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Barbate

Un hechizo de redes y playas

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Esta localidad gaditana se presenta ante el viajero como un pueblo de casas blancas y calles laberínticas, donde todos los caminos conducen a a las aguas del Atlántico. Aquí, las reuniones más importantes tienen lugar en el Puerto de la Albufera o en la Vieja Lonja, que aparece a orillas del río Barbate como un barco varado, idea del arquitecto Fernández Shaw, quien también firmó la fachada neoclásica del Ayuntamiento. Los pescadores desafían a los elementos para calar sus redes en busca de atunes en época de almadraba, patrimonio gastronómico por excelencia de la zona cuyo valor se puede entender mejor en su Centro de Interpretación. Y, cómo no, en la mesa de cualquier de sus restaurantes o en las mejores conservas de atún rojo y deliciosas tapas de pescado que ofrece su Mercado de Abastos. Es un municipio acogedor que no sólo complace al estómago del visitante; se blinda tras los contornos defensivos de la torres del Tajo, de la Meca y Trafalgar, construidas por el litoral para repeler los ataques piratas. Bajo su cobijo, los edificios más especiales de Barbate resisten. El castillo de Zahara de los Atunes conserva recuerdos de cuando fue vivienda de aristócratas, fortaleza y fábrica de salazones, mientras la ermita visigótica de San Ambrosio se integra en la naturaleza, presumiendo de ser una de las únicas iglesias paleocristianas del sur de la península. 

Sus 25 km de playas son un paraíso reconocido entre los surfistas, que arriban a la playa de Zahora; los hippies, que prefieren la de Caños de Meca; y los fotógrafos, que no se cansan de buscarle el mejor perfil a la de Pajares. Por algo, Barbate es el lugar que algunos de los primeros habitantes de la Tierra decidieron convertir en su hogar, dejando el legado artístico que se puede encontrar en la Cueva de la Fuente Santa y en el abrigo Morjana, en la Sierra del Retín. Aquí, el mar abre todas las puertas al viajero: el puerto pesquero y la Playa de la Hierbabuena son los espectaculares accesos al Parque Natural de La Breña y Marismas de Barbate, rodeado de inmensos acantilados que se expanden a la sombra de pinos centenarios. Y desde el imperturbable monumento natural que es el islote del Tómbolo, que vigila el espacio subacuático y guarda tesoros de valor incalculable, aún podremos escuchar en el susurro de las olas los ecos de los naufragios de la Batalla de Trafalgar. 
 

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