{{title}}
{{buttonText}}

Algodonales

Encantadora desde el aire y también a pie de calle

Compartir

La ruta de los Pueblos Blancos representa un reclamo turístico que invita al viajero a conocer todos los municipios andaluces que la forman, con el nexo común de sus casas de fachadas encaladas. Más allá de eso, cada uno de estos pueblos tiene una personalidad diferenciada y unos encantos propios. En el caso de Algodonales, estos son fácilmente identificables. Empezando por los naturales, su accidentado terreno y su clima hacen de Algodonales un destino deseado por los amantes del parapente y el vuelo sin motor, que ofrece cuatro pistas de despegue y dos zonas habilitadas para el aterrizaje dentro de la Sierra de Líjar, a cuya sombra reposa el pueblo.

Sin separar los pies de la tierra y recorriendo su casco urbano, te esperan unas calles de fachadas del color de la nieve y tejados rojos de influencia árabe por las que, a poco que andes, te toparás con algún taller artesano de fabricación de guitarras, una de las tradiciones del pueblo, o con una de sus famosas 12 fuentes. La llamada Del Algorrobo, por estar pegada a uno, es tan antigua como Algodonales.

El edificio que saldrá a tu paso sin necesidad de buscarlo es la iglesia parroquial de Santa Ana, situado en la plena plaza de la Constitución, con su orgullosa y alta torre de cala cuadrada arañando el cielo de la sierra. Pero hay otros rincones que merecen alejarse algo más, como la ermita de la Virgencita, en las afueras del pueblo, o, a cuatro kilómetros, el yacimiento arqueológico del Cerro de la Botinera, cuya antigüedad datada se remonta, cuando menos, a la época ibero-romana.

Contacto