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El tiempo parece haberse detenido al pasear por el barrio de los Austrias y llegar hasta el centro de la Plaza de la Villa. Antiguamente conocida como Plaza de San Salvador, el balcón de la Casa de la Villa es el lugar desde el que cada año se lanza el pregón que da inicio a las Fiestas de San Isidro.
Este mismo inmueble fue la sede del Ayuntamiento desde finales del siglo XVII hasta que, en el año 2007, el alcalde de Madrid Alberto Ruiz Gallardón decidió trasladar las dependencias municipales a su actual ubicación en el Palacio de Cibeles. Desde entonces, la Casa de la Villa únicamente alberga este tipo de eventos y festejos, trasladando a los madrileños al finales del Siglo de Oro.
El espacio de celebración por antonomasia durante las fiestas patronales es, sin duda, la Pradera de San Isidro. Este parque, situado en la orilla del río Manzanares circunda el barrio de Carabanchel, ha sido durante siglos el lugar elegido por los madrileños para disfrutar en familia y con amigos de las cálidas tardes propias del mes de mayo por albergar la ermita del santo. Una tradición que se mantiene durante siglos y que incluso el ilustre pintor Francisco de Goya plasmó en 1788 en una serie de cuadros decorativos para el Palacio del Pardo.
La Plaza Mayor de Madrid no solo resulta un enclave perfecto en el que dejarse abrazar por las Fiestas de San Isidro por la historia que destila, sino porque en ella se organizan muchos de los conciertos más populares de la ciudad.
En este rectángulo se reúnen miles de personas cada año para honrar al patrón capitalino, al igual que en el pasado lo hacían para ver las corridas de toros que aquí se llevaron a cabo. El paso del tiempo hizo que la tauromaquia abandonase la plaza y comenzaran a poblarla algunos de los restaurantes y tiendas con más solera de la urbe, con propuestas variadas que se ajustan a todos los bolsillos y celebraciones.
Los Jardines de las Vistillas encarnan uno de los espacios verdes más coquetos de Madrid durante todo el año, pero es en San Isidro cuando más se disfruta de esta ventana natural. Sus cuidados álamos y rosales, especialmente atractivos durante la primavera, la oferta lúdica y músical que se da lugar en este parque, unido a una de las mejores vistas que se pueden apreciar del río Manzanares y el Palacio Real, congregan a miles de personas deseosas de pasar un buen rato en los días festivos.
Alrededor de 125 hectáreas de la más vistosa vegetación madrileña es lo que ofrece el Parque del Retiro, la más apreciada de las zonas verdes de la ciudad. Un sugerente encanto que lo convierte en destino para largos paseos, ya sean a pie, en bici o en las barcas de su estanque, o para llevar a cabo un picnic sobre las grandes superficies de césped con las que cuenta. Además, su historia como espacio de recreo para la familia real desde el reinado de Felipe IV en el siglo XVII ha hecho que proliferen las rutas temáticas, pudiendo acercarse a conocer su histórico vivero de estufas o, incluso, dejarse aterrar por las historias de miedo que tienen este parque como protagonista.
Por otro lado, basta cruzar sus puertas y volver a la urbanidad de sus calles aledañas apenas unos metros para encontrar establecimientos ideales para reponer energía en cualquier momento del día. Ya sean desayunos, aperitivos, comidas o cenas, Soletes Guía Repsol permiten comer barato y rico cerca del Retiro antes de volver a esta jungla madrileña para terminar su reconocimiento.
Los Pasacalles de Gigantes y Cabezudos son unas de las actividades más atractivas, sobre todo para las familias con niños. El recorrido de estos desfiles comienza tradicionalmente en la Plaza de la Villa y recorre las calles más famosas del casco histórico madrileño con representaciones vinculadas a San Isidro como los chulapos Julián y Mari Pepa, Alfonso VI, La Latina, el alcalde de Móstoles, Manolita Malasaña, Muhammad I o La Arganzuela. Una gran oportunidad para combinar tradición, historia y diversión en el centro de la capital.
Independientemente de la afición que se pueda tener a la tauromaquia, merece la pena acercarse a la Plaza de las Ventas para sentir en primera persona cómo se viven de las Fiestas de San Isidro en una de las mecas de esta disciplina. Los alrededores del ruedo son un hervidero de aficionados que, en muchos casos, sacan sus mejores galas a pasear, y los bares de la zona se llenan de conversaciones en las que el fútbol pierde su protagonismo en favor de pases de muleta y estoques.
Hermosos cántaros, jarrones o cazuelas encuentran acomodo desde hace décadas en la Feria de La Cacharrería que se desarrolla en la Plaza de las Comendadoras. Un espacio que ya se ha convertido en un must para aficionados a este arte tradicional, ya sea para encontrar una nueva pieza que añadir a la colección, un regalo sorprendente o, incluso, aprender a dominar las técnicas más enrevesadas en los talleres que llevan a cabo distintos artesanos.
Las fiestas patronales se ha convertido en la excusa perfecta para saber a qué sabe realmente la gastronomía de Madrid. Durante estos días, pastelerías, bares y restaurantes de la capital recuperan las recetas con sabores más tradicionales para seducir paladares y, en muchos casos, refrescar la memoria a través de rosquillas de San Isidro (tontas, listas y con nuevos toppings), bartolillos, gallinejas y entresijos, callos y demás especialidades que recuperan el esplendor de antaño.
El Museo de San Isidro es el lugar ideal si se quiere conocer, desde un punto de vista histórico, la génesis de las fiestas y de la ciudad. Este edificio del siglo XVI, conocido popularmente como Casa San Isidro, alberga una exposición permanente y varias actividades que explican cómo ha evolucionado Madrid desde los primeros registros vinculados a la prehistoria hasta el día de hoy, consolidada como una de las urbes más destacadas del continente.
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