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De primavera a otoño existen infinitas posibilidades de ejercitarse en el exterior. Una de las más atractivas es el kayak, una actividad que combina trabajo físico con placer, ideal para tonificar el tronco superior, el gran olvidado en nuestro día a día y en la mayoría de actividades aeróbicas. Además, es un deporte con muy poco riesgo de lesiones y una característica que lo hace único: la posibilidad de acceder con esta pequeña embarcación a rincones naturales únicos.
Su bajo coste y la gran cantidad de masas de agua navegables han hecho que en Cataluña proliferen rutas de kayak aptas para todos los públicos. En agua dulce o salada, estos recorridos cuentan, además, con un aliciente añadido: en los alrededores se puede compensar el esfuerzo con un buen atracón.
Si Italia tiene la punta de la bota, lo que tiene Cataluña es la punta de la Banya, cuya traducción significa 'cuerno'. Esta singular península está unida al Delta del Ebro por una estrecha lengua de arena de 4 km que ejerce de barrera y constituye así el puerto natural más grande de Europa.
"Es una zona súper segura. No hay corrientes. Está resguardada del mar exterior y hay poca profundidad", explica Pere Dassoy, gerente de 'Natura y Aventura', una de las empresas de kayaks de esta área natural. Para él y otros lugareños el deporte forma parte de su ADN y la célula madre es el kayak porque "es el mejor invento de la historia de la humanidad después de la rueda".
No es de extrañar que se perciba así, puesto que este medio de transporte y de recreo permite alcanzar escondites salvajes de la bahía donde es factible observar la coreografía de los flamencos e, incluso, avistar alguna tortuga. "Es un territorio inspirador, te da paz y serenidad emocional", medita Pere, "lo emocionante recae, más que en la belleza del paisaje, en la autenticidad, en ese momento en que la persona y la naturaleza se fusionan y tienes un sentimiento de pertenencia al entorno". A lo mejor en la clase de spinning también se siente uno en comunión con el resto, pero no se pierde nada por venir a descubrir esta región, total, los compañeros de spinning, por mucho que pedaleen, no se van a ir a ningún lado.
Lo que sí pertenece a la bahía son los mejillones y las ostras, que se crían en bateas, a las cuales también se puede uno acercar con el kayak. Según la época, es posible coincidir con algún pescador que inicia la cosecha o simplemente que esté encantado de explicar el procedimiento de obtención de estos moluscos.
Afortunadamente, los deportistas tienen una manera mucho más sencilla de conseguirlos, el 'Musclarium', una plataforma de madera construida encima de una de estas mejilloneras, en la que solo atracan pequeños transportes marítimos. Allí se puede tomar el sol, y también un refrigerio, dado que se trata de un bar-restaurante especializado en gastronomía autóctona.
Si en el gimnasio estáis más aburridos que una ostra, aquí os las podéis comer por pura diversión. Y si el bivalvo no cae bien a vuestros abdominales, siempre se puede recurrir a otras especialidades culinarias como las anémonas, las ortigas de mar rebozadas, el chapadillo de anguila o el verdadero rey del Delta, el arroz.
En pocos lugares del planeta se tiene la oportunidad de alcanzar con las propias manos el campanario de una iglesia. El Pantà de Sau es uno de ellos. Inaugurado en 1962, cubrió los restos del pueblo de Sant Romà, incluyendo su iglesia románica del siglo XII, que es visible cuando las nevadas y las lluvias no han sido generosas.
"Al ser un campanario, hemos tenido algunas peticiones de matrimonio", recuerda Marc Álvarez, un surcador de aguas con más de 25 años de experiencia que decidió abrir 'Aquaterra Club' en 2003 para compartir una afición cuyas mayores virtudes son "la sensación de libertad, de no depender de terceros y descubrir sitios que de otra manera no serían accesibles".
Una opción es alquilar un kayak, pero se saca mayor provecho yendo con un guía "porque te instruye mínimamente, te puede ayudar si vuelcas y, sobre todo, te acompaña a los mejores sitios y te aporta información sobre la historia del embalse y del pueblo sumergido".
De todas formas, la belleza del paraje habla por sí sola y deja en silencio al deportista, para que admire y trate de distinguir los tres colores de la montaña: verde, rojo y blanco, generados de forma natural a lo largo de los siglos. (La única posibilidad de ver esa combinación de colores en la sala de fitness es mirar la camiseta del italiano que hace pesas al lado). Y, por si la excursión en kayak fuera poco, se puede acabar la travesía, evidentemente, con un baño (sin cloro) o, mejor todavía, se puede complementar con el segway, que permite subir a un mirador del pantano y rematar con la tonificación del tronco inferior.
Todos estos esfuerzos son muy gratificantes, pero no serían igual de placenteros sin una posterior inyección de calorías. Y aquí el paladar está de enhorabuena porque se encuentra en la comarca de Osona, conocida por la calidad de sus embutidos, sobre todo el fuet y la llonganissa de Vic.
A pocos kilómetros del pantano, en 'Fussimanya', los fabrican ellos mismos y los ofrecen al visitante tanto en su tienda como en su restaurante. Ya en la mesa se puede degustar un generoso menú basado en productos autóctonos, que deja listo al comensal para otra buena sesión de ejercicio o de siesta.
A estas alturas de la evolución humana, es harto difícil hallar algún rincón natural que no haya sido mancillado en pos del progreso del hombre. En la frontera entre Cataluña y Aragón existe uno: el Congosto de Mont-Rebei, un alucinante desfiladero tallado durante 2 kilómetros entre paredes de más de 500 metros.
"Es el único congosto que se ha mantenido virgen, no pasa ninguna carretera, ni ferrocarril ni ninguna línea eléctrica", cuenta Enric Maestre, responsable de 'Montsec Activa', una de las empresas de actividades acuáticas que opera en la zona. Evidentemente la virginidad es relativa (de todos modos está sobrevalorada) porque al congosto acceden personas desde hace años.
"La mejor manera de disfrutar de este lugar tan singular y espectacular es en kayak o caminando", afirma. No en vano lleva 12 años alquilando material para que la gente pueda pasar el día navegando por las aguas del río Noguera Ribagorzana. "Se pueden elegir rutas cortas o largas porque el recorrido no tiene pérdida. No es necesario guía y la gente disfruta de un día entero en plena naturaleza".
Para una experiencia del todo adrenalínica se puede dejar la comodidad del kayak y volver andando por un sendero señalizado con empinadas pasarelas de madera, puentes colgantes y un camino excavado en la roca no apto para excursionistas con vértigo. "No he visto ningún accidente, bueno, uno que se cayó porque iba haciéndose un selfie sin mirar", advierte Enric. Si no queréis hacer un dead de Instagram, mejor dejad los live para el gimnasio o directamente acercaos a este enclave prescindiendo de la tecnología. Eso sí os hará sentir vivos.
Desde luego, después de estos momentos cardíacos y algún chapuzón desde el kayak, el cuerpo pide salsa. Y no precisamente de la que se baila, sino de la que se come. Aquí encontraréis salsas con sabor a miel, ya que predominan plantaciones como el romero, el tomillo o la lavanda, que permiten a las abejas transformar su néctar en miel de diversos colores y sabores.
Bacalao con miel, coca de miel o costillas de cordero con miel son algunas de las recetas que se pueden probar en alguno de los restaurantes de la comarca o en el 'Cámping Àger', un paraje desde donde también se pueden observar estrellas en el mejor cielo de Cataluña, certificado como Reserva y Destino Turístico Starlight con el aval de la Unesco y la Organización Mundial del Turismo (OMT). ¡Ah! y mientras contempléis la noche estrellada, solo un favor, pensad por un segundo en el techo de la sala de fitness.
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