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Ermita de San Frutos sobre las hoces del Parque Natural de las Hoces del Rio Duratón. Segovia. Foto: © Alfredo Merino

Las Hoces del Río Duraton y la Romería de San Frutos (Segovia)

Arboledas de oro, buitres y una romería en un cañón de ensueño

20/10/2025 –

Actualizado: 19/10/2025

Las Hoces del Río Duratón son uno de los parajes de visita recomendable para el otoño. El 25 de octubre acogen la romería de San Frutos, patrón de Segovia.
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Las pisadas sobre las hojas son el único ruido que rompe la paz en el fondo del desfiladero abierto con la paciencia de la geografía por el Duratón. Al lado de la senda el río transita adormilado. El silencio invita a contar los pasos. Y a dejar libre al pensamiento. De vez en cuando, un claro en la arboleda distrae al caminante, que tuerce el cuello hacia arriba, para mirar los cantiles.

Los colores del otoño abrazan los pueblos segovianos. Foto: © Marga Estebaranz
Los colores del otoño abrazan los pueblos segovianos. Foto: © Marga Estebaranz

Paredones interminables de más de cien metros de rubia caliza, que encierran el cauce del río. Bajo las cárcavas y las repisas, grandes manchurrones blancos señalan los nidos de los buitres, reyes de este cañón y de los cielos que lo cubren. Es fácil verlos. Posados en la roca o colgados del aire, no en vano las cerca de 750 parejas que viven aquí conforman la colonia de leonados más grande de Europa. Comparten casa con alimoches, halcones peregrinos, águilas real y calzada, cernícalos, búhos reales y así hasta 130 especies de aves.

Hoces del Rio Duratón. Segovia. Foto: © Alfredo Merino
La belleza otoñal es la que le da al Duratón su mayor popularidad. Foto: © Alfredo Merino

El camino que discurre por el fondo de las hoces no tiene pérdida. Siempre a escasa distancia de las aguas, bajo las frondosas arboledas, que estos días lucen sus vestidos de gala. Colorido conjunto que forma una masa que ocupa el cañón de punta a punta. Vistos desde los miradores que se abren al borde las parameras segovianas, semejan un río de oro. La belleza otoñal es la que le da al Duratón su mayor popularidad. La que hace irresistible caminar por el interior de la tranquila arboleda. Ver asomar entre la alfombra de la hojarasca corros de setas, curiosas en busca de la luz y precavidas ante la lluvia bajo sus llamativos sombreros. Contemplar el vuelo paciente de los buitres, subrayado de vez en cuando por el chillido de un peregrino.

La Casa del Parque

Este extraordinario desfiladero, que rasga con un profundo y tortuoso tajo la llanura castellana, se declaró en 1989 Parque Natural de la Hoces del Río Duratón. El mejor lugar para conocer su naturaleza es la Casa del Parque. Enclavada en la antigua iglesia de Santiago de Sepúlveda, acoge una interesante exposición y facilita información sobre actividades, permisos y otros aspectos del espacio natural y sus habitantes. Destaca el espacio dedicado a Sepúlveda, que muestra la historia de la Comunidad y Villa de Sepúlveda, con especial atención a los oficios tradicionales.

Centro de Visitantes del Parque Natural de las Hoces del Rio Duratón en la antigua iglesia de Santiago. Foto: © Alfredo Merino
Centro de Visitantes del Parque Natural de las Hoces del Rio Duratón en la antigua iglesia de Santiago. Foto: © Alfredo Merino

El centro ofrece información sobre las excursiones más recomendables, según el momento del año y las circunstancias ambientales. Entre todas, la Senda Larga es la más apreciada, la que permite adentrarse en el alma de este cañón de la manera más accesible e intensa. Señalizada con paneles y postes indicadores, recorre el tramo del cañón donde más se aproximan las paredes. Discurre entre los puentes Talcano, en las proximidades de Sepúlveda, y el de Villaseca. Es un recorrido lineal de 10 kilómetros que, en caso de realizarla completa, y a no ser que se cuente con dos vehículos, la ida y vuelta es de 20 kilómetros, que pueden suponer entre 6 y 7 horas de caminata. Lo habitual es iniciar la ruta en el puente Talcano y realizar parte del itinerario, según el tiempo y el fuelle de cada uno, desandando el camino hasta el punto de partida. Entre el 1 de enero y el 31 de julio, es necesario solicitar permiso con antelación, para no perturbar a las rapaces durante el periodo de cría.

Así luce el Parque Natural de las Hoces del Río Duratón. Foto: © Marga Estebaranz
Así luce el Parque Natural de las Hoces del Río Duratón. Foto: © Marga Estebaranz

Romería de San Frutos Pajarero

Hay más en este tiempo otoñal. Sucede el 25 de octubre. Es el día grande del Duratón, de Sepúlveda y de Segovia entera. Es la festividad de San Frutos Pajarero, patrón de estas tierras. Asegura la leyenda que, allá por el siglo VII, este hijo de familia visigoda acomodada, a la muerte de sus padres y junto a sus hermanos Engracia y Valentín, repartió entre los pobres los bienes que heredaron, retirándose en busca de la soledad. El santo se sintió irremediablemente atraído por la sobrecogedora belleza del desfiladero que, siglos después, el también religioso Jerónimo Nebreda calificó como “uno de los más ásperos, retirados y espantosos de cuantos hay en España”. En sus pliegues y cuevas encontró cobijo el santo junto a otros eremitas, hasta que, finalmente, se refugió en la ermita colgada sobre el último precipicio que lleva su nombre.

Romería de San Frutos hoces del Duratón. Segovia. Foto: © Marga Estebaranz
Romería de San Frutos hoces del Duratón. Segovia. Foto: © Marga Estebaranz

A San Frutos se le atribuyen varios milagros. El más sonado lo hizo para detener a los árabes que perseguían a los cristianos. Cuando aquellos se acercaban, dio un golpe a la peña con su cayado, abriéndose una profunda brecha que no pudieron cruzar. La Cuchillada de San Frutos aún se llama. Catorce siglos después, cada 25 de octubre una muchedumbre la cruza festiva y sin problema. Acude a la romería en honor a su patrón. Gentes venidas de toda Castilla, que veneran al santo en su fiesta. Si no llueve, tras la misa hay procesión y danzas. También es momento de saborar cantimpalos, morcones, torreznos, cortezas y demás delicias de la chacina segoviana en los chiringuitos que se instalan para la ocasión.

Sepúlveda. Plaza Mayor. Segovia. Foto: © Marga Estebaranz
Plaza Mayor de Segovia. Foto: © Marga Estebaranz

Estos años todo lo acompañan los sones de Juan José Díez ‘Zapatones’ y su grupo. Merece la penar venir a escuchar las impagables melodías que brotan del tamboril y la dulzaina de este maestro de la música castellana, heredero de leyendas como los dulzaineros Agapito Marazuela y Javier Plaza, y el tamborilero Sebastián Luis ‘El Guinda’. Finalizado el jolgorio, nada mejor que rematar la jugada con una visita a la Villa de las Siete Puertas, como se conoce a Sepúlveda. La Plaza Mayor, la iglesia de los Santos Justo y Pastor, las casonas palaciegas, callejas y soportales medievales conducen al punto final de este viaje: la obligada parada en sus figones. Aguardan un buen lechazo y el remate de un postre típico del lugar, que no puede ser otro que un delicioso dulce de San Frutos.

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