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Aguaviva

La riqueza de una tierra fronteriza

Aguaviva es una localidad de frontera. La mezcla de culturas en esta zona conocida como ‘La raya de Aragón’ consigue su máximo exponente en la lengua, una variedad de castellano y catalán. Los expertos en lingüística la conocen como ‘parlar d’Aiguaiva’, pero los orgullosos habitantes de este municipio la llaman ‘chapurriau’. 

Estas mezclas fronterizas se notan también en la naturaleza. Situado a medio camino entre la depresión del Ebro y las primeras estribaciones del Maestrazgo, Aguaviva presenta una gran variedad de paisajes: de los valles de los ríos al norte hasta la zona de sierra del Molló al sur.

En el siglo XVII se levantó la monumental iglesia de San Lorenzo, con la capilla del Misterio adosada al edificio principal. Aguaviva cuenta también con dos ermitas: la de San Gregorio, del mismo siglo que la iglesia parroquial, y la de Santa Bárbara, reconstruida sobre los restos que permanecieron en pie tras su destrucción durante la Guerra Civil. Merece la pena visitar la llamada Casa Mir, un palacete con los rasgos típicos de los palacios aragoneses, y la Casa de los Delmes, un hermoso edificio situado en el centro de la localidad. 

Aguaviva alcanzó popularidad en el año 2000. Como la mayoría de los pequeños municipios aragoneses, se enfrentaba a un gran problema de despoblación. El éxodo hacia las ciudades estaba dejando las casas, la escuela y las calles vacías. Por lo que su alcalde comenzó una curiosa iniciativa: atraer a ciudadanos de otras partes del mundo a vivir al pueblo. Para conseguirlo, les ofrecía un alquiler que se adecuara a sus posibilidades y un contrato de trabajo. Las solicitudes comenzaron muy pronto. Llegaron muchas familias de Argentina, Chile, Uruguay y Rumanía. De todas las que llegaron, actualmente, una 40 familias siguen viviendo en el pueblo.

Delpueblo parten algunas rutas para disfrutar del senderismo o de la bicicleta de montaña.

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