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Benitagla

El tranquilo pueblo sin bares

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Benitagla, encaramada en la Sierra de los Filabres, “blanca y de teja, pequeña y bella desde las alturas de alrededor”, según describe su Ayuntamiento, ostenta el curioso título de ser uno de los pocos, seguro que poquísimos, pueblos de España sin bares, exceptuando su Club de la Tercera Edad. Sus dos únicos monumentos consisten en la iglesia, dedicada a San Juan, encalada y de fachada sencilla, con una torre campanario, y la Torre de la Alquería (en árabe, caserío) de Alhabía. Los vecinos dicen que es morisca pese a ser de cantería (que no es lo habitual), aunque sí cuadrada. El gran patrimonio de Benitagla es la tranquilidad, su capacidad para alejar al viajero del mundanal ruido. Para ver gente no hay más que acercarse al árbol de la plaza, que era, y sigue siendo, el centro neurálgico del contacto humano en este pueblito almeriense.

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