo fabricado, muy útil porque sirve para muchas cosas", y a la vez muy decorativa. Craquelados, porcelana blanca y oro, esmaltado en blanco y negro… "En la cerámica hay tendencias: colores tierras, verdes oscuros, la extensa gama de marrones, azul cobalto o turquesa… –asegura Pedro–. Además, la gente se anima cada vez más a no poner toda la vajilla igual sino a mezclar piezas" con diversas texturas y decoraciones.
La funcionalidad es una de las principales bazas de la cerámica y, además de artículos para la mesa, en 'Arte Hoy' se pueden encontrar paragüeros, maceteros, lámparas e incluso joyería. "Las piezas de joyería que tenemos en la tienda las realiza Miki Caro, que desarrolla sus diseños en porcelana de forma manual. Todas las cuentas están modeladas, esmaltadas y pulidas a mano, una a una". Collares largos o gargantillas de estilo retro junto a pendientes o pulseras. E incluso un diseño original y práctico como el cuelgagafas que triunfó en la pasada edición de la Feria de Artesanía de Madrid. "La cerámica está volviendo a tener mucho interés –comenta Pedro–. Estuvo muy en boga en los años 80 para decaer en la década de los 90, pero ahora el público está más receptivo".
Los beneficios de la alfarería sobre la mente permiten equiparar esta artesanía a una terapia antiestrés. En 'Arte Hoy' se organiza un cursillo de iniciación para todos aquellos que, además de eliminar preocupaciones, quieren introducirse en este arte milenario. "Organizamos cursillos de iniciación porque, aunque la gente se cree que al hacer un curso ya lo sabe todo, no es así", advierte el artesano.
"El taller de iniciación que impartimos, al que viene gente de todas las edades, es perfecto para desconectar. Partimos de las técnicas más básicas y sencillas pero se tocan todos los niveles como conocer los distintos tipos de arcillas, modelar, decorar… trazamos todos los pasos para que, al final de la clase, te lleves una pieza a casa. Luego hay otro taller de fin de semana, de raku-yaki, que es más para gente avanzada y que hacemos en el campo cuando hace buen tiempo porque requiere hacerlo al aire libre". Casi como un ritual.
'Tado' abrió sus puertas hace siete años como una tienda de antigüedades en el madrileño barrio de las Letras de la mano de tres socios. Al cabo de un tiempo, dos de ellos decidieron dejar el comercio y dedicarse a realizar proyectos de interiorismo, así que se quedó al frente Sylvie Fiachetti. "Pensé que era el momento de replantear el concepto de la tienda y dedicar el espacio principalmente a la cerámica, porque es la materia que más me gusta". Sylvie tuvo en cuenta que, en un tema tan de moda como este, no podía limitarse a tener lo que ya se ofertaba en otros sitios por lo que "rasqué un poco para ver algo más. Una cerámica cuanto más especializada y personal, mejor".
Empezó a buscar a aquellos artesanos y artistas que aportaran una luz especial ofreciéndoles un elegante espacio expositivo y de venta en uno de los enclaves más turísticos de la capital. "Intento que los talleres estén cerca de Madrid para conocernos bien y mantener con los autores una relación cercana con la que sacar ideas juntos". Para Sylvie es muy difícil tener artistas favoritos. "Es imposible decidirme. Es como la música. Hay una cerámica que te toca de forma primitiva, cocida al horno de leña, que te da una sensación que no te da otra técnica. Luego está la del buen hacer, la de la proeza técnica como la porcelana al torno…", explica mientras pone en el mostrador un exquisito juego de té en porcelana blanca. "Esto lo hizo Rafael, que empezó a tornear a los 12 años", muestra orgullosa.
También le enamoró el trabajo de Álvaro, el más joven de los artesanos que hay en 'Tado', que trabaja el barro en un horno de leña que él mismo construyó. "Vi su web con unas fotos feísimas, pero era su forma de trabajar la tierra lo que no había visto en ninguna otra parte". Sylvie ha hecho sus pinitos como alfarera ("Hice un curso pero iba al taller a tocar. No me interesaba crear un objeto sino ver las piezas ya hechas") y le ha servido de base para conocer las técnicas más elementales. "Respeto mucho el oficio. Para mí es un trabajo duro, magnífico, que a veces te puede relajar si te lo tomas como un hobby de fin de semana".
Además de con los procedimientos, Sylvie también es exigente con los materiales. "No queda igual una cocción con esmaltes comprados en una tienda especializada que los que se producen tras una formulación personal". La cuestión es experimentar. "Lo que realmente me importa es que se vea la materia que, al final, es lo que diferencia estas piezas de un diseño industrial". Sylvie coloca una de las blancas jarras de Ana sobre el mostrador. "Ana, por ejemplo, es muy perfeccionista pero tiene sus detalles en cómo coloca el asa… de forma natural".
O los botijos de Severino y su hijo, de los pocos artesanos del barro que resisten en Agost, la famosa zona levantina dedicada a la cerámica. "Siempre tengo botijos porque se están volviendo a usar". Y puestos a recuperar, nada mejor que las ollas de barro de Moveros, Zamora. "Las legumbres cocidas en una olla de barro no saben igual. Cada vez que cocino unas lentejas les hago una foto y se la mando a Carmen y Miguel, los artesanos que hacen estas magníficas piezas".
Sylvie no descansa en su búsqueda de cerámicas singulares, tanto de las más tradicionales como de las más vanguardistas. "Lo importante es investigar y seguir sacando cosas –asegura–. Trabajar las cosas de forma espontánea y obedeciendo a la materia, porque es ella la que va dando riqueza a las formas". Es muy aconsejable darse una vuelta por 'Tado' de vez en cuando para descubrir piezas nuevas. "Hay novedades todo el tiempo. Si agotamos una serie pasamos a otra nueva. Y si no llega la nueva hornada de uno, llega la de otro". No es de extrañar que 'Tado' sea un reclamo para el arte en barro al que llegan aficionados a la cerámica de todo el mundo.
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