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Abrucena

La luz de la montaña

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Las montañas de Sierra Nevada proporcionan la tonalidad adecuada a la villa almeriense de Abrucena. Estas le regalan luz al mediodía haciendo reflejar su pureza en las blancas fachadas de sus viviendas. Sin embargo, al atardecer proyectan una alargada sombra que crea penumbra, ya que la altitud de estas gigantes elevaciones impiden a los rayos recorrer las calles de la localidad. En un intento deseperado por conseguir estar iluminada más tiempo, la torre de la iglesia de la Anunciación se eleva como intentado tocar el cielo. Su sencillez refleja, no obstante, los avatares del tiempo. Más antiguos, como destellos de la Historia, son los vestigios de El Castillejo. Oculto en el cerro, los restos de esta fortificación hablan de que fue construida como elemento defensivo. Como vemos, la villa se combina de luz y sombra. Siempre hay resplandor espiritual en las ermitas, como la de San José o de las Ánimas, pero es más difícil que los pinos dejen pasar la luminosidad en el parque natural de Sierra Nevada. Uno de sus lugares más visitados es el área recreativa de La Roza, el alma de la montaña, a la que se llega siguiendo una serpenteante carretera. Con su perfil alargado, Abrucena es el vivo reflejo del destello de las montañas.