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Tras el ansiado chupinazo del 6 de julio, los ezpatadantzaris recorren las calles del municipio obsequiando a los allí presentes con una serie de danzas típicas donde destaca la popular Ziarkakoa,  en homenaje al Santo. Cada mañana los bailarines se engalanan con los trajes típicos de la región. El color blanco de su vestimenta, decorado con adornos en rojo pasión y unas bandas terciadas, son el escenario perfecto donde el tamaño de sus escapularios se convierten en el mejor expositor de su devoción.   

Durante cinco días, como si de un encierro se tratase, los vecinos con paso ligero repiten el mismo recorrido acompañando a estos artistas bordeando el río Onín hasta finalizar en la plaza Zaharra, donde el izado de la bandera en el balcón principal de la Casa Consistorial da por finalizado este singular pasacalles. Aunque su patrón es San Martín, los lesakarras viven con fervor estas fiestas religiosas de alto reconocimiento artístico.

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