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En Lanzarote, la isla de La Graciosa ofrece un viaje único –incluso cuando baja el termómetro– a aquellos amantes de la naturaleza que se atrevan a vivir la experiencia de recorrer un lugar sin carreteras asfaltadas y, de paso, conocer playas vírgenes en las que, por no haber, no hay ni hamacas ni chiringuitos. En los últimos años, la población de La Graciosa ha crecido bastante pese a ser una zona protegida en su totalidad (el archipiélago del que forma parte es la mayor reserva marina de Europa). Si uno quiere pasar unos días en ella, ahora hay dos lugares habitados: Caleta del Sebo, pueblo principal; y Pedro Barba, unas pocas casitas construidas alrededor de un pequeño puerto. Si por el contrario, uno se hospeda en Lanzarote, lo más sencillo para llegar al islote es coger un barco desde Orzola que se demora media hora.

El mejor vehículo de transporte para sacarle el máximo partido a la isla es la bicicleta. En Caleta del Sebo hay varios negocios donde alquilar mountain bikes. La mejor ruta es por el norte, pues los caminos tienen partes arenosas pero son más fáciles de hacer: las paradas que te recomendamos son Playa de Las Conchas, Caletón de los Arcos o Los Caletones, Playa del Ámbar y urbanización de Pedro Barba.

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